-Corre y no mires atrás
Es bastante fácil decir algo como eso, pero cuando todavía puedes oír el sonido del ladrido de los perros, los gritos de los soldados que corren a toda velocidad y el desenvainar de las espadas que podrían ser la causa de tu muerte, sencillamente siempre vas a tratar de voltear…aunque eso no sea lo más correcto y lógico.Pero no ese día, no en ese momento
No cuando ambos jóvenes corrían por la planicie, escapando de edictos y normas que estaban diseñados exclusivamente para alejarlos el uno del otro, dejándolos sumidos en la desesperación.
Sí, había llegado el momento de escapar de su prisión, así lo había decidido Makoto al momento de encaminarse a las infantiles habitaciones que aun habitaban sus pequeños hermanos, solo para encontrar a su amado pelinegro en medio de la oscuridad con los ojos llenos de lágrimas: la noticia de su próxima partida y posterior enlace ya había llegado a él. El silencioso chico corrió a refugiarse en sus brazos nada más verlo de pie en la puerta, pues ni en sus más locos sueños hubiera imaginado que su amado príncipe venía a él con otra cosa que no fueran algunas dulces palabras de despedida; fue por tanto una enorme sorpresa cuando lo vio con esa expresión de confianza total mientras explicaba su plan de salir de ahí lo más pronto posible ¿Iba a renunciar a su estatus, a su familia, a su derecho al trono…solo por él? Y, sin embargo, pese a su recién descubierta seguridad, Makoto sentía miedo ¿Por qué negarlo? Le estaba pidiendo que pusiera en peligro su vida solo por amor ¿lo aceptaría el ojiazul? No sabía nada de que el corazón de Haruka literalmente había comenzado a latir con más fuerza que antes tras escuchar todos sus desvaríos…sí, era una total locura, pero una que realizaría a su lado una y otra vez sin pensárselo dos veces, porque lo amaba más que a su vida misma.
Un tierno beso fue depositado en sus labios, callándolo en el acto, y en la brillante mirada que lo contemplaba con ternura supo que el más bajo no tenía dudas:
-No voy a renunciar a ti, Makoto, nunca…ese sería el error más grande de mi vida; así que voy a seguirte a donde tú quieras, por siempre y para siempre, porque te amo
Esta era la segunda vez que Haruka lo dejaba todo atrás…de hecho, aun podía recordar con total claridad la primera.
Era más pequeño que la mayoría de los niños, siempre con una expresión seria y tranquila, pero sin duda era amado, lo suficiente como para que su madre discutiera como una fiera contra si esposo por evitar que lo enviaran lejos de su verdadero hogar, pero ¿Qué podía hacer su padre? Una orden directa del emperador no podía ser ignorada tan fácilmente o ellos quedarían tachados de traidores delante de todo el reino, morirían uno tras otro y Haruka no iba a ser la excepción a tal destino ¿era por tanto más conveniente entregarlo? La cabeza de la familia trataba de analizarlo fríamente, aunque su corazón de padre se desgarraba ante la simple posibilidad de no volver a ver a su precioso heredero ¿Por qué el noble monarca había tomado esa decisión? Los Nanase habían mantenido siempre una intachable conducta para con la familia real y cuidaban con celo a todos los aldeanos que vivían dentro de sus tierras, pero en medio de su charla, el pelinegro ya había deducido que malas personas habían tratado de envenenar la amistad entre las dos familias…y al parecer, lo habían conseguido. ¿Podría Haruka encontrar felicidad dentro de palacio? Esperaba que así fuera.
El mismo capitán de la guardia que lo había escoltado hasta ahí, tenía órdenes de llevarse al próximo compañero de los príncipes lo más pronto que pudiera e inmisericordemente, golpeó a todo aquel Nanase que osara interponerse en su camino para cumplir con su labor.
El pequeño pelinegro comenzó a llorar en ese momento, escondido entre los brazos de su anciana abuela, pero alzó la azul mirada cuando escuchó a su madre caer al piso con un sonido sordo...algo que más tarde desearía no haber hecho, pero ese fue el momento en el que comprendió que nadie iba a poder cuidarlo, a pesar de lo cual, permaneció aferrado a los delgados brazos de la mujer que lo había ayudado a llegar a este mundo, al menos hasta que fue brutalmente jalado de los cabellos y desprendido de todos aquellos a quienes amaba.
-¡Nooo!- fue el agudo y desgarrador grito que resonó en la estancia mientras veían al pequeño niño ser arrastrado fuera de la casa...Esa había sido la última palabra que el ojiazul pronunciaría por el resto de su vida y el sonido que toda la familia recordaría con dolor para siempre, sabiéndose incapaces de salvar a su preciado niño...
Años después, Haruka recordaría ambos viajes como los más importantes de toda su vida, como el camino que lo había conducido a su felicidad.
No, nunca conseguiría volver a hablar, lo intentaba todos los días fracasando una vez tras otra en cada intento, pero ya no importaba, porque ese valeroso hombre que un día usó su cuerpo para cubrir el suyo, lo amaba tal y como era…estaban destinados a estar juntos ¿Cómo si no explicar la rara habilidad que tenía para leer su mente? Habían conseguido llegar lo suficientemente lejos de esa hipócrita vida que la corte real podía ofrecerles hasta dar con una pequeñísima aldea en la costa donde la gente no se metía en la vida de otros y los habían recibido bien; ahora tenían un pequeño campo de cultivo donde trabajaban todos los días, lado a lado…aunque claro, no en ese momento. El día presagiaba lluvia y Makoto había insistido mucho en que permaneciera en casa junto con su adorable hijo que en esos momentos descansaba cómodamente en su pequeña cunita de madera.
Lo que daría el pelinegro por poder cantarle una canción de cuna…pero...Pero talvez eso tampoco sería necesario, talvez su vástago tendría la capacidad de ver en sus ojos todo el amor que le tenía, la felicidad que sentía al tenerlo entre sus brazos, la libertad que esperaba él siempre guardara dentro de su corazón.
-Si pudiera decirte lo mucho que te amo…todo sería perfecto, ¿no es así, bebé? Pero no puedo...y creo que nunca lo conseguiré…así que voy a mostrártelo, con cada una de mis acciones y mis miradas, te mostraré lo mucho que mamá te ama
-Estoy seguro que Yamato ya lo sabe, cariño
El pelinegro volteó al escuchar el sonido de su voz y sonrió divertido por haber sido descubierto en uno de sus momentos de debilidad, pero ¿Qué importaba? Era su otra mitad la que lo contemplaba con la misma mirada apasionada que lo había enamorado hace años, así que estaba bien, porque Makoto ya lo sabía todo sobre él.
El príncipe heredero, Tachibana Makoto, fue dado por muerto a la edad de 20 años, el día en que dejaron de buscarlo.
Su hermano menor, Tachibana Ren, subiría al trono a la muerte de su padre y su primer edicto sería una proclama de perdón total a los dos jóvenes que habían escapado del reino contraviniendo las órdenes de su predecesor, pues el deseo más sincero del joven monarca era volver a verlos con vida y ocupando un lugar dentro del amplio palacio…mas con nada de lo que hizo lo consiguió.
Haruka y Makoto no tenían intención de retroceder en su camino, no cuando habían dado con la libertad que por tanto tiempo ambicionaron.
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Si Pudiera Decirte Que Te Amo (MakoHaru)
FanfictionOne-shot. AU. Ubicada en la época del Gran Imperio de Japón. ¿Qué tan difícil es expresar lo que sientes por esa persona tan especial? Mucho o poco, todo depende de la situación en la que te encuentres...y esta...es una de esas situaciones que a vec...