XI

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El almuerzo transcurría con normalidad, sus padres estaban encantados con Felix y su bonita sonrisa.

Minho se encontraba callado, solo masticando su comida en silencio mientras prestaba atención a las palabras del único rubio en la mesa.

Levantó su mirada y de forma descarada observó a Felix. Vio como su sonrisa siempre estaba ahí, pero algo no cuadraba.

Lee Felix le parecía alguien fascinante.

Cuando lo había invitado a su hogar pensaba que solo charlarían unos minutos y el menor se largaría, él mismo soltaría un suspiro y se aliviaria de haber sacado a aquel chico de su casa, pero ahora se daba cuenta de que aquel niño de bonita sonrisa era diferente.

No encontraba la manera de descifrarlo, lo miraba una y otra vez pero no lograba ver nada en él.

Entonces un recuerdo borroso llegó a su mente y recordó a su hermano mayor limpiando sus lágrimas cuando tenía siete años y su hermano contaba con catorce.

Intentando sacar una rosa del jardín de su madre se había clavado unas espinas en su mano y lloraba porque no podía quitarlas.

En ese momento Wonwoo había llegado con una pinza y las había retirado una por una. No le había dicho que era su culpa ni le había recriminado nada, solo retiro las espinas en silencio.

Una vez sus manos se encontraban limpias y sin rastro de espinas, le sonrió a su hermano con dulzura mientras intentaba dejar de llorar, pero las lágrimas seguían brotando por sus ojos de igual manera.

Wonwoo limpió aquellas gotitas que brotaban de sus ojos y le habló por primera vez en ese corto periodo de tiempo.

"Por más que sonrías y quieras demostrar que estás feliz, tus ojos te delatan. Por más que estés llorando y sea obvio que aún te duelen las manos, los ojos son lo más expresivo que tenemos, y ello será lo que siempre te delatara, Minmin."

En ese entonces era muy pequeño para entender lo que Wonwoo quiso decirle pero había quedado grabado en su mente.

Sonrió ante el recuerdo y siguió escuchando la conversación que aún seguía en la mesa.

- Minho, cariño, ¿podrías acompañar a Felix a su hogar cuando se vaya?, esta parte de la ciudad es muy grande y confusa, no queremos que se pierda. - Le habló su madre, ya había caído a los pies del menor.

En ese momento sintió la mirada de todos en si mismo pero solo le devolvió la mirada a Felix y entonces logró descifrarlo. Lo había entendido.

Ninguna persona puede ser feliz todo el tiempo porque todas las personas son sensibles. Cada uno lo demuestra a su manera, algunos lloran cada vez que se sienten mal, otros nunca lloran y deciden ignorar todo, mientras que otras personas sonríen cuando todo está mal.

Siguió viendo los ojos de Felix.

Sus ojos estaban tristes, muy tristes.

Podía notar como sus ojos eran mucho más brillosos de lo normal para cualquier persona, su mirada se notaba débil y sus pupilas eran demasiado profundas.

- Si, mamá, llevaré a Felix a su casa. -

La mujer le sonrió y siguió comiendo con calma.

Minho sabía que el menor no pensaba nada bueno de él, porque si lo pensaba un poco, sabía que Felix no era estúpido de ninguna manera.

Claro que el menor sabía sobre los rumores sobre él, claro que lo sabía y debía cargar con eso siempre.

Quizás cargar con aquel peso lo consumía o solo lo ignoraba, no lo sabía, pero quería saberlo como a nada más.

Quería saber más de Felix porque en lo más profundo de él, sabía que también se había dejado llevar por la sonrisa de aquel rubio como a todos les pasaba.

El almuerzo finalizó y le tocó llevar al menor hasta su casa en silencio, solo hablaron cuando tuvieron que despedirse y Minho volvió a su hogar.

Y aunque pasara el tiempo, el castaño daba vueltas en el mismo asunto durante horas y horas.

Quería descubrir porque los ojos de Felix estaban tristes y por qué sonreía si algo en el estaba mal.

¿Por qué quería ocultar su dolor?

bad reputation» minlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora