Prólogo.

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La humanidad ha evolucionado con el paso del tiempo. La humanidad fue creada tal como es ahora desde el inicio de los tiempos. Los humanos fueron forzados a cambiar por una raza superior que los visitó miles de años en el pasado. Cada quién puede hacer la afirmación que le plazca, al final, nadie está completamente seguro de como esas criaturas "inteligentes" lograron llegar a su estado actual.

Hay quienes viven su vida esforzándose al mínimo, lo suficiente para sobrevivir al día a día. Hay quienes están obsesionados con obtener una comprensión del universo esforzándose al limite sin importar si mueren en el intento.

En la universidad de Kiev, en Ucrania. Un par de científicos desarrollaron un modelo para comprobar que la sangre podría ser incluso distinta entre los propios tipo A positivos, y aquella noche lo consiguieron; Dos sangre del mismo tipo resultaron ser completamente distintas unas de otras, pero ahora que lo sabían, no encontraban una respuestas para explicar tal reacción.

―Deberíamos preocuparnos por eso después ―dijo el biólogo Aleksey Holub, era un hombre en sus cincuenta, con el cabello completamente canoso. Un veterano.

―Ya es tarde y obtuvimos un buen resultado. Deberíamos descansar y continuar las pruebas mañana ―sugirió el químico Boris Kozel, siendo este un joven científico que recién había ingresado a la universidad como profesor.

Las luces del laboratorio se apagaron en ese instante. Ambos se alertaron, tenían miedo de que alguien escuchara sobre el proyecto y se los quisiera robar. Habían dedicado mucho tiempo para llegar a la conclusión de esa noche, no querían que todos sus esfuerzos se perdieran de un momento a otro.

Boris iluminó el laboratorio con la linterna de su teléfono. No había nada, quiso moverse en silencio hacia su colega, pero al girarse no lo encontró. Los instrumentos de cristal cayeron al suelo y causaron un estruendo. Algo golpeó una mesa con fuerza y logró moverla pese a que eran demasiado pesadas.

―¡¿Profesor?! ―gritó Boris ante la desesperación de desconocer lo que ocurría.

El químico logró iluminar la salida, y viendo la situación en la que se encontraba, no le parecía prudente defender un simple proyecto a costa de su vida. Podía trabajar en otro proyecto incluso mejor si se mantenía con vida. Entonces quiso correr, pero chocó con algo duro que lo hizo caer sobre su trasero.

―¡¿Quién eres?! ¡Maldito ladrón!

Boris lo iluminó con su teléfono solo para terminar por desesperarse.

Una silueta completamente negra, como si la oscuridad hubiera cobrado vida y la forma de un ser monstruoso. Un par de ojos carmesíes era lo único que se podía distinguir en ese ser.

―¿Qué eres? ―atinó a preguntar Boris completamente aterrado.

―Tu predador, humano.

El brazo de la criatura se estiró para alcanzar a Boris, además de que los dedos se alargaron y deformaron para formar una especie de jaula.

Boris comenzó a llorar. Dejó de preocuparse por su colega, ahora que había conocido a la criatura tenía la certeza de que aquello que golpeó la mesa tan fuerte habría sido su compañero muerto.

La jaula formada por los dedos de la criatura liberó espinas que se clavaron en la carne de Boris, lo que concluyó en los gritos más horripilantes. El dolor era tan insoportable que el químico se desgarraba la garganta suplicando por su muerte.

Las agujas iniciaron la succión de Boris. El cuerpo se fue arrugando lentamente mientras aquella expresión de horror se deforma hasta el punto de ser irreconocible, hasta que los gritos desgarradores se apagaron y solo quedó un cascaron vacío tendido en el suelo, sin derramar una sola gota de sangre.

―Gracias por encontrar la sangre de un conquistador. Humanos...  

La sangre del conquistador.Where stories live. Discover now