El ajetreo de la reunión era abrumador. No se ponían en orden para hablar de uno en uno. La mezcla de voces, imponiéndose unas sobre otras sin respeto alguno, era ensordecedor hasta tal punto que provocaba dolor de cabeza.
Pero nadie les culpaba. El asunto a tratar era de suma delicadeza y preocupación. Por eso, en cuando aquellas palabras brotaron de la boca del secretario de defensa, el más joven de toda la sala sintió que su sangre se helaba, que dejaba de respirar por unos segundos.
—El Digital World nos ha declarado la guerra. Nos acusan del secuestro de sus ciudadanos, su hija y su reina. Nos han dado un ultimátum. Si en cuarenta y ocho horas no las hemos liberado, no habrá paz posible.
Y por fin, el silencio se hizo en la sala. Nadie decía nada. Rostros pálidos, sudorosos, preocupados miraban con sorpresa al secretario de defensa.
—Como medida, hemos decidido mandar a una delegación. Llevamos meses trabajando en un portal que podamos usar de manera segura. Y por fin ya está terminado. Todo gracias a uno de nuestros grandes inversores, la Corporación Aonuma.
El hombre de cincuenta años, cabellos canosos y ojos afilados miró a los presentes, viendo que nadie osaba decir nada. Después, con un carraspeo, miró a la mujer de largos cabellos rojizos y labios carmín.
—¿Has traído a tu muchacho, Ailish ?
Ella asintió. A su lado, estaba un hombre de treinta años. Sus cabellos eran de color castaño, alborotados, recogidos en una coleta bastante larga. Unas finas gafas de montura de metal realzaba el color gris intenso de sus ojos. Vestía con ropa formal y permanecía semi recostado en la pared, atendiendo a todo lo que estaban diciendo.
—Sí. A pesar de su juventud, es el mejor en su clase. Obtuvo las mejores notas de todo el país. Tiene titulación en relaciones públicas y aspira a embajador. Es lo mejor de mi departamento. Él se encargó de las negociaciones con la Corporación Aonuma cuando se negó a ayudarnos.
El secretario asintió, bastante conforme ante las palabras de la secretaria de asuntos internacionales. Ailish hizo un gesto con su mano, indicándole al más joven que se acercara a la mesa, cosa que inmediatamente realizó.
—¿Puedes presentarte, joven? —pidió el secretario, con tono demandante. Su objetivo había sido el de intimidar al castaño, pero él simplemente esbozó una calmada sonrisa.
—Mi nombre es Kudou Taiki. Analista de relaciones públicas.
—Bien, Kudou. Esta situación es muy delicada, como has podido comprobar. Necesitamos que consigas ganarnos tiempo. Intentar que la guerra no estalle en nuestras caras sin estar preparados. Quiero que le ofrezcas al rey de los Digimon nuestra ayuda para encontrar a sus súbditos y a su familia. No queremos una guerra con ellos. ¿Te ves capacitado?
—Sí señor. Haré todo lo que pueda.
No se intimidó. No dejó que su suma preocupación se dejara ver a través de sus ojos. Mantuvo la serenidad que siempre le había caracterizado. Las miradas de sus superiores eran demasiado serias. Incluso se podría decir que era de desagrado. Miradas que no pasaron por alto para el joven analista.
—Bien. Señorita Eoporza, avise al equipo científico de que su equipo necesitará un traje de proyección más.
—¿Traje de protección? —preguntó Taiki. Su instinto de General empezaba a manifestarse. El Digital World era seguro. ¿Para qué necesitaban protección alguna?
—Según nuestras investigaciones —intervino un hombre de cabellos azules y ojos verdosos—, cuando un humano entra en el Digital World, su cuerpo se digitaliza. Lo que significa que si son eliminados, morirán en nuestro mundo. No habrá modo de hacerlos volver. También nos protege de las armas anti-datos. Aún no tenemos un nombre en clave para estas. Pero sabemos que pueden incapacitar a un Digimon en caso de ataque.
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Digimon Future: Xros Wars
FanfictionHan pasado dieciséis años desde que Quartzmon atacara el Mundo Humano. Ahora, desapariciones masivas en el Digital World han causado que las relaciones entre ambos mundos se tensen tanto hasta alcanzar una guerra. Taiki, analista de relaciones públi...