2 Tomar una ducha trae consecuencias

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Los vehículos pasan como una mancha borrosa y los pequeños rayos de sol amenazan con derretir lo que queda en mi cono de helado

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Los vehículos pasan como una mancha borrosa y los pequeños rayos de sol amenazan con derretir lo que queda en mi cono de helado. Tomo las servilletas de papel que me han dado y envuelvo el cono en ellas, antes de que el contenido viscoso y marrón manche el asiento del taxi.

- Señorita llegamos.- Dice el chofer mirándome a través del espejo.

Le doy el dinero que le debo y me bajo del auto sin siquiera despedirme. Soy muy buena escondiendo mis emociones, excepto el enojo y justo en este momento me encuentro muy enfadada. No con el señor, claro, si no con Ámbar.

Una vez que he bajado las tres maletas, cierro la puerta del coche. El taxista me regala una sonrisa y luego vuelve a conducir.

El enojo es intercambiado por los nervios cuando, al girarme, me encuentro con un edificio enorme, rodeado de ventanales brillosos y balcones con flores y pequeñas enredaderas. Dejo de mirar como una sonsa la altura de la construcción y camino hacia el interior.

- Esto sí es de novela.- susurro al contemplar las grandes puertas del ascensor, que se vislumbran en las baldosas blancas del piso.

Hay guirnaldas navideñas por doquier y un enorme árbol adornado con luces de colores. A esta gente sí que le gustaba decorar antes de tiempo. Cuando mis padres estaban juntos siempre decorábamos dos días antes de las fiestas. Lo único que recuerdo es que Jack se ponía un traje de Santa Claus y me despertaba con una pequeña tarta de cumpleaños con veinticinco velas, claro está, que la cantidad de velas se debía a la fecha de navidad y no a mi edad.

Me acerco algo nerviosa a la recepción.

-Hola.- saludo al chico que se encuentra detrás del escritorio. Sus ojos celestes se posan sobre mí y me regala una enorme sonrisa.

-Hola ¿Eres nueva? ¿jamás te había visto por aquí? ¿Cómo te llamas?- Oh vaya, demasiadas preguntas.

- Amm si soy nueva ¿Podrías decirme en qué piso se encuentra el apartamento 5B?- respondo ignorando sus demás preguntas, a lo que él ensancha más su sonrisa- si eso es posible- y me indica a donde debo ir.- Gracias

- No hay de qué, nos vemos pronto.

Me giro y dejo que mis piernas tomen el control para no salir corriendo como mi cerebro planea, entro en el ascensor y presiono el botón del piso 6.
Luego de unos largos minutos escuchando la aburrida canción del ascensor, las puertas se abren dejándome ver un gran pasillo de paredes blancas y puertas de madera. Sigo caminando por allí hasta encontrar la puerta correspondiente.

Toco con demasiada fuerza pero nadie abre, así que pruebo girando el pomo y este sede ¿quién deja la puerta de su apartamento sin llave?

Cuando entro todo está hecho un revoltijo, no de forma sucia sino desordenada. Como si hubiese pasado un huracán.

¿Debería entrar como si nada o esperar a que llegue alguien? Por si no fuera poco el hecho de tener que venir a vivir con alguien que ya ni conozco; ni siquiera tuvo la decencia de esperarme.

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