II. Oportunidad

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Se sentía cómoda luego de tantos años durmiendo sobre un fino colchón, al abrir los ojos fue recibida por el cantico de los pájaros. Gajeel estuvo con ella toda la tarde escuchando atentamente sus lamentos por su incierto futuro. El día anterior estaba horrorizada. Pero, en ese nuevo día divisaba que existía la oportunidad de hallar un nuevo rumbo.

Abrió su maleta y tomó su vestido gris, a partir de ese momento le correspondía ser de gran ayuda para Gajeel, estaba dispuesta a encontrar su lugar en el mundo.

La familia de Gajeel se dedicaba a repartir los víveres a las residencias pertenecientes al pueblo de Magnolia. Era una tarea muy ajetreada, ya que Gajeel era el primero en despertar para repartir la leche fresca. Lucy de esa forma conoció al burlón chico de cabellera larga y rebelde, al principio intercambiaban algunas palabras de cortesía hasta que una vez Gajeel se tomó la libertad de llamarla "coneja"

Y aunque Karen muchas veces le impedía conversar de más, notó en él la sonrisa de un gran amigo. Se echó un vistazo en el espejo que colgaba de la pared, con sus dedo tanteó acomodar sus mechones rebeldes y ligo su larga cabellera rubia en una media cola.

—¡Listo! —exclamó, emergiendo de la habitación.

Respiró el aire mañanero divisando que sería un grandioso día. Gajeel dijo que no habría problema en que utilizara la habitación de invitados, pero la mirada dubitativa de su esposa Levy le dejó en claro que no era del todo grata su presencia.

—No te preocupes, Lucy. Solo debes sonreír y hacer las cosas bien —se animó de camino a la cocina.

Distinguió una figura iluminada por los primeros rayos de sol. La mujer se desplazaba ágilmente. Lucy se sintió culpable por interrumpir su labor cotidiana.

—Ah, buenos días, Levy —saludo tímidamente. La mujer viró en cuanto escuchó la trémula voz de Lucy.

—Oh, Lucy buenos días —respondió torciendo sus finos labios. Levy agitó sus manos para despojarse del exceso de agua, recordó las palabras de su esposo.

"Por favor, Lucy es muy buena, no puedo dejarla así sin nada. Solo será hasta que encuentre como arreglárselas por su cuenta"

—¿Necesitas ayuda con el desayuno? —Preguntó delineando una pequeña sonrisa—. Créeme tengo el entusiasmo de una chica de diecisiete años recién cumplidos ¡puedo hacer un gran trabajo!

Levy negó con su cabeza librando una suave carcajada, fue una agradable sorpresa que esa muchacha estuviera sonriendo un día después de haber sido echada cruelmente, ese fulgor le dio familiaridad; la señora Redfox se acercó a la cocina para apagar la tetera con el agua hirviendo.

—Puedes poner la mesa. Gajeel llegará hambriento.

—¡Por supuesto! —profirió.

Lucy puso en marcha sus habilidades, mientras tanto diferenció la situación actual con las vividas anteriormente, era agradable no tener que estar pendiente del desayuno y de no errar para escuchar la voz gruñona de Karen.

Las manecillas del reloj se detuvieron en el número ocho, unos cuantos minutos después la puerta chirrió y las pisadas de Gajeel se oyeron en la entrada principal.

—Gajeel, buenos días —lo saludó con un gesto ameno.

Gajeel se despojó de su sobrero sonriéndole de lado a Lucy. Tuvo la impresión que Levy la había enviado a poner la mesa, era una buena señal, pensó.

—¿Qué tal dormiste, coneja? —preguntó corriendo la silla para sentarse, suspiró aliviado, amaba sentir la tranquilidad luego de un largo trabajo.

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