34. Desa.

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Última parte, la versión extendida y con epílogo, además de tener un extra de Kyroh y Steve está a la venta por Amazon tanto en papel, como en digital . Espero que la haya disfrutado ♥


TAYLOR SWIFT - LOVER

Siento que no puedo ser más feliz y que he vivido engañada toda mi vida pensando que alguna vez lo fui. Quizá hubo momentos, pero siempre opacados por mis inseguridades, por no ser lo que sí soy.

Intento recuperarme aún de la historia de Riah, la verdad es que me siento afectada porque duele, porque lo admiro aún más, porque me lleva años luz de vida en cualquier sentido, pero al fin entiendo tanto... Como a Kindah, esa mujer brava, impenetrable, es asombrosa y puedo sentir ese mismo respeto que su hijo siente por ella. Es admirable, pero sobre todo bondadosa, los amó siempre, sin importar nada, y los impulsó, creyó en ellos. Una vida tétrica en realidad, pero sostenida por un carácter que pocas personas en el mundo podrían presumir, esa es la madre del hombre que amo y eso me hace sentir cosas diferentes por ella ahora, empatía, quizá, agradecimiento también y de pronto mi madre acude a mis pensamientos, suspiro sin haber soltado ni sus ojos, ni su cuerpo groseramente esculpido.

—Hablé con mamá —le digo con suavidad, alejándome un poco. Serio, como es, como me fascina que sea, me estudia. Limpia mi rostro y espera, él siempre espera—. Le dije muchas cosas, no le importó, hace una semana de eso y no me ha buscado —musito.

—¿Qué cosas? —inquiere. Y le cuento lo que recuerdo de la conversación. Asiente circunspecto.

—Ahora sé que está equivocada, Riah, que yo puedo con lo que me proponga y, además, ser buena en ello, que no necesito su aceptación, ni la de nadie, en realidad nunca la necesité, pero me hubiera gustado sentirla. No creía en mí, eso logró que yo no creyera en mí. Años pasé buscando su atención, que me viera, para bien o para mal, pero parecía que entre más me empeñaba menos lo lograba, al contrario, me huía, me repelía y me descalificaba. Sé que nadie enseña a ser madre, que de alguna manera ella me debe amar, pero de alguna forma me destruyó, yo le permití que lo hiciera al punto en el que de verdad me creí cada palabra que decía sobre mí: que era superficial, banal, inconstante, irresponsable, que en nada brillaba y que no tenía mucho que dar porque no me involucraba en nada lo suficiente. Ella... estaba mal, Zakariah, ella está equivocada. —Lloro de nuevo, negando.

Permite, con calma, que derrame por milésima vez lágrimas, luego me toma de la barbilla, limpia mi rostro y sonríe con suma ternura, una que ha estado empleando desde el día anterior.

—Lo está, Des, lo está completamente. Pero no tienes nada que demostrarle. Tú eres lo que eres por ti y vales más de lo que imaginas, mi sol. Y no porque yo lo diga, o crea que es así, si no porque tú debes creerlo, entenderlo.

—Me ha costado mucho, pero durante estos meses siento que lo he ido logrando, Riah —admito llorosa.

—Lo sé y lograrás creerlo del todo.

—Toco la guitarra mejor de lo que te he dicho, solo temía que te pareciera poca cosa —murmuro segura. Sonríe de nuevo.

—Te escuché en una ocasión, cuando ocurrió lo del dinero de la ropa.

—¿En serio? —pregunto aturdida.

—Sí, y déjame decirte que lograste algo en mí que nada ha logrado...

—¿Qué? —deseo saber intrigada.

—Darme paz, tocabas y cuando te detenías rogaba que siguieras, luego lo hacías y fue hermoso, Desa, tan hermoso como cuando cantas —apunta alzando una ceja. Me sonrojo apenada, desvío la mirada y lo vuelvo a encarar—. En definitiva tu música es todo menos poca cosa.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora