Desde la distancia, Daniel observa a su amor frustrado; un amor, desde el punto de vista de muchos, bastante estúpido. Nicolás, desde la sagrada distancia observa a Daniel, intrigado, asqueado y bastante confundido.
Entre las frías paredes del Coleg...
¿Y si nos guiamos por las ramas?, de seguro nos llevan a casa... ¿•••?
-*-
—No recuerdo por dónde regreso al río con la gran roca...— Le comentó Daniel a los árboles, a los pájaros, a las flores y a las rocas—, oh no. No debí alejarme mucho.
Miró atrás de sí y se animó a regresar; lo lograría.
—Bien, debo ir por el camino a la derecha, y luego a la izquierda, cruzar la pequeña colina...— Tomó rumbo, y mientras sus pasos andaban se le ocurrió llamar a Ricardo; él capaz lo estaría buscando. No, a quién engañaba; a Ricardo no le importaría si se perdiera.
—Bueno, solo somos la gran naturaleza y yo. ¿Quieren ser mi amiga?— Una suave brisa acariciaba su rostro, e invitaba a las hojas a danzar un rato. Gritó el nombre de Ricardo. El sol ya estaba comenzando a ocultarse. Siguió y siguió por allí, hasta que, en una parte del camino, dónde existían tres desvíos distintos escuchó crujidos de ramas y unas voces a lo lejos.
¿Será Ricardo?, pensó, así que gritó su nombre.
—¿Ese no es él?— Esa no era la voz de Ricardo. Esa voz era familiar...
Miró en dirección a la voz, y no lo podía creer.
—Si— Dijo Ricardo señalando hacia Daniel a lo lejos—. Allá está tu novio— Nicolás no dijo nada, solo colocó su cara de fastidio. Daniel no sabía que hacer. Al estar los tres juntos, Ricardo tomó a Nicolás y a Daniel por los brazo y los juntó— A ver, cogan.
Con un movimiento muy brusco y bufando Nicolás se alejó de Daniel y del agarre de Ricardo. El último río por todo lo alto.
—Ok...— Dijo Ricardo cuando terminó de reír, luego cambió su expresión a una más seria, para decir algo que era un poco obvio. Al parecer Daniel no era el único stiven jokim*—. Nos perdimos por tu culpa, Daniel. Y no te voy a patear el trasero cuando lleguemos— Daniel sonrió algo apenado, y aliviado de encontrarles—. Te axficiaré hasta la muerte— Daniel se alteró un poco por el tono de voz.
—Lo siento tanto.
—Eso no sirve de nada, imbécil— Dijo Nicolás, mirándole con desprecio.
Las primeras palabras que me ha dicho en persona, pensó Daniel con tristeza. Pudo ser peor.
—Oigan, chicos— Los tres chicos giraron en dirección a la voz que se escuchaba un poco a la distancia; era Grace. Salía de unos arbustos. Los chicos le miraron extrañados.
—Nos perdimos buscando a este pendejo— Agregó Ricardo.
La sonrisa de Grace se transformó en una expresión sería, y agregó— Esto me pasa por ser chismosa, por no dejar un rastro y por confiarme en ustedes.
—¿Y ahora qué?— Gritó Nicolás, caminando de un lado a otro—. No falta mucho para el anochecer.
—Si tenemos hambre nos devoramos a Daniel— Dijo Ricardo mirándole con rostro asesino—. Esto es tu culpa.
—Ya lo sé— Dijo Daniel con tono triste; estaba a punto de llorar—, perdón.
Grace exhaló cansada— Bien, caminemos, creo que me acuerdo del camino, síganme.
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La chica comenzó a caminar por el sendero de la derecha. A falta de direcciones los tres chicos le siguieron. Caminaron en silencio un buen tiempo, Daniel tomó un poco de agua pero Nicolás lo observó y le arrebató el envase.
—Es lo mínimo que puedes hacer— Nicolás limpió la saliva de Daniel con su camisa, luego bebió un poco y le pasó el resto a Ricardo. Daniel Nunca había estado tan cerca de él, pero en ese instante preferiría nunca haberlo estado. Su personalidad era bastante dominante e irritante, lo cual le incomodaba.
—No se tomen toda el agua, es la única que tenemos.
—Tenemos cerca un rio, Grace, no te preocupes— Grace le sacó el dedo a Ricardo.
Ya el cielo comenzaba a bostezar y el sol buscaba su ropa para dormir. El sendero por donde caminaban estaba rodeado de grandes árboles y arbustos con distintas bayas—¡No coman eso!— Dijo Daniel al ver a Ricardo y Nicolás tomar algunos de esos frutos—. Junto a un rio a su costado, llegaron a una pequeña casa hecha de madera, con un pequeño huerto y un puente de madera sobre el río.
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—¡Allí!— Exclamó Grace emocionada, señalando la estructura de madera.
—Pero, ¿Es seguro?— Dudó Daniel dando un paso hacia atrás—. ¿Y si quién vive allí es un asesino, o un secuestrador?— Ricardo y Grace comenzaron a caminar por el sendero, pero Nicolás no.
—¿Y si Haminson tiene razón?— Cuestionó con fastidio—. No sabemos quién vive allí.
Los dos jóvenes también se detuvieron. Grace ocupó una gran roca como asiento, pensando— Si queremos saber quién vive allí esperemos en los arbusto a que salga de su casa.
—Mejor vamos y salimos de dudas— propuso Ricardo.
—Si, claro Ricardo— Dijo Daniel irónico—, ve, pregunta y si mueres nos avisas desde el cielo.
Ricardo le miró enojado— Si sigues así de gracioso te lanzaré al río a patadas.
—Estamos perdidos en este bosque, no podemos tomar riesgos porque está anocheciendo— Dijo Nicolás mientras ocupaba la roca junto a Grace.
—Considero la idea de Grace la más viable— Apoyó Daniel, aún intimidado por ser el punto de atención culpable por todo este enrredo—. Quien viva allí debe dejarse ver, solo estemos pendiente de la ventana.
Pasaron quince minutos dónde Grace y Nicolás hablaron de quién sabe qué. Daniel dibujaba en su cuaderno y Ricardo miraba a la ventana y lanzaba piedras al río; allí habían peces que andaban tranquilo.