Prólogo

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Me remuevo en las sabanas de algodón de mi suave cama, la luz del día se filtra con intensidad y apunta directamente a mi rostro, doy vueltas sin parar, hasta que me doy por vencida, es imposible volver a dormir con tanta claridad.

Siento un brazo envolverse en mi cintura, y unos besos suaves y cálidos comienzan a ascender por la parte trasera de mi cuello. Me quedo inmóvil, esperando a que se detengan, un leve cosquilleo se instala en la parte trasera de mi oreja derecha al sentir el roce de una nariz contra ella.

-Buenos días hermosa.

Rápidamente me aparto de mi acompañante llevándome las sabanas conmigo para cubrir mi desnudes.

-¿Qué haces aún aquí Axel? Creí haber sido lo suficientemente clara.

-¿Hasta cuándo vas a estar con lo mismo Sam? Sabes que no eres una chica de una sola noche para mí.

-Y no lo soy, ya llevamos más de dos meses con esto.- Digo mientras tomo mis bragas amarillas que se encuentran en el piso y las deslizo por mis piernas.

-Lo sé, y aún no me dejas ser algo más que tu amigo con derechos. ¿Hasta cuándo? ¡Sam sabes lo que siento!

A este punto de la conversación ya todo se ha vuelto gritos y drama.

-Lo siento, pero desde la primera noche te dije que no ibas a obtener más que esto de mí.- Me dirijo al ropero y saco una camisa de Guns and Roses que era de papá y me la coloco.

-Pues estoy cansado de esto, es todo o nada, entiende que no quiero compartirte con nadie más. Nena, sabes que me voy pronto del país, podrías venir conmigo, vivir juntos, hacerlo oficial.

-¿Por qué tienes que arruinarlo todo?- Tomo mi cabeza con ambas manos y halo mi cabello con desesperación.

-¡Porque te amo! Maldita sea Samantha, estoy enamorado de ti.

Me quedo de piedra ante lo que me ha dicho Axel, luego de unos segundos en los que no hago más que verlo anonadada y de que él me vea esperanzado solo logro decir:

-Largo.

-¿Qué? Creí que

-¡Que te largues Axel! esto se acabó

-¿Es broma? ¿Pero qué estás diciendo? Samantha piénsalo bien, si me voy ahora no voy a volver.

-¡Perfecto, eso es justo lo quiero, me leíste la mente!- digo mientras recojo su ropa que está esparcida por la habitación.

-No no no, piénsalo bien. Luego te puedes arrepentir y ya no estaré aquí.

-Muchísimo mejor- Comienzo a empujarlo por el apartamento hacia la salida, abro la puerta y empujo sus pertenencias entre sus brazos.

-Sam por favor, no nos hagas esto.

-Aquí no hay ningún nos, no hay nosotros ¡entiéndelo!- Lo empujo afuera del departamento, un zapato cae de entre sus brazos, lo levanto y lo arrojo con fuerza a su pecho.- ¡Largo!

Azoto la puerta con fuerza y me dejo caer en ella mientras dejo escapar un bufido y me froto el rostro con fuerza.

Escucho sus gritos alejarse por el pasillo. Ruedo los ojos con molestia. Maldición, eso será el motivo de muchos chismes en mi edificio, justo lo que me faltaba.

Corro al balcón que tiene vista a la calle y me aseguro de que se suba a su auto y se vaya de una vez, pero en vez de eso lo veo gritar como un desquiciado mientras mira hacia mí en tan solo su bóxer negro. Admito que la vista no me desagrada, el muy imbécil tiene un cuerpo de infarto. Corro adentro de mi edificio, tomo una cubeta que está en el baño, la lleno hasta el tope y me acerco al balcón, justo cuando Axel está por subirse a su coche, entonces dejo el frío liquido caer sobre él.

Estallo en carcajadas al escuchar sus chillidos.

-¡Maldita loca, por eso estarás sola toda la vida!

-¡Y así me encanta cariño!- Le doy una sonrisa de autosuficiencia y entro nuevamente a mi apartamento, dejo la cubeta en el suelo del salón y me dirijo al dormitorio.

Tomo el celular de mi mesa de noche y marco el número de mi mejor amiga.

Al cuarto tono me contesta con un alegre:

-Buenos días sami sam.

-Lo serán para ti- respondo

-Oh oh, eso no suena bien. ¿Qué ha pasado?

-Axel lo arruinó.

-¡No!

-¡Sí! Y de verdad es una pena, me encantaba esa dulce tableta de chocolate blanco.

-Sabes qué nena, no te preocupes. Es fin de semana, pásate por la casa a las 6, hoy nos iremos de rumba. Quizá y con un poco de suerte te encuentres con tu próximo galán. Uno nunca sabe.- Sin tener que verla, sé que tiene una sonrisa maliciosa en su rostro.

-Me encanta la idea, nos vemos más tarde.

-¡Besos!

Cuelgo la llamada y me tiro en la cama. Maldito idiota, ¿por qué tenía que joderlo todo?

-Lo siento Axel, pero no puedo volver a entregarle mi corazón a nadie.

Jamás.

Mi Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora