Mordí mis labios con lentitud.
Eran incontables las horas que habíamos dedicado, la verdad es que no nos tomó a Eliot y a mi menos de tres años aprendernos a la perfección todo. Pero si algo había estudiado en especial, y aún más que al señor Gianni Vitale, era a sus hijos. Desde un inicio supe que esos hombres iban a ser un problema para mi. Pero solo hasta ese momento cuando tuve la respiración agitada de uno de los Vitale en mi cuello entendí la razón detrás de mis presentimientos.
A pesar de que un sentimiento de desconcierto y un sin sabor amargo empezaban a formarse en mi interior, no di cuenta de ello en el exterior. Esa era una de mis más valoradas cualidades. Ya que a diferencia de la gran mayoría los hombres yo había desarrollado la capacidad de enmascarar mis pensamientos, de controlar mis instintos más primitivos, y aún más valioso, de suprimir todo rastro de emociones.
Pero no me malinterpreten, es evidente que las emociones si corrían por mis venas. Simplemente siempre he sido una mujer lo suficientemente lista como para saber en que situaciones era conveniente dejarlas salir.
Así que cuando tuve en frente por primera vez a los gemelos supe de inmediato que no debía bajar la guardia. No tardé más de un segundo en estar segura de que debía ocultar el efecto que producían estos de mi. Y aún más importante, con solo verlos a los ojos el fuego en mi interior me hizo saber que estaba en el lugar correcto.
Estudié cada pequeño detalle de sus vidas meticulosamente, conocía sus más oscuros secretos, había sido su sombra. De hecho había sido la sombra de todos en aquella habitación por más de una década. Por eso mi desconcierto fue tan grande cuando me di cuenta que a pesar de saberlo absolutamente todo sobre aquellos adonis, aún me sentía malditamente perdida cuando el par de ojos negros y azules no dejaban mi cuerpo.
No se debe jugar si no es para ganar. Y en aquel juego la ventaja estaba de mi lado.
— No deseo bailar con ustedes más de lo que ustedes desean bailar conmigo, solo he venido a reclamar lo que me pertenece. Y si no ha sido lo suficientemente observador señor Demon, hace algunos minutos usted se ha convertido en mi propiedad.
Ambos hombres permanecieron en silencio, sin embargo sus miradas seguían fijas en mi cuerpo. Estaba segura de que un brillo de sorpresa empezaba a formarse en sus ojos.
— Un baile es todo lo que ha comprado. Y un baile es lo único que recibirá de nosotros. - Se dirigió a mi por primera vez Ángel Vitale.
La nueva actitud hostil de los gemelos no era una sorpresa en absoluto. Nadie en aquel lugar estaba acostumbrado a recibir ordenes de una mujer. Mis garras picaban y mi lengua se calentaba con solo mirarlos. Pero si quería inmiscuirme en la vida de ese par debía saber conservar mi compostura.
Acorté la distancia que había entre ambos hombres y mi cuerpo. Lo suficiente como para que hasta un susurro fuera escuchado claramente. La tensión era palpable.
— No deseo que se malinterpreten mis intenciones caballeros. Un baile es todo lo que necesito, después de todo estoy profundamente convencida de que no tienen nada más para ofrecerme. Nada que me interese, o que pueda complacerme en los más mínimo.
Directo a su ego.
No importaba en verdad cuan atractivos fueran, no importaban sus ojos hipnotizantes o sus cuerpos fornidos. Por que al final del día seguían siendo parte de la misma escoria. Eran iguales a su padre, o tal vez peores. Eso estaría por verse.
Demon Vitale pareció no estar interesado en perder más tiempo conmigo. Su mirada pasó a su hermano nuevamente y el extraño juego de idiomas volvió a presentarse. Me encantaba llevar la delantera.
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Angelical Inferno
Teen Fiction"Que el cielo arda en llamas y el infierno se rinda ante el frío". Los gemelos Vitale gobernaban Italia, Demon era el peligro y Ángel la tentación. Cuando Nessa Bianchi llegó a sus vidas lo último que cualquiera sospechó es que aquella diosa hecha...