Pequeña Investigación

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Eran las 19:20 cuando Mike despertó. Tenía dos llamadas perdidas de su jefe, asi que aún tumbado en la cama devolvió la llamada. Nada más se descolgó el teléfono, su jefe le comenzó a gritar, pero a Mike eso ya le daba igual. De hecho se sentía bien haber molestado a ese subnormal. Cuando paró de gritar sus tonterías, terminando con el típico "Espero que tengas una buena excusa", Mike comenzó a hablar. Tenía una buena excusa, esa es la verdad, pero tras ese pequeño incidente había decidido cambiar de vida, y eso empezaba con su trabajo.

-Dimito.

-¿Cómo que dimites? No puedes hacer eso, menos ahora. ¿Qué quieres?¿Que te aumente el sueldo por al mierda que haces? No lo conseguirás, asi que será mejor que mañana vengas temprano para avanzar en todo el trabajo retrasado que tienes.

-He dicho que dimito. Buenas tardes.

Mike colgó. Hacía tiempo que no se sentía tan relajado. Volvía a manejar las riendas de su vida. Decidió volver a tomarse una ducha. En el baño, su reflejo en el espejo le asustó. Tenía parte de la cara hinchada, y varias manchas moradas y rojas repartidas por su cabeza. La verdad es que le dolía bastante, pero tras la ducha se encontraba mejor. 

Pensó que lo más correcto sería quedarse en casa y ponerse hielo en su mandíbula hinchada, pero prefirió salir  a dar un paseo. ¿Qué habría pasado con su moto? No creyó que se la llevaran sus secuestradores, y decidió volver a donde le habían atacado. Todo el mundo le miraba por la calle sin el más mínimo disimulo. Cuando llegó, pensó que la suerte no estaba con él. No sabe por qué pero esperaba encontrarla aún al lado del semáforo. Supuso que como las llaves seguían puestas alguien la habría robado. Pero ya no le importaba mucho, y tampoco quería volver a comisaría a denunciar el robo.

Regresó a casa sin saber qué haría ahora, así que decidió encender su portátil. Aún tenía ahí todas las cosas del trabajo, y varios correos que le habían enviado durante el día, pero lo borró todo. Volvió a pensar en el Superintendente, y decidió investigar sobre él. Nada más poner Superintedente en el buscador, éste le recomendó Jack Conway, y lo pulsó. Miles de links a periódicos aparecieron ante sus ojos. Todos eran de noticias de casos que había resuelto, al parecer muy importantes. Lo único que averiguó fue su nombre, su edad y que una vez había recibido un disparo en la pierna del que se recuperó sin efectos secundarios. Pero el quería más información, y cayó en la tentación de volver a utilizar los trucos sucios que había aprendido durante la universidad para conseguirla. Sabía que se había jurado a sí mismo dejar esa vida atrás, pero el interés que ese hombre le despertaba era demasiado fuerte.

El portátil con el que estaba no le servía, pero aunque hasta el momento abandonado, se había traído su ordenador con el que solía realizar todas sus "operaciones". Lo instaló rápidamente en su mesa, y sin pensarlo mucho y con poco esfuerzo, entró en los archivos privados de la comisaría de Los Ángeles. Podría haberse distraido con el archivo que era sobre él, pero como tarde o temprano iban a notar aquel acceso ilegal, era mejor para su anonimato no hacer nada que lo delatara. 

Tras 5 minutos buscando, encontró los datos de Conway. Su dirección no era más que un par de calles más abajo de la calle de su edificio. Vió también que había muchas menciones de honor en su ficha desde que había empezado a servir. Eso explicaría su distinguido puesto a tan temprana edad. No encontró nada sobre su estado civil, indicando que probablemente era soltero. Mike no se había dado cuenta, pero ese último dato le había alegrado. Por último, encontró una foto de Conway de hará unos diez años, con la edad que tenía actualmente Mike. Ni el pelo ni la mirada habían cambiado, aunque carecía del tan característico gesto que ahora siempre tenía Conway del ceño fruncido. A pesar de eso, por extraño que fuese, Conway era más atractivo ahora que de joven. Decidió descargarse todo el fichero del "Superintendente" (cada vez que recordaba ese nombre le entraba la risa) en su ordenador y dejar por hoy su pequeña investigación privada.

Código 10-29Donde viven las historias. Descúbrelo ahora