4. ¿Puedo besarte?

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Caminé escaleras abajo, aún algo aturdido por lo que Zec me había dicho.

Me acerqué a la cocina en donde Tamara estaba preparando mi comida. Cuando entre Tamara estaba tomando un vaso de agua y Zec estaba sentado en un banco con los codos sobre la isla.

—No veo que estés haciendo algo— bromee con Zec

—Yo tampoco veo que tu estés haciendo algo.

Tamara rió nerviosa y puso enfrente de mi un plato con 3 sándwiches más.

Esto definitivamente era el jodido cielo.

Justo cuando iba por el segundo bocado recordé que tenía que invitar a Tamara al baile, Zec tenía razón. Ella se merecía que la invitara de manera forma aún cuando no era una cita ni nada parecido.

—Oye, ¿Quieres ir conmigo?

Zec me atravesó con la mirada, ¿Qué le pasaba? ¿Acaso no era lo que quería?

—¿Cómo?— preguntó Tamara confundida

—Ir a la fiesta conmigo, como mi cita. Así estarás al tanto de todo— dije con la boca llena

Ella lo pensó un instante y luego encuadro los hombros.

—Es que yo no tengo ropa para esos eventos.

—Estoy seguro que Zec tiene una solución— mi mirada cayó hacía mi amigo

—Por supuesto, irás a ver lo del traje de Alex y puedes pasar a hacer una cita con un estilista e ir a una boutique a comprarte un vestido... rojo. Definitivamente tiene que ser rojo, tu piel es blanca sin llegar a lo pálido te verás perfecta con ese color.

Tamara nuevamente se tiñó de rojo y asintió.

—Entonces iré con el sastre y a eso...—dijo Tamara recogiendo sus cosas

—Ocupas las medidas de Alex, ¿no?— preguntó Zec

Iba a decirlas pero Tamara negó y dijo con una sonrisa.

—Las tengo.

Zec abrió los ojos y yo también, eso sonó algo mal.

—Es decir, yo me encargo de eso... y tengo que saberlas.

Eso sí tenía sentido.

Se excusó y salió corriendo antes de poder pedirle que me hiciera otro sándwich.

—No puedo creer que esa chica siga soportándote.

—¿Disculpa? Hasta donde yo se no soy un mal jefe.

—Ya claro, ella está enamorada de ti y el único que no lo ve eres tú.

Y salió de la cocina dejándome solo nuevamente.

¿Ella enamorada de mí? No, eso ya estaba totalmente superado. Lo recordaba perfectamente.

Mi cuarto definitivamente no era lo suficientemente grande para mí, aún estaba estresado y sentía como las cuatro paredes se escogían con cada segundo que pasaba.

Mi proyecto no estaba funcionando como me abría gustado, aunque solo era un pequeño detalle. Un detalle que estaba pasando por alto.

¿Puedo entrar?— la cabeza de Tamara se asomó por la puerta.

Asentí y la invité a entrar.

Ella entró y puso en mi escritorio un vaso de jugo de naranja y unas tostadas con mermelada.

—Mi madre ha insistido, dice que pasas mucho tiempo aquí—. Explicó y miró al rededor con curiosidad.

No había nada nuevo, todo seguía igual.

—Bien.

Fije nuevamente mi vista en computadora hasta que me di cuenta que la pequeña Tamara seguía de pie observándome detenidamente.

—No me gusta que me vean... fijamente— agregué mirándola

Se tiñó de rojo y bajo la mirada, no dejaba de moverse como una lombriz cosa que resultaba estresante.

—Alex...

—¿Sí?

Su mirada se fijó en la mía y en un abrir y cerrar los ojos se inclinó hacía mi hasta quedar muy cerca de mi cara.

—¿Puedo besarte?

—¿Qué?— fruncí el ceño y traté de apartarla

—Besarte— se mordió su labio en un intento de su juego de seducción.

Me reí, nunca me había reído tanto en mi vida, no lo hice en una mala forma sólo que no podía tomarlo.

Ella era hija de la mujer que nos "adoptó" incluso con mis 10 años le hice una promesa a esa mujer. Jamás le daría problemas, y tirarme a su hija era un problema.

Tamara se puso rígida y se apartó de mí con la cara totalmente roja.
Esta vez mordió su labio pero estaba seguro que lo hacía por otra cosa.

—Lo siento Tamara, pero creo que deberías irte.

Traté de fingir seguir trabajando, pero era inútil hacerlo bajo su atenta mirada.

—Me gustas Alex.

Dejé de teclear, y me tensé. Aún así, conseguí responder.

—Claro.

—Me gustas Alex, es en serio.

—¿Cuántos años tienes? ¿10?

Apretó las manos a su costado cuando me giré a verla.

—Creo que sabes bien mi edad, Alex.

—Sí, tienes la misma edad que mi hermana. Eres una niña Tamara—. Rodé los ojos

—Soy una adolescente, igual que tú— me espetó y se cruzó de brazos

—Mínimo soy mayor de edad, sólo vete Tamara— señalé la puerta con mi barbilla

Ella asintió muchas veces y sin hacer más drama, cosa que pensaba que haría, salió de mi habitación y jamás volvió a llamarme Alex.

Salí de mi ensoñación y subí escaleras arriba para darme una ducha y rasurarme un poco.

Zec había vuelto y se encargó de organizar hasta el último detalle del día siguiente, estaba ansioso. Sólo quería que las cosas marcharan bien para mí y la empresa.

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~Todo por ti~  #HW2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora