ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟛𝟛

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Juliana

Valentina y yo nos terminamos de vestir, su padre miraba hacia otro lado, nos vio de reojo al ver que ya estábamos casi lista, vi a Val colocarse la blusa con torpeza, sus manos temblaban, la tomé y ayude a ponérsela, me miró a los ojos, veía miedo en ellos, acaricie su mejilla para tranquilizarla, el contacto duro unos segundos.

-¡No la toques, asquerosa! —escupió agarrando a Val por la muñeca y la jalando con fuerza.

—Usted es quien no debería tocarla —le dije con molestia

—Que aberración acabo de ver, Valentina —se dirigió a Val. —¿Que asquerosidad estabas haciendo?

—Usted vio muy bien lo que hacíamos —respondí, este me miró —. Y no es ninguna asquerosidad.

—¡Cállate, desviada!

—Su hija y yo estamos enamoradas —le dije, vi el brillo en los ojos de Val.

—Que estupidez hablas, mi hija no siente nada por ti, que ridícula, no tendría sentimientos impuros por una mujer.

—Te equivocas, papá —miró a Val —. Estoy perdidamente enamorada de Juls —mi corazón se aceleró al oír eso, sonreí, pero mi sonrisa se esfumó cuando él hombre golpeó a Val haciéndola tambalear.

—¡Maldito! —dije enojada y me lance sobre él y le di un fuerte golpe en el rostro haciendo que chocará contra la pared, me acerque para volver a golpearlo pero alguien más se abalanzo sobre mi cayendo juntos al suelo comenzó a golpearme el rostro, era Sebastián.

—Acaba con esa asquerosa perra —le ordenó —. Tú y yo nos vamos —vi que tomó a Val del brazo y la jalo fuerte hacia la salida, le di un fuerte rodillazo a la entre pierna, me soltó y se retorcido de dolor, me levante, lo agarre de la camisa y le di dos golpes en el rostro y otro rodillazo en el estómago, lo deje tirado en el suelo, salí algo mareada por los golpes que me había dado Sebastián, vi a León forcejear con Val, ella no quería caminar, camine rápido hacia ellos, al ver que ella no quería entrar al auto volvió a pegarle, pero esta vez más fuerte, me enfureció, acelere el paso y volví a lanzarme contra él comenzamos a forcejear en el suelo, los golpes iban y venían, aun que los de él eran más pesados, sentía el rostro arder y líquido rojo caer por mi nariz, boca, frente, en una pude golpearlo varias veces, pero nuevamente sentí sus golpes en mi rostro.

—¡La vas a matar, papá! —oí gritar a Val.

—Eso es exactamente lo que quiero hacer —dijo, golpeó varias veces mi estómago haciéndome caer de rodilla al suelo, no tenía energías, mire a Val que tenía lágrimas en los ojos, volví mi mirada a León no se como pero tenía una enorme roca en sus manos —. No dejare que una desviada esté con mi hija.

—Ella no es tu hija —le dije, su semblante cambió, se impresionó.

—Me encargaré de que nunca puedas hablar —dijo con odio, levantó la roca para golpearme, pero a los segundos vi a alguien lanzarse contra él, se coloco sobre él y comenzó a golpearlo de una manera desproporcionada.

—¡Basta, tío! —exclamó Val, él hombre se detuvo y se levantó dejando a León en el suelo, el que era su tío respiraba agitación, se acercó a Val la reviso y luego me ayudo a levantarme.

—Será mejor irnos —sugirió el hombre, Val me miró y tomó mi mano.

—Vámonos —dijo.

—Ve con él, los seguiré en mi auto —le dije, ella asintió y se fue tras él, yo camine hacia mí auto como pude, entre y lo encendí y seguí el otro auto, vi por la ventana que Sebastián salía del viejo pajar con dolor.

La hija del Pastor [Terminada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora