Dos malditas semanas sin noticias.
¡No había pistas, no había indicios, nada de nada!
Era como si todos los rastros se los hubiera tragado la tierra y lo único que encontrábamos era información basura.
- Jodida mierda - vociferé al revisar por octava vez el computador esperando recibir un correo de Demián mandando noticias.
Todo este asunto me estaba frustrando más de la cuenta. Traté de tirar mis cabellos hacia arriba pero el movimiento provocó un dolor punzante justo en mi hombro. No había tenido suficiente reposo como me habían recomendado. Prácticamente obligue a mi hombro a moverse, no podía darme el lujo de vagar.
Descansé mi cabeza sobre el respaldo del asiento, me encontraba en mi oficina, cerré los ojos en un intento desesperado de detener mis pensamientos, esperando conseguir un poco de tranquilidad. Dicha tranquilidad se fue a la mierda cuando tres toques a la puerta resonaron en la oficina.
- ¡¿Qué?!
No hubo respuesta.
- ¡Está abierto!
Sólo silencio.
Me levanté del asiento dejando mi arma sobre el escritorio. Estaba a tres pasos de la puerta cuando ésta estalló en mil pedazos frente a mi. El estruendo fue tan abrupto que terminé estrellada el suelo y golpeando mi cabeza contra la pared más cercana.
- Mierda
Unos pasos resonaron, anunciando su ingreso a la habitación. Traté de levantarme al instante pero un golpe en mis costillas me llevó de vuelta al majestuoso suelo. Mis pulmones ardieron por la abrupta falta de oxígeno por unos 3 desesperantes segundos hasta que pude ingerir una bocanada de aire.
- ¿Me extrañaste?
Una risa se escapó de mis labios al reconocer esa voz teñida de amargura.
- ¿Eso es una pregunta retórica? - cuestioné mientras contenía una carcajada.
Otro golpe, esta vez más fuerte, logró nublar mi vista por unos segundos. La herida me estaba punzando.
- Alguien no conoce el concepto de mantener la boca cerrada - soltó la voz femenina a la vez que un par de risas la acompañaron desde el fondo.
- Entonces si era retórica - respondí.
Esta vez el golpe fue auspiciado por un material desconocido para mis costillas.
¿Madera tal vez?
- Escuchen todos, The Evil Queen agoniza - la dichosa golpeadora se hincó a mi lado - Dime ¿Qué se siente estar abajo ahora?
- No lo sé, no tengo experiencia en el área ¿Deberías responder tu? - una media sonrisa se asomó por su boca dándole un aire tétrico. No pasaron ni dos segundos cuando sentí su puño estrellándose contra mi mejilla, provocando que esta se llenara de sangre.
- ¿Aún no le temes a la muerte? - cuestionó.
- ¿Tú no? - la desafié con la mirada.
Oh mi querida Alicia, te extrañe
Mi vieja amiga tenía la mirada inyectada en sangre y una chispa delataba su emoción al verme bajo su merced.
Ingenua
- Yo ya estuve muerta y todo gracias a ti.
- Y créeme que no me molestaría hacerte sentir eso de nuevo..
Su mirada se endureció recordando algo que de seguro pretendía olvidar.
- ¿Cómo? Estas sola ¿No lo ves? - hizo un ademán con ambas manos demostrando que no había nadie más en la habitación, nadie de mi lado por lo menos.