Diez minutos más tarde, salí de la habitación. Las chicas se habían quedado fumando, pero yo había tenido suficiente con un par de caladas.
Me dirigí al baño ante la necesidad de vaciar mi vejiga, hice lo que tenía que hacer y salí de allí.
- Conque no eres tan niñata- dijo una voz que reconocí al instante.
- ¿Qué quieres, Mason?- pregunté rodando los ojos.
Estaba apoyado en la pared que estaba frente a la puerta del baño, y se notaba a leguas que estaba algo tomado.
Tomándose su tiempo, se acercó a mí a paso lento, para tomar un mechón de mi cabello y acariciarlo suavemente.
- Tienes algo, Hoffman- fruncí el ceño.
- ¿A qué te refieres?
- A que no te creo el papel de niña buena. No bebes, sacas buenas notas ¿Por qué llegaste al instituto a mitad de año?
Bufé.
- Mason, estás borracho. Mejor vete y deja de meterte donde no te incumbe.
Intenté pasar por un lado y el muy idiota me impidió el paso.
- Puedo estar un poco tomado, Luciana; pero sé muy bien que esta no es la primera vez que coincidimos en la vida. Sé que te he visto antes, así que dímelo.
Me quedé unos segundos mirándolo fijamente. Sus ojos color miel me escrutaban como si fuese un difícil problema de matemáticas, mientras sus manos se posaban a ambos lados de mi rostro, impidiendo mi escape.
Entonces lo recordé. Las memorias llegaron a mí rápidamente y no pude evitar que mi respiración se acelerara. Esos ojos color miel, que tanto me reconfortaron en el peor momento de mi vida. De mi antigua vida.
Por supuesto que no me recordaba, eramos apenas unos niños. Lo que para él fue un día más, para mí fue el día que mi vida cambió. Mi antigua vida.
Pero, este Mason no es aquel que yo conocí.
Mis ojos se aguaron, mientras intentaba alejar el dolor.
- No sé de qué hablas, Mason. Déjame ir- frunció el ceño.
- ¿Por qué me mientes?- dijo algo más cerca de mi rostro- No estoy loco, Hoffman.
- Y no digo que lo estés. Quizás me estás confundiendo con otra persona.
- Por supuesto que no. Estoy muy seguro de que te he visto- dijo algo molesto.
- Pues, quizás nos hemos visto en alguna heladería o algo así. Quién sabe.
Me miró como si no creyera lo que le decía, mientras por mi mente pasaban todos nuestros momentos juntos.
- Vete a casa, Mason- dije mientras lo empujaba y me alejaba rápidamente del lugar. Esta vez no me detuvo, sólo me miró confundido.
Me acerqué al salón buscando una forma de distraerme. Vi a un grupo de chicos en un círculo, bebiendo no se qué.
- Dame- dije arrebatandole la botella a uno de ellos, mientras los demás abucheaban.
Bebí rápidamente, sintiendo el líquido amargo por mi garganta, pero no me detuve. Le entregué la botella de vuelta, mientras me castigaba a mí misma.
¿Cómo pude no darme cuenta? Ha estado a mi lado todo este tiempo, y no lo noté. El esfuerzo de tantos años, por dejar el pasado atrás, se veía dañado.
Los siguientes minutos me los pasé bailando. Mis amigas no estaban a la vista, así que sólo bailé con un par de chicos y un grupo de chicas que resultó ir en mi clase.
Ya cansada, me encaminé al patio trasero, para tomar algo de aire fresco. Me senté en las escalerillas, y apoyé mi cabeza entre mis manos. Cerrando los ojos, dejé los recuerdos volver.
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- No había de fresa, pero la enfermera me dijo que la de uva también estaba rica- dije entregándole la jalea.
- Gracias, corazón- respondió, recibiéndola y dándome la mejor sonrisa que pudo.
Sus ganas eran casi nulas esos días y era comprensible, estar sometido a tantos tratamientos, mientras se lucha contra una enfermedad, no debe de ser fácil.
Lo miré comer, mientras intentaba mostrarme su mejor cara. Yo no era tonta, y sabía que no se sentía tan bien como para sonreírme, pero lo intentaba.
- Pero que niña tan linda tienes, Nick. Toda una princesita- dijo Avery, la señora del aseo.
- Así es, toda una princesa- respondió papá, estirándose y dándome un beso en la frente.
- ¡Papá! No hagas fuerza, te puedes hacer daño.
- Por favor, bebé. ¿En serio crees que algo tan simple como un beso podrá contra mí?
- No debes hacer fuerza, papá. Eso dijo la doctora.
- Ya- respondió, rodando los ojos- Eres tan mandona como tú sola, Lucy.
Lo miré feo, de broma, y él se rió. Pero paró cuando notamos que mamá estaba en la puerta, con los ojos hinchados.
- ¿Qué pasó?- pregunté
- Nada, Lucy. Sabes que los gatos me dan alergia y había uno en la cafetería- dijo, pero sé que es mentira. Siempre me tratan como si fuera una tonta que no sabe nada- ¿Por qué no bajas y compras algo que te guste? ¿Un helado, quizá? - siguió, sacando un billete de su bolsillo y entregándomelo.
No tenía hambre, pero sabía que quería que saliera para poder hablar a solas con papá.
- ¿Está todo bien?- pregunté, tomando el dinero.
- Claro que sí, corazón. Ve- intervino papá.
Lo miré por unos segundos.
- Bien- dije, acercándome y dándole un beso en la mejilla, lleno de amor. Al intentar alejarme, me acercó de nuevo, envolviéndome entre sus brazos.
- Te amo mucho, bebé- dijo, tomando su rostro entre mis manos, y dándome otro beso en la frente, haciéndome sonreír.
- Y yo a ti, papi. Ya vuelvo.
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Un golpe en mi hombro me sacó de mi ensoñación, haciéndome limpiar mis lágrimas muy rápido. Mentalmente, me obligué a apartar los recuerdos y enfocarme en el presente.
- ¡Aquí estás! Te he estado buscando por todos lados- dijo Sophie.
- Sólo estaba tomando un poco de aire- fingí una sonrisa, y me miró con curiosidad- Estaba algo mareada- terminé de aclarar.
- Deberías, me enteré que andas robando licor allá adentro- dijo riendo, y yo le seguí.
- Sólo, ya sabes, estaba algo aburrida.
- Claro, claro- respondió, soltando una carcajada.
- ¿Por qué me buscabas?- le pregunté, y noté entonces que tenía mi bolso en la mano.
- ¡Ah, sí! Tu móvil estaba sonando, supongo que puede ser importante.
Saqué el aparato y note que tenía mensajes de Eric, de hace diez minutos.
- "Cielo, ya voy en camino"
- "¿Lucy?"
- ¡Demonios! Eric ya viene en camino. ¿Se nota que bebí?- le pregunté, entrando en pánico. Dios, no debí beber tanto.
- Sólo... intenta hablar lo menos posible, para que no lo huela. Y no lo mires mucho, tienes los ojos un poquito rojos- la miré con sorpresa.
- Bien, callada y sin mirarlo.
- Y si hablas, frases cortas.
- Bien, puedo hacerlo.
Mi móvil vibró en mi mano, era una llamada. Me tomé mi tiempo antes de responder.
- ¿Ho...- saludé con miedo.
- Estoy afuera, tienes 2 minutos para salir de allí, si no quieres que entre y te saque a rastras, Luciana- me interrumpió, para luego cortar la llamada.
Alterné mi vista entre el móvil y el rostro de mi amiga.
- Estoy muerta- le dije, dirigiéndome a la salida de la casa.
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Buenos días, buenas tardes, buenas noches, mis queridxs amigxs. Buenas noches, en mi caso. No se si lo han notado, pero al parecer mi cerebro sólo funciona en las noches.
Sí, estoy de vuelta. Sí, me demoré la vida y lo siento, sé que se quedaron con las ganas el capítulo pasado. Para los que no leyeron mi anuncio, he tenido muchas tareas y trabajos, y supongo que ustedes están igual. Así que por eso no había actualizado.
Bueno, espero que el capítulo haya cumplido con sus expectativas, o les haya gustado. Recuerden que si fue así, pueden dejar su estrellita.
Ahora, cambiando de tema. Chicxs, ¡¡¡la historia tiene más de 4k lecturas!!! Es que no lo puedo creer. Muchas gracias por leerme y darle espacio en el mundo a mi historia.
Lo he estado pensando y voy a crear alguna copia para tenerla por si acaso. Wattpad a veces falla, o no falta el malintencionado que denuncia, y no me perdonaría que me borren todo mi esfuerzo, ni que ustedes se queden sin esta historia. Tiene advertencia de edad, pero quién sabe.
Deje su estrellita, su comentario, o nada si quiere, jajaja. Asumiré que les gustó. Saben que se pueden expresar en los comentarios.
Eso es todo beibis, cuidense mucho. Espero leernos pronto. XOXO