Los días pasaron.
Había recuperado parte de aquella estabilidad emocional y mental que tanto me había hecho falta en días anteriores. Me mantenía con buenos ánimos la mayor parte del tiempo. La confianza en mí misma, al igual que mi autoestima y la tranquilidad habían vuelto, y me sentía bien.
Definitivamente el medicamento me ayudaba de una manera impresionante, y me encontraba motivada a continuar con mi tratamiento para algún día, tener que abandonar la medicación y poder controlar mis sentimientos, emociones y mi enfermedad yo sola.
Había días buenos, la mayoría lo eran. Días donde solía pasar momentos especiales con mis amigos, platicar con Maeve sobre cosas en común o nuestros sentimientos respecto a temas específicos, como lo eran los chicos y nuestras relaciones.
Días sola, disfrutando y gozando de pequeñas cosas como ver películas en mi habitación o siendo consentida por mi tía al prepararme mi comida favorita, o simplemente, escuchando música, recostada sobre mi cama en plena oscuridad. Esas pequeñas cosas que el fondo me hacían feliz.
Días donde disfrutaba y aprovechaba la compañía y el amor de Ross al máximo. Fines de semana largos y a su lado, visitando a su familia, saliendo a caminar al parque, yendo a lugares divertidos o simplemente intercambiando miradas, besos y roces en su habitación, o en la mía.
Pero también había días pésimos. Días donde por mucho medicamento que continuara tomando, simplemente parecía ser el fin del mundo para mí.
Mañanas con ansiedad, ratos en la preparatoria con crisis nerviosas, tardes sufriendo y peleando contra la depresión, y noches llorando hasta dormir. Hasta días completos sintiéndome insuficiente y completamente temerosa de todo.
Era una mezcla de sentimientos buenos y malos, pero aquí estaba.
Ross se mostraba emocionado por mi mejora, e incluso aunque en ocasiones parecía haber retrocesos, siempre continuaba apoyándome y lograba hacerme sentir mejor cuando en mi mente aparecían pensamientos deprimentes.
Por otro lado, mi ciclo y el de todos mis amigos en la preparatoria, estaba a punto de llegar a su fin.
Lo único de lo que escuchábamos hablar la mayor parte del tiempo que estábamos en clases, eran los exámenes finales, y el tan esperado Baile de Graduación.
Literalmente podías caminar a través de los enormes pasillos de la escuela y escuchabas al resto de los estudiantes hablando sobre sus calificaciones, trabajos finales, sus largas horas de estudio para los últimos exámenes de la preparatoria, el baile, los candidatos a rey y reina del baile, y sobre quienes votarían para que estos se llevaran la corona.
Una ligera brisa de aire chocó contra mi cara en cuanto un chico abrió una de las puertas a mi lado, mientras pasaba justo por ahí.
El viento despeinó un poco mi cabello ondulado y Maeve apareció de repente, mientras caminaba rumbo a mi casillero.
El timbre de salida había sonado desde hace ya unos minutos, y lo único que me quedaba por hacer dentro de la preparatoria era guardar mis cosas y buscar a Ross en el estacionamiento, pues pasaríamos la tarde juntos.
—No tienes idea de cuanto odio a la maldita profesora de Literatura. Es una perra, siento que reprobaré su materia y jamás me graduaré —me dijo la rubia, mientras pasaba dos de sus dedos por la frente, intentando calmar su enojo.
—¿Lo dices por el examen que recién hicimos? —pregunté, riendo.
Ver a Maeve Jones enojada, completamente estresada o ebria, era de las mejores cosas que te podía pasar en el mundo. A menos de que se encontrara enojada contigo.
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BLANCO Y NEGRO // Ross Lynch
FanfictionSin colores, en blanco y negro. Así era como ella veía el mundo. Pero cuando estábamos juntos, su mundo se pintaba de colores. Y los atardeceres eran los más bellos que había contemplado en mi vida. ⚠️ CONTENIDO ADULTO ⚠️ 》PROHIBIDA LA COPIA Y/O ADA...