-5-

32 7 1
                                    

Y así fue el día siguiente, cuando todos estaban enfundados en trajes de gala negros y casi todos parecidos. Evan había pasado por su novio y lo escoltó hasta dentro de la fiesta donde de nuevo Bruno se encontró con Marina, vestida igual de negro que el resto de hombres y como ninguna otra mujer iba vestida.

—Marina. Estás guapísima —dijo Bruno sujetando ambas manos que había estimado en forma de saludo.

—Gracias —viendo el little black dress de Chanel que llevaba.

—¿No ha venido Everett contigo?

—No —dijo sin más —, a él los eventos formales no le agradan mucho.

—Ya veo —dándole una copa de la charola de un camarero qué pasó para ofrecerla.

—¿Y, qué tal te adaptas a la familia Álvarez?

—Bien. Supongo que bien, no les he tratado mucho pero...

—Bruno, Marina —anunció Angelina acercándose a ellos —, me da mucho gusto que hayáis podido venir. Quiero que conozcáis a Celine, la prometida de mi hijo Benedict. Marina es una gran empresaria española y una queridísima amiga de la familia y Bruno, el novio de mi hijo Charles —señalando al chico frente a ambas.

Ahí entendió a Eve. No quería ser el esposo de Marina, por mucho que se cansara en repetir que no era así. En casa Álvarez tenía un lugar en la mesa de los hombres por extensión de conocer a Evan, pero no tenía un rango de jefe, a comparación de Marina, que había sido presentada como una empresaria y la jefa de su cada recién formada. Bruno lo tuvo claro antes de saber siquiera que ahí todos eran alguien.

Ahí estaba él, con las consortes de los hombres de la familia, cosa que él no era y por ello tenía el rango más bajo de las tres mujeres que había frente a ellas.

Marina fue la primera en saludarla e intercambiar un par de palabras con Celine. Vio que efectivamente Marina no era como el resto de mujeres: con su vestido negro de Chanel de la última colección, con la forma en que primero extendió su mano y luego, por petición de Celine, dio dos besos. Entendió pronto que debía cumplir con su papel, a pesar de la mirada de desconfianza que tuvo aquella chica con él, a quien saludó con dos besos que fueron más sonido que contacto físico.

Parecía que a Marina no le importaba estar con él, después de todo sus negocios no eran compatibles con los de los Álvarez. Y como había sido con Tom, Bruno se había vuelto en poco tiempo en el mejor amigo de Marina que aprovecharía su estancia ahí para hacer cosas con él.

—¿Cómo va el hotel, Marina? —preguntó Angelina viendo a la chica a la que tenía especial admiración.

—Pues... va. Un poco lento pero estamos lanzando una campaña digital para...

—¿Trabajas en un hotel? —interrumpió Celine.

—Es la encargada de gestionar el hotel de su familia en Gran Canaria.

—¿Un hotel de lujo? —inquirió Celine de nuevo.

—No —aseguró Marina un poco harta de la insolencia de esa mujer —. Todo lo contrario, es un hotel totalmente familiar y accesible. Eso genera más si lo quieres ver... desde ese aspecto.

—Vaya. Toda una mujer emprendedora... —queriendo que Bruno la apoyara, después de todo notó que, como ella, también él carecía del abolengo necesario para encajar ahí. Pero no, él estaba viendo a su amiga atento.

—Ya —dijo asintiendo y cambiando la mirada hacia Angelina —, ¿y cómo están las merinas?

—Pues muy bien. Hemos adquirido doscientas cabezas más, la mitad vienen de Australia y hemos ampliado la producción a productos locales. Queremos lanzar nuestra propia marca.

El Primer Paso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora