ETERNAL HARVEY

CAPITULO II

Desde tiempos remotos nos hemos preguntado a donde vamos los pecadores al terminar el ciclo de nuestra vida, conocemos muchos mitos y leyendas que quizás ni siquiera la más mínima parte se asemeja a la realidad, ¿será realmente un lugar terrorífico lleno de criaturas diabólicas? ¿arde tanto como dicen?, eso se preguntó Harvey alguna vez.
Claro está que comprobó que el averno no es para nada un lugar bonito. Algunas bocas dicen que existen muchas puertas de entrada esparcidas por toda la tierra, y otras dicen que simplemente está siempre bajo nuestros pies.
Harvey se decidió por la primera alternativa, después de haber andado sin rumbo alguno por ciento treinta años, se detuvo en Escocia.
Luego de tanto tiempo al fin lo había entendido, no era una puerta lo que buscaba.
El infierno siempre estuvo con él, al comprenderlo se dio cuenta de lo estúpido que había sido.

Rendido y agotado en medio del denso bosque estaba Harvey, no veía ningún camino delante de él, simplemente daba un paso delante otro, así había sido hasta ahora, corría hacia un lugar que ni sabía cuál era. Seguía enojado consigo mismo, era un anciano encerrado en un cuerpo joven, aún llora la muerte de los seres que amaba, cada vez con menos intensidad; pero el dolor es el mismo.

Se escucha el choque del agua por las rocas, un río se aproxima. El viento amenaza con querer congelar cada una de sus extremidades, las aves sobrevuelan los árboles, el cansancio se apodera del cuerpo y cae al suelo sin cuidado alguno. A duras penas consigue apoyarse en el bajo tronco de un viejo árbol cuyas hojas caen como si de lluvia se tratasen, entre tonos bajos y oscuros, con finos colores como, naranja, amarillo y rojo. Totalmente secas desde la base al ápice.
Parece ser temporada de otoño y él no se había dado cuenta.

Recostado sobre el afilado y brevemente mojado pasto, al lado derecho de su amo, está Bacon, un kangal rojo cervato de gran tamaño.
Aquel fiel amigo lo acompañó en su viaje durante diez largos años, era su única familia. Cada que Harvey estaba indispuesto, el perro simplemente se sentaba a su lado en silencio y lo acompañaba, eso era suficiente para subir su estado de ánimo y continuar.

Bacon estaba siendo maltratado en un callejón de la ciudad cuando vio por primera vez al joven.
En aquel tiempo tan solo era un cachorro muy asustado e indefenso siendo abusado por tipos más grandes que él, Harvey lo salvó y lo llevó consigo, desde ese momento se volvieron inseparables, cuidándose mutuamente y dándose calor en los peores momentos.

—Promete que nunca me dejarás—habla mientras acaricia el suave pelaje rojo.

Bacon alza su mirada y lo observa por varios segundos, sus pequeños ojos brillan como si quisiesen dejar escapar alguna lágrima, acto seguido apoya su cabeza en las piernas de Harvey y abrigándose mutuamente se quedan profundamente dormidos.

Un ave negra aleteó sus alas sobre sus cabezas.

Si pudiésemos escoger la fecha de nuestra llegada al mundo o lo que deseamos que nos ocurra a lo largo de nuestra existencia, ¿estaríamos verdaderamente satisfechos? ¿nuestra vida tendría sentido alguno? ¿seríamos felices? ¿acaso no es emocionante dormir y no saber qué es lo que te depara la mañana siguiente?, si tuviésemos la oportunidad de escoger, no existiría aquello a lo que llamamos destino, tampoco existirían las casualidades, ni los romances inesperados que traen felicidad acompañada de emociones desconocidas o las personas especiales que conociste o conocerías.
Nos damos cuenta que cada persona que pasó por nuestras vidas fue importante, por más mínima que haya sido, incluyendo aquellos individuos con quienes jamás intercambiaste palabra alguna; sin embargo, en ese momento exacto se encontraban a tu alrededor, cada una de esas personas cambió algo en tu vida, probablemente no sabemos en qué cosa influyó; pero absolutamente siempre están ahí por una razón.
Puede que el destino nos haga escoger entre infinidad de caminos, pero siempre somos nosotros quienes tenemos la capacidad de elección y de equivocarnos.