Amando a Sebastian (Lazos de Almas 1.5)

Capítulo 1.

Erick se sentía derrotado. Habían pasado horas desde que Ezra llegó corriendo a la casa para decirles que Sebastian había sido raptado, y ahora se sentía completamente impotente, atrapado sin salida. En su interior, podía sentir el lazo que tenía con el hombre, ir y venir en oleadas de energía, lo que le dijo que su compañero estaba lejos, pero todavía vivo.

Echándose hacia atrás en su silla, bebió un sorbo de su whiskey e hizo una mueca cuando el líquido quemó su garganta al bajar, este ya era el tercero, que no conseguía calmar sus nervios. Más temprano ese día, reportaron el secuestro a la policía, pero el agente con el que habló, se deshizo de la responsabilidad diciéndole que, como ya era un hombre adulto -por no decir, un omega- debía esperar por lo menos veinticuatro horas para comenzar la búsqueda, lo que era estúpido, porque ahí tenían a Ezra, que lo presenció todo y podía confirmar lo sucedido.

Con un suspiro, Erick pensó en su joven futuro yerno. Cuando decidió acoger a Ezra en su hogar, nunca pensó que se convertiría en un hombre tan fuerte. A pesar de su reacción visceral inicial, apenas tuvo a Nickolas a su lado, sus emociones se calmaron y pasó a un controlado estado de alerta que ponía en vergüenza al manojo de nervios en el que Erick se había convertido, pero nadie podía culparlo.

Después de todo, Sebastian era su compañero predestinado, aunque se hubiera negado a reclamarlo. Volvió a suspirar y bebió otro trago, cuando llegaron a su mente, las imágenes de la noche en que se conocieron, muchos años atrás.

⏳⏳⏳⏳⏳

Desde que era muy joven, la vida de Erick Campbell ha sido controlada en todos los aspectos. Primero, por sus padres, que exigían las mejores calificaciones y la mejor actuación posible, pero aun así, había algo que ninguno de ellos podía controlar: el vínculo de almas.

Sucedió una noche en que había salido a beber unos tragos y a bailar, los clubs nocturnos no eran realmente su ambiente, pero sus amigos le habían dicho que perdería su juventud rápidamente si no salía a divertirse por lo menos un poco, y él aceptó. Esa noche se vistió con un atuendo informal que a su padre le daría un infarto: una camiseta ajustada sin mangas, al cuerpo, jeans oscuros que se ajustaban también a sus largas piernas y bien formado trasero, y una chaqueta de cuero que había comprado a escondidas.

The Dungeon, fue uno de los primeros bares gay abiertos cerca de la zona en que vivía, aunque permanecía en la relativa clandestinidad. Erick no se consideraba gay, pero tampoco podía ignorar la belleza de algún hombre atractivo que pasara ante él. Esa noche, sin embargo, se llevaría una gran sorpresa. Era más de media noche y ya tenía varias cervezas encima, así que se sentía achispado, después de bailar durante un rato, tuvo que ir al baño.

Al entrar, no se sorprendió al escuchar gemidos y palabras sucias provenientes de uno de los cubículos cerrados. Ese no era su problema, así que lo dejó pasar. Al terminar, se lavó las manos y regresó a la pista, encontrando rápidamente una pareja que se contoneaba y frotaba contra él. La mujer seguro estaba ahí por la buena música y los tragos. Sus manos volaban libres por su cuerpo y su cabello, moviéndose sugestivamente, lo que pronto llamó la atención de otra mujer, que la arrastró sin mucho esfuerzo lejos de él.

Ahora quedaba su compañero, moviendo las caderas contra el trasero de Erick, eso lo hizo sentir un poco incómodo, en especial cuando las manos del hombre se movieron por el torso e intentaron bajar a la entrepierna. Erick, asustado, se apartó, dejando al otro chico confundido por un instante, pero luego se encogió de hombros y buscó a otro potencial amante.

-Una cerveza, por favor-dijo al bartender- no... mejor un whisky.

El hombre detrás de la barra sonrió-¿Tu primera vez? -preguntó, sirviéndole el trago, a lo que Erick asintió, y empujó la bebida caliente en su garganta, y empezó a tocer-no tan rápido, y lo digo en ambos sentidos... la noche es joven y tu también, así que no te asustes, prueba tus límites.