EL MESTIZO Y LA SANGRE PURA

¡𝐌𝐎𝐂𝐎𝐒𝐀 𝐈𝐍𝐒𝐎𝐋𝐄𝐍𝐓𝐄!

Al día siguiente el profesor de pociones despertó en su habitación, un lugar oscuro y un tanto triste. «¿Las cortinas estaban abiertas?», eso extraño un poco al mestizo, pero no pudo estar de pie durante mucho tiempo, ya que sintió una punzada y un dolor repentino se extendió por su cuerpo, la resaca lo estada consumiendo.

En la Hilandera llovía a cántaros, las casas de ladrillo no eran un lugar muy acogedor aunque eran perfectas para resguardar el calor, el río contaminado, olía asquerosamente como cada día. Comenzó a examinar todo con la mirada, «¿cómo había llegado allí?», la resaca provocaba por el whisky no le dejaba pensar claramente.

Se levantó de la cama y avanzo hacia la cocina la cual poseía estanterías repletas de objetos muggles e ingredientes de pociones, inmediatamente comenzó a recoger los materiales que utilizaría para crear la poción.

El filtro de Higea era una poción realmente sencilla para un pocionista de nivel experto como Snape.

Arrojo unas 20 púas de knarl y espero a que se cocieran, después de cocer las púas estas exhalaron un veneno en forma de vapor y un jugo, lo que hizo a continuación fue colarlo, agarro otro caldero mediano y lo lleno de agua un poco más abajo de la mitad, se creó una infusión con flores y finalmente mezclo todo.

La poción marrón era sumamente desagradable, lo cual provoco que el mestizo tosiera secamente. Tomo un vaso cercano lleno de agua y se lo tomo de un trago, espero unos minutos a que la poción surtiera efecto.

—¡Pero bueno!, mira quien por fin despierta. —El mestizo rodó los ojos al escuchar la desesperante voz de la joven Rosier, la cual estaba en el umbral de la puerta con los brazos cruzados.

—¿Qué haces aquí Emmaline?, ¿no se supone que estarías en el ministerio? —el mestizo levanto una ceja mientras la joven le sonreía.

—Cissy me pidió que te cuidara, aunque perdona que te lo diga, pero es un poco deprimente ver como un hombre de tu edad no es capaz de cuidarse a sí mismo. —se rio, lo que irrito aún más al profesor de pociones que estaba haciendo lo imposible por no echarla a patadas de su casa.

—Pues como puedes ver, ya estoy perfectamente y no hace falta que sigas prestando tus servicios. —se dio la vuelta y se dirigió hacia el pequeño salón, se sentó en el sillón y tomo algún libro de la estantería, solo para ignorar a la mocosa— ¿y por qué sigues aquí?

Emmalie Rosier era una mujer muy bella, su cabello negro era sumamente sedoso, ojos marrones casi negros y alargadas pestañas decoraban su rostro. Poseía unos finos labios rojos y cejas sumamente pobladas, tenía un aspecto casi angelical, aunque de ángel no tenía ni un pelo.

La peli negra se acercó al mestizo meneando sus caderas, sus ojos lo miraban lujuriosamente mientras lamia sus labios para luego expresar una coqueta sonrisa. La joven aunque físicamente hermosa no era una buena persona, ya que era egocéntrica, cruel, cínica y lo más importante, siempre conseguía lo que quería y el profesor de pociones no sería la excepción ¿o tal vez si?

—Snape, ¿por qué eres tan malo conmigo?, Sabes que no me molestaría en cuidarte atentamente. —su voz se tornó melosa y un tanto seductora, acerco sus manos lentamente al cuello del mestizo mientras mordía sus labios, su expresión era totalmente satisfactoria— ¿Y si jugamos un rato?

La mujer le quitó el libro de las manos para luego sentarse en sus piernas y acariciar el grasoso cabello del mestizo, sin evitar hacer una mueca de asco.

Al escuchar esas palabras y ver el tan infantil comportamiento de la mujer, el mestizo la empujó, agarro su muñeca y la torció con fuerza expresando su enojo, sus ojos negros destellaban por la ira que sentía y su voz se volvió ruda y tosca.

—¡NO SÉ CUANTAS VECES TE LO TENDRÉ QUE DECIR ROSIER, ¡NO SOY TU MUÑECO! NO ME INTERESAS, SOLO A-L-E-J-A-T-E DE Mí! —el mestizo se levantó de su asiento, dejando sola a la mujer sumamente avergonzada.

—Snape, ¿¡PORQUE NO ME AMAS!?, soy hermosa, poderosa, tengo un buen puesto en el ministerio y soy una mujer fantástica. —grito e hizo un berrinche persiguiendo al pocionista.

—No me interesa. —se alejó de ella y se enfocó en un libro muggle, la chica se puso a hacer un alboroto mientras atraía al mestizo por su capa. El mestizo ya había llegado a su clímax, ya no la soportaba más.

—¡No más!, ¡LARGO DE AQUÍ MOCOSA INSOPORTABLE! —la empujo y la miro secamente a los ojos, estaba cansado de aquel estúpido comportamiento de la menor.

—¡TE VAS A ARREPENTIR SEVERUS SNAPE! —le grito al mestizo para luego voltearse y dirigirse a la chimenea para luego dejarse consumir por las llamas.

Snape suspiro, como es que esa engreída se había atrevido a hacer tales acciones, «¿arrepentirme? Si claro de lo único que me arrepiento es de no pararla en seco desde el inicio.»

—Esa mocosa engreída, sí que es insoportable. —rodó los ojos y continuo con su lectura ya completamente en paz.

Mientras tanto en el ministerio, la silueta de la mujer apareció por la inmensa chimenea, sus ojos estaban rojos y llorosos, tenía los labios apretados por la ira y quería gritar con todas sus fuerzas.

«¡Oh, mi querido Severus!, serás mío, solo es cuestión de tiempo.» Pensó y siguió con sus reportes.