Capítulo 29: Sacrificio perfecto

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Es tarde, tengo que llegar a al comedor para encontrarme con los demás. Raúl ha pasado por mi dormitorio haciendo la revisión nocturna, por lo que podré salir. El frío es peor que la vez pasada, así que me he puedo más ropa de lo usual. Esta vez he hecho mejores preparaciones para el caso.

Apenas salgo observo a alguien al fondo del pasillo... es Tannia.

—Hola... —dijo en voz baja—. ¿Cómo estás?

—Quisiera recordar a Chrystel, sabes... —susurra—. Nunca la conocimos muy bien que digamos, era una excelente persona.

—Chrystel... —comento recordando, mientras me duele la cabeza—. Chrystel desapareció. Ella era una modelo, y se sospechó sobre uno de sus fans enfermos, Joel. Hay rumores de secuestro, pero nunca se pudo confirmar nada.

—Ella era buena amiga de Hady. Hady... —Una lágrima cae por su mejilla—. Hady era la más cercana en aquellos momentos. Ella...

—Oliver. —Una voz al final del pasillo me llama la atención, es Aalbert—. Ayúdame a bajar.

—Tannia, ven con nosotros. Estaremos juntos, te presentaré al resto, son buenas personas. —Intento acercarme a ella, pero retrocede rápidamente.

—Quiero ayudarte, ellos tienen sus propios caminos, pero quiero que esto sea lo menos doloroso posible. —Ella caminó rápidamente, escondiéndose entre las sombras.

—¿Oliver? ¿Qué tanto haces? Pronto harán otra revisión. —Aalbert está bajando las escaleras lentamente.

—Voy... —digo en voz baja, ayudándole.

Para este punto he mantenido a Tannia en total secreto. No sé sus intenciones, no sé su razón de estar en el hospital... pero sé que tengo una conexión especial con ella. ¿Las raíces de la conexión? Me ha dicho que será doloroso, pero que me acompañará en el proceso, mano a mano. Cada vez que hago referencia al resto de los pacientes, ella está en una posición defensiva...

Llegamos al comedor con éxito. Natalia está sentada junto a Lucrecia, quien tiene una pequeña canasta llena de galletas añejas sabor a mantequilla. No hay rastro alguno de Jephrey, por el momento. Tampoco de Mathew por obvias razones.

—¿Creen que venga Azula? —cuestiono con esperanza.

—Esperemos cinco minutos, pero no más. Raúl está dándole la vuelta al hospital y llegará a este lugar pronto. —Natalia está feliz.

—¿Alguna noticia sobre Mathew? —pregunta Aalbert algo triste—. Ese muchacho... debería dejar de meter sus narices en donde no debe.

—Mathew estaba intentando ayudar. —Natalia responde rápidamente—. No debí dejarlo solo...

—Ayudar a otros es lo que trae problemas a este lugar —refuta Aalbert—. Y no es la primera vez que le pasa esto. ¿Por qué crees que tiene ese ojo morado?

—Aalbert. —Natalia hace un ademán de silencio—. Por favor...

—Solo digo la verdad. —Él se encoge de hombros—. Por aquella chica...

—Aquella chica solo trajo problemas, problemas feos. —Lucrecia dice con los ojos entrecerrados—. Tuvo su merecido, igual que Mathew por ayudarle.

—¿Cómo? ¿Acaso hablan de...? —Me detengo en seco, no quiero revelar el nombre de Tannia sin estar seguro... quiero respetar su decisión.

—De nadie. —Natalia se levanta—. Tenemos que ir ya, Jephrey llegará al lugar seguramente.

Salimos del hospital de la misma manera que la vez pasada, y el camino está realmente nublado. Esta vez, sin embargo, puedo sentir algo a los alrededores del bosque... no logro saber qué es.

—¿Sientes eso también? —pregunto a Natalia, quien va guiando con la linterna.

—Sí, siento que me observan —dice con voz temblorosa—. Debe ser algún animal.

—Eso es lo que me preocupa. —Aalbert está caminando más lento que nosotros por el yeso—. Si nos atacan corran, que tengo bastante carne para el animal.

—Está bien. —Lucrecia está convencida—. Carne rica para el animal... bueno.

—Ya casi llegamos —dice Natalia feliz, al ver la cabaña. Jephrey está esperando en la puerta.

—¿Qué tanto les costó? ¿Fue por el viejo que los atrasa? —refunfuña sonando las cadenas que lo mantienen cautivo—. Vamos rápido que he estado queriendo contar esto.

Entramos al lugar y nos disponemos a escuchar la historia. Mathew resalta por su falta de presencia. Él les daba un gran ambiente a nuestras reuniones, y lo hacía en general estuviera donde estuviera.

—¿Cómodos? —pregunta Jephrey atento, mientras su mano derecha toca su panza circularmente. Con la otra está comiendo una galleta.

—Sí, listos. —Natalia está entusiasmada.

—A ver qué traen esta vez. —Aalbert está casi acostado en el suelo.

•—Empezar Música—•

—Esta noche les traigo una historia de sacrificios, imperfección, injusticias y mucha maldad. —Él se levanta en una silla para incrementar el ambiente macabro.

» Hace aproximadamente treinta años, antes de que compraran el terreno y los edificios para hacer el hospital, este bosque estaba casi vacío, y se aprovechaba para vandalismo, brujería, y otras interesantes conductas entre la oscuridad.

» Los edificios que ahora son el hospital, antes eran un hotel de campo abandonado, al que llegó una señora con cabello pelirrojo puro, a quien llamaré la señora de rojo. Estaba en busca de un santuario para estar a solas y practicar sus hechizos de fertilidad. ¿Era bruja? No sé, ni importa.

» Ella llegó al lugar luego de ser desterrada de un bando de una de las ciudades que quedan algo cerca del bosque, y vino con algunos de sus seguidores más fieles. Estaba terriblemente obsesionada con su fertilidad y sus descendientes. Específicamente, anhelaba una hija mujer.

» Aunque hubiera sido parte de una banda de narcotráfico, ella era una pudiente científica. ¿Científica, bruja? Excelente combinación, si me preguntan. El asunto es que esta mujer de rojo restauró los edificios, creando un lugar cálido en donde las parejas serían bienvenidas a pasar las noches.

» El proceso fue simple. Logró que una mujer más joven que ella llegara al lugar junto a su esposo. Ella les dio una gran bienvenida, un jugoso descuento, y esperó a que fuera de noche. Una vez que estuvieran dormidos, ella junto a sus seguidores se metieron al dormitorio para asesinar al hombre de la pareja.

» Hecho esto, ella logró sacar la sustancia suficiente del hombre para algunos experimentos a futuro. Encerraron a la muchacha en una habitación, eso sí, dándole todo lo que deseara, con la cama más fina que encontraron, y las comidas más deliciosas que pudieran imaginar.

» La mujer lloraba, hacía huelgas de hambre, gritaba, clamaba por ayuda... pero si algo es cierto, es que en este bosque tus gritos jamás se escucharán a lo lejos. La neblina, los árboles, la tierra... los elementos consumen las voces y los clamores.

» La científica le dio una opción para lograr salir del lugar. ¿Cuál era? Ser el vientre del ovulo de la señora y el espermatozoide de su esposo, para así lograr tener una hija que perteneciera a la doctora, bruja, científica, como quieran llamarle.

» No habría escapatoria, eran diez hombres en total quienes habían seguido a su líder, diez hombres dispuestos a asesinarla en caso de que deseara escapar o hacer algo indebido.

» La doctora de rojo le realizó una fecundación in vitro exitosamente. En ese período de tiempo la cuidaron más que nunca y vigilaban sus tiempos de comida, hasta que... se supo el género del bebé.

Cada historia que contaban era más turbia que la anterior.

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora