Capítulo 12

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Candy había llegado un poco tarde a la Clínica Feliz, pero no lo suficiente como para que al doctor Martin le molestara... aunque a decir verdad, era tan bonachón que quien sabe si algo alguna vez llegara a molestarle.

Tuvieron un flujo moderado de pacientes durante la mañana, pero empezaron a disminuir al llegar el mediodía, así que el doctor aprovechó para pedirle a Candy que fuera a la farmacia, tal vez hasta podría escabullirse lo suficiente y robarle unos cuantos tragos a su botella de whisky.

ーCandy, estamos cortos de desinfectante... ¿quieres ir a la farmacia a comprar más?

ーCon gusto doctor, ¡pero ni se le ocurra ponerse a beber!... Por si acaso, ¡me llevo la llave conmigo! ーle dijo Candy mientras se embolsaba la llave del armario en donde guardaba sus botellas y salía rumbo a la farmacia.

ー¡Uy, chiquita pero de dar miedo! ーse dijo el doctor Martin mientras pescaba de debajo del mantel una botella que había escondido. Y justo estaba por darle el primer trago cuando escuchó una voz detrás de él que lo hizo sobresaltarse y casi aventar la botella de regreso al suelo.

ー¡Hola doctor Martin!... ¿Dónde está Candy? ーle preguntó Albert bastante divertido de haberlo pescado en la travesura.

ーEh... eh... ¡Hola Albert! ... eh... he enviado a Candy a la farmacia a comprar algo, ¿quieres esperarla?

ーEn realidad preferiría ir a buscarla, pero aprovecho para preguntarle, ¿le permite tomarse una hora de descanso? Quisiera llevarla a pasear a algún lado.

ー¡Claro, adelante!, yo me las arreglo solo el tiempo que ella no esté.

ー¡Ya lo creo, pero no beba demasiado!... ¡No querrá tener que enfrentarse a la furia de su "pequeña" enfermera! ーle dijo Albert guiñándole un ojo.

*******

Albert había salido del edificio de las oficinas del Banco de Chicago bastante nervioso; un día anterior mientras estaban con sus amigos viendo la regata lo había decidido, tenía que hablar con Candy. 

Entendía a la perfección la preocupación de Archie y también había podido darse cuenta de que Candy, a pesar de estar disfrutando tanto como él la nueva cercanía y todo ese flirteo entre ellos, se sentía un poco insegura. Posiblemente era porque no había nada que "sostuviera" esa nueva cercanía, nada que les asegurara de alguna forma que todo lo que estaba pasando entre ellos era realidad y no un hermoso sueño del cual podían despertar en cualquier momento.

Así que había preparado el qué decirle y el cómo hacerlo. Por más que él quisiera formalizar del todo su relación y hasta pedirle matrimonio, la realidad era que le era imposible hacer cualquiera de esas dos cosas en ese preciso momento. Él amaba a Candy, de eso no tenía la menor duda y eso no era lo que lo detenía. El problema era que sí, tal vez Candy podría gustar de Albert, pero "Albert" apenas era una parte de quien realmente era él, no podía llevar una relación seria con Candy sin antes haberse sincerado completamente con ella; no era justo ni para ella ni para él... y en ese momento, no podía sincerarse.

Su cabeza era una maraña de pensamientos encontrados, por un lado quería sincerarse por completo pero sabía que no podía hacerlo aún; sabía también que quería irse con pies firmes, sin embargo, ¿qué tan firme podría ser una relación que comenzaba con una verdad a medias? Quería pedirle a Candy que fuera su novia pero, ¿la novia de quién?, ¡él ya no era solo Albert!... Y obviamente quería pedirle que fuera su esposa, pero no podía arrastrarla con engaños a un matrimonio con un multimillonario lleno de obligaciones, mientras ella pensaba que le daba el sí a un joven vagabundo y sin memoria que trabajaba en un zoológico.

Siempre te esperéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora