Una noche en prisión

56 5 3
                                    

Fue interminable la espera. Los llevaron a la comisaría y se inició la detención. El oficial Bear, un hombre enorme y panzón de gafas oscuras y bigote, fue el encargado de tomar nota de sus nombres y buscar en el historial. Los señaló uno por uno.

-Nombre y edad- dijo con mala cara.

-Kayn Shieda, 18.

-Talon Du Coteau, 18.

-Sett Morgan, 18.

-...

Bear miró a Aphelios.

-...

Se levantó y acercó su cara bruscamente.

-¿Te crees muy rudo, mocoso? Puede hacerte trizas con una mano si quiero- gruñó.

Aphelios parpadeó, incómodo.

-Es mudo- se atrevió a decir Talon- . Se llama  Aphelios.

Bear gruñó de nuevo y le pasó una hoja de papel con un bolígrafo.

-Escríbelo- le ordenó.

Escribió "Aphelios Dione, 18".

Les dieron derecho a una llamada por cada uno, pero ninguno parecía tener muchas ganas de informar sobre lo ocurrido. Sin embargo, Kayn sentía que debía hacerlo. Zed no aceptaba que se fuera sin avisar, y aunque le dijo que estaría en la fiesta y ptobablemente llegaría en la mañana, la condena era de veinticuatro horas. Pero tal vez era mejor inventar que bebió de más y se quedó en algún motel barato.

Después de los procesos correspondientes, los llevaron a la celda.

-Oye...mira...- le dijo Sett en secreto a uno de los oficiales- Mi mamá no tiene por qué enterarse de todo esto ¿Estamos?- gruñó.

-¿18 años y aún te preocupa lo que piensa tu mami, Sett?- se burló Kayn.

-Tú ni tienes madre, niño de las sombras.

Kayn estaba a punto de lanzarse sobre él.

-¡SILENCIO!- gritó Bear, separándolos inmediatamente. Al fin llegaron a la celda.

-Entren- Bear abrió la puerta.

Sett miró alrededor y se alarmó.

-¡Espera!¡¿Nos estás diciendo que hay UNA celda?

-Es lo que hay, muchacho. Esto no es una cárcel.

-¡He visto baños con más espacio que esta porquería!

Se le acercó lentamente. Pese a que Sett medía aproximadamente 1,95, Bear lo superaba por al menos veinte centímetros.

-¿Algún problema?- dijo el gigante.

Sett hizo lo mismo.

-No compartiré celda con ninguno de estos tontos. Si las cosas son así, no responderé por lo que les haga- amenazó.

-Pues yo tampoco responderé por lo que te haga si escucho una sola pelea, amiguito. ¿Estamos?

Sett apretó los puños y entró. Los otros lo siguieron. Bear sonrió e hizo un gesto con la gorra.

-Que tengan una linda noche, pequeños- se fue soltando una sonora carcajada.

Los cuatro se sentaron en el banco de piedra, tres mirando furiosos a Sett. Permanecieron así unos minutos.

-¡¿Qué?!- explotó Sett- ¡¿Es mi culpa o qué?!- alzó los brazos y los dejó caer con violencia sobre sus piernas.

-¿Lo que tienes de músculo te falta de cerebro? ¡Claro que es tu culpa!- vociferó Talon- Te dije que el asunto no era contigo y el señor fanfarrón quiso seguir.

          

-¡Pues te hubieras ido antes de que te golpeara!¿Quién es el idiota aqui?

-¡Ya cállense, maldita sea!- interrumpió Kayn y señaló a Aphelios- ¡Si el mudo este no hubiera intervenido yo no me hubiera quedado para que no lo mataran!

Aphelios levantó las manos con indignación.

-<<¡Soy mudo, no un bebé para que me estés defendiendo!>> - Leyeron sus labios frenéticos con dificultad.

-¡Pues discúlpame por preocuparme!

-Awww ¿Te preocupaste por tu novio emo?- Sett fingió voz de ternura.

-Es increíble como un par de asociales como nosotros tienen más cerebro y empatía que un matón de secundaria- Talon se cruzó de brazos.

-Yo no soy empático- le contradijo Kayn -. Pero tampoco iba a dejar que masacraran a un niño.

-No dije que lo fueras; sólo estoy haciendo quedar mal a Sett.

-¡Ustedes dos no son ni una tercera parte de mí, par de imbéciles!- les gritó el mencionado.

Aphelios se levantó de golpe con las manos cerradas, intentando controlar su furia. Quería gritar, o cuando menos usar su teléfono, el cual le quitaron junto con todos los elementos que traían. Se quedaron en silencio e intentaron leer sus labios.

-<<¿Masacrar, Kayn>> - enseguida cayó en cuenta de lo que había dicho - <<Ya estoy harto de que todos me vean como un débil patético. Tuve que ver cómo degollaban a mi hermana y maté a tres personas en la dichosa "masacre". Intenté suicidarme, pero sigo aquí. No me gusta pelear, pero haré que cada uno de ustedes pague si vuelven a insultarme así.>>

Todos se quedaron de piedra. La falta de sonido no le quitaba solemnidad y fiereza al discurso de Aphelios. De hecho, lo hacía más tétrico. En sus ojos vieron un fuego asesino capaz de consumirlos en un segundo. El joven se sentó y se sumieron en una incomodidad silente.

                   ------------------------------------

A las tres de la madrugada todos parecían dormir. Menos Kayn.

Desde que dejó la fiesta estaba muriendo por dentro. Era un suplicio lidiar con gente estando medio borracho y más con las ganas infernales de orinar que tenía. En la Orden había compartido habitaciones y baños muchas veces, pero aquí se sentía diferente.

Miró el único inodoro que había en una esquina de la celda y sintió pánico, pues desde pequeño tenía una especie de ansiedad social. Pero era eso o acabar orinándose encima.

Se levantó en silencio y avanzó.

Cuando empezó se le heló la sangre por el ruido del chorro. Rápidamente apuntó a las paredes metálicas del aparato y cerró los ojos, esperando que nadie hubiera escuchado.

Iba a subirse el pantalón después de voltearse...y se encontró con la mirada de Aphelios.

Él abrió los ojos con la boca entreabierta y se giró hacia el muro, cubriéndose el rostro.

Kayn quería gritar.

Tardó en reaccionar.

Al volver en sí se cerró el pantalón y se acostó. Se puso en posición fetal, pensando en lo ocurrido y no pudo conciliar el sueño.

                 ----------------------------------------

Una bolsa de comida le cayó a Sett en la cara.

-¿Pero qué...?¡Oye, pedazo de mierda!

-Cortesía de la casa - dijo Bear antes de irse.

El resto se despertó.

Los Cuatro Bastardos del ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora