Once.

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—...El miércoles siempre ha sido el día de lavandería y charla de madre a hijo.

—¿Y entonces?

—El miércoles pasado mi mamá tuvo mucho trabajo que hacer, y no hubo día de lavandería ni tampoco charla de madre a hijo.

—¿Eso justifica algo?

—No tenía ropa interior que ponerme-

—Y cogiste la de tu mamá- ¿Tu mamá utiliza de estas? —jaló levemente la tela de la pantie.

El rubio soltó una risita avergonzada mientras negaba con la cabeza y sus mejillas se volvían de a poco rojas.

—Es una larga historia.

—Créeme que tengo mucho tiempo, primor.

—El novio de Ashton-

—¿Quién es Ashton?

—Es como mi hermano.

—Está bien, puedes continuar.

—Calum-

—¿Quién es Calum?

El rubio soltó una carcajada, por las constantes interrupciones del asesino antes su relato y volvió a esconder su cabeza en la almohada.

El asesino se permitió reír y disfrutar la ternura que derramaba el rubio, a pesar de lo que habían hecho.

—... Él me regalo eso en mi cumpleaños pasado.

—¿Ya la habías utilizado antes?

El rubio negó con su cabeza y tapo su cara con ambas manos.

—No pensé nunca utilizarlas.

Toda la mañana la habían desgastado hablando acerca del rubio, el asesino ya había hecho mucho revelando su nombre. Así que no había mencionado nada acerca de él o de su familia,

—Pensé que no te volvería a ver...

Dijo el rubio después de un no tan incómodo silencio.

El asesino frunció el ceño recordando por qué motivo había venido.

—Será mejor que me digas la verdad. ¿Le has dicho a alguien lo que viste aquella noche?

—No he dicho nada. Se lo juro.

Los ojos del rubio estaban muy abiertos y asustados. Y el asesino no podía descifrar si estaba mintiendo o estaba diciendo la verdad.

Frunció el ceño lanzándole una mirada que hizo al rubio temblar de miedo.

—Te estoy hablando enserio. Eres el único que ha visto eso, y te vuelvo a repetir ¿Has dicho algo acerca de lo que viste? —murmuro realmente enojado.

—Se lo juro que no he dicho nada.

El asesino lo siguió mirando con su mayor mirada intimidante, y no iba a parar hasta que lo confesara.

—Le conté a Ashton acerca de ti...

Su respiración cargada de enojo llegó hasta lo oídos del rubio, pero no iba a decir nada, tenía que tener una respuesta coherente para todo lo que estaba diciendo.

—¿Qué mierda le dijiste? -murmuro entre dientes.

—Yo s-so-lo le dije que conocí a alguien. —se estaba poniendo extremadamente nervioso con la furia de enojo que se traía el asesino dentro.

—¿Qué más?

—Nada más, se lo juro.

El asesino se paró de la cama y empezó a vestirse rápidamente debía salir.

          

No solo iba a salir para hacer un escenario dramático, ni tampoco estaba yéndose porque estaba muy enojado con el rubio. Ya iban a ser las 2 de la tarde y él no podía arriesgarse de que la madre del rubio lo viera, dentro de su casa, en la habitación de su bebé-recién follado- desnudo.

El rubio se sentó en la cama con sumo cuidado, cada vez que se movía le ocasionaba un dolor agudo en sus partes traseras que solamente lo hacía avergonzarte.

—Adiós. —dijo el asesino antes de salir de la habitación.

—Adiós, Michael.

El asesino contuvo sumamente las ganas de sonreír. Nunca antes había sonado su nombre tan bonito.

Salió rápidamente de la casa y se dirigió hacia su casa, tenía un hambre feroz.

Miro la hora, otra vez.

2:12 pm.

No se había puesto a pensar en la situación en la que se encontraba, andaba pensando en el rubio y nada más en el rubio toda la mañana desde que se folló al chico.

Nunca había tenido la oportunidad ni siquiera de pensar tener sexo tan caliente como el que había tenido ese día.

Todos sus pensamientos estaba concentrados en el hermoso chico de ojos azules, sus gemidos, su cuerpo, sus labios y sin lugar a duda esa preciosa pantie morada que había llevado puesta.

Joder, realmente se veía demasiado caliente.

Sus pasos se aumentaron velocidad, no quería seguir caminando por la calle con el bulto creciente, otra vez.

Lo que estaba haciendo el rubio en el asesino no era normal en él, era una sensación realmente extraña e incoherente para él, se sentía diferente y sin importancia al lado del muchacho.

Pero él no podía darse el privilegio de dejar a conocer esa parte de él, no aún. Solo había tenido la oportunidad de estar con el rubio dos veces, y no se puede anhelar tanto ¿o sí?

Era imposible racionalmente, el rubio era solo un triste niño que se lastimaba a sí mismo, y para odiar a esa preciosura de persona, debían de haber motivos más graves que su sexualidad.

Y eso iba a averiguar, para tal vez... solo talvez poder odiarlo él también.

Pero eso tenía que esperar, ahora estaba tratando de buscar más pistas sobre su próxima víctima y no se cansaría hasta verla desangrando, había estado ignorando su anhelos de asesinar desde las últimas horas, eso no era común en él.

Salió del pequeño puesto de comida y se fue directo a su casa.

Tomo la ruta diferente, ya no se sentía seguro por el camino que siempre tomaba, así que ahora tomaba más los pasillos ocultos de la cuidad.

En el camino se encontró con varias personas pasando a su alrededor y restándole importancia, como siempre, él las estudiaba.

En el jardín de su casa se encontraba la manguera regando agua de la Sra. Doris. Él odiaba cuando a la anciana se le olvidaba recoger su manguera y dejaba que el césped del asesino se mojara.

Lo aparto pesadamente y lo tiró hacia el jardín de la señora antes de entrar a su casa y encontrar a sus perros.

Él había practicado un condicionamiento en ellos, ellos no iban a comer o tan siquiera solo salivar a menos que él les diga. A él le encantaba sentir ese poder en él.

Se sentó en el mueble de cuero brilloso, él favorito de su padre. Prendió la televisión. Poniéndose a ver una película.

Moonwalker, estaba empezando. Él y su padre eran los mayores fanáticos de Michael Jackson en la historia. Se sabían cada una de sus canciones, se sabían cada una de las coreografías.

Se sentía un poco melancólico, en 3 días su padre y su madre cumpliría 3 años de muerte. Y él cumpliría 21. Conforme pasaban los años más solo se sentía, pero él trataba bastando de no pensar en lo solo que se encontraba, si no en lo bien que lo era.

Las canciones que pasaban en la película hacían a su mente despejarse un poco, pero no del todo.

Mientras tanto el rubio abrazaba delicadamente a Molly, tratando de no ponerse triste. Todo lo que el niño tenía en la cabeza era la manera tan déspota en la que el asesino había salido de su habitación.

Se sentía utilizado, desechado. 

Tampoco podía negar que no le gusto lo que hizo el asesino con él. Pero simplemente no estaba bien, no podía sentirse de esa manera con él.

Michael

Su nombre estaba en cada esquina de su mente, había desgastado mucho tiempo pensando en cuál sería el nombre del asesino.

Y ahora que lo sabía, solo no podía dejar de pensar cuan bonito sonaba.

The Killer [Muke Clemmings]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt