Deuxième partie.

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Me siento en la cama repentinamente con un grito ahogado, nuevamente tengo pesadillas. No me sorprende, pues sensaciones como los nervios y miedo me acechan de manera seguida en el mes que llevo aquí, y yo sé perfectamente la razón.

Me estiro, aún sentado, haciendo mis huesos tronar y limpiando el sudor de mi frente con la manga de mi ropa para dormir. Ordeno la alcoba y voy a asearme debidamente; me visto con las típicas ropas a las que he acostumbrado en este tiempo, completamente distintas a las finas vestiduras que solía llevar en el palacio de mi reino.

Miro el reloj de sol por la ventana, confirmando que aún tenía tiempo hasta que tuviera que empezar mi labor. Fui hacia el jardín a paso calmado, pero me extrañé al no ver a Jhan junto con Marie en la banca que frecuentábamos a estas horas.

-Buen día, Marie – Me siento al lado de ella, tomando distancias para no incomodarla. Ya tenemos confianza, sin embargo es mujer y siempre me han inculcado el ser lo más educado posible con ellas, vivir rodeado de féminas me ha desarrollado una peculiar sensibilidad hacia las damas más delicadas.

- Buen día, Alex – Se aclara la garganta y está un poco ronca, sin embargo su voz sigue siendo dulce.

-¿Te sientes bien? Te noto un poco congestionada – Le pregunto, es como mi hermanita menor y no puedo evitar sentir este tipo de preocupaciones, pues Jhan me contó que es muy susceptible a enfermarse hasta quedar débil.

- Estoy un poco enferma, pero no creo que sea nada grave. Muchas gracias por tu preocupación – Ella tose ligeramente, tiene las mejillas sonrosadas.

-Igual deberías cuidarte. Por cierto, ¿dónde está Jhan? Me resulta poco común que no esté contigo.

-Tuvo que viajar, El Rey lo ha enviado pues un familiar cercano ha caído gravemente enfermo. Pero, según lo que me ha contado la princesa, él vuelve hoy – Asiento ante sus palabras y dirijo mi mirada hacia el reloj de sol nuevamente. Me levanto de la banca y sacudo mi ropa.

-Creo que es hora de irnos, Marie – Le extiendo mi brazo para que se levante y caminamos, su paso está muy lento y eso es descomunal. Ella suele ser algo tímida pero se vuelve hiperactiva cuando entra en confianza, a veces hasta solemos hacer carreras para llegar a nuestros puestos laborales.

Mis pensamientos son cortados por un tirón en mi brazo, me alarmo cuando veo a Marie casi en el suelo y me acerco a ella para tocarle el rostro con delicadeza.

-Demonios, Marie. Estás ardiendo en fiebre- Chasqueo la lengua y la tomo en brazos para correr hasta su habitación, ganándome las miradas preocupadas de las señoritas que quedaban cerca de su alcoba. Nadie se alarmó de mi presencia masculina en los dormitorios femeninos, pues "todos me conocen" y he logrado ganarme la confianza de la mayoría a pesar de mi corta estadía aquí.

Me dirijo a su cama apenas entro a la habitación y la recuesto, ella está casi inconsciente y sudando frío. Me quedo un rato con ella, pues no sabía qué hacer. Sólo intentaba ventilar la habitación y le pedí a una de las señoras que trajera agua y un pañuelo.

Poco después llegó todo y empecé a ponérselos, más su fiebre no bajaba y yo estaba en desesperación. Pero siento la salvación cuando veo a Jhan entrar.

-Grosera, te traje algo del via-- ¡¿Qué cuernos te pasó?! – Corre hacia la cama y abre su maletín - Hiciste bien en ponerle los pañuelos – Se dirije a mí – Ella es algo sensible a las temperaturas fuertes y esto ayudará a normalizarla – Le hace un chequeo rápido, Marie se despierta un poco, aún débil, y me habla.

- Alex, ¿Podrías ir a despertar a la princesa? Tiene que cumplir con su agenda y, aparte, necesito que le digas que no me siento bien, no me gustaría preocuparla.

Creo que esta es la oportunidad de ganarme su confianza y dar lugar a mi encomendada, aunque no quiera hacerlo. Asiento y me levanto de la silla para que Jhan se siente.

-Yo me quedo con ella, tengo que estarla chequeando.

-Vale, pero apenas termine la primera jornada, tú – Lo señalo – Te vas a descansar y comer, yo cuidaré de Marie.

Jhan bufa y asiente, le doy un beso en la frente a Marie antes de irme. El camino ya lo sé, pero los nervios aumentan cuando me veo frente a una puerta que parecía pertenecer a una de las maderas más finas, con varias decoraciones de piedras.

Le doy un golpe y recibo un "Pase" por parte de una voz aterciopelada, mucho más dulce que cualquiera que hubiese escuchado en mi vida y abro la puerta.

Veo la silueta de la princesa a través de la seda que cubría la cama para alejar cualquier tipo de insecto.

-¿Marie? – Pregunta, yo aclaro mi garganta para que note que no soy Marie, ella parece sorprenderse y quita la seda con movimientos delicados, parece algo asombrada cuando me tiene ante sus ojos y yo hago una reverencia – Oh, te conozco. ¿Eres el famoso Alexander del que toda la servidumbre comenta?

- Sí, Majestad.

•"Sí, Majestad"• KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora