Las manos de Niall era dos garras de gato retorciéndose en la chaqueta de Tyler. Su respiración acelerada la escuchaba con claridad, pese a estar a su espalda. Nunca lo había visto tan colérico y tan fuera de si. Me asusté hasta el extremo de comenzar a temblarme las piernas, al intentar acercarme para calmarlo. Tyler, al ver mis intenciones, negó despacio con la cabeza para que no lo hiciera y deshice mis pasos.―Será mejor que me sueltes o sabes muy bien que no habrá suficiente hilo para coserte la nariz, boca o ¿quién sabe?, puede que toda la cara ―le espetó Tyler.
―Estoy seguro de ello, pero tampoco te ibas a escapar de quedar señalado. ―El jefe con su actitud lo único que conseguía es que la manos de Niall lo agarrara con más fuerza con toda la pinta de acabar mal―. Hoy ha sido la primera vez que hubiese conseguido mi propósito, Charlotte estaba dispuesta a transigir y resulta que te ha venido muy bien que Brenda estuviera en Sheffield para aprovechar y enviarla para fastidiar todo.
―¡A Brenda la he visto por casualidad! Y fastidiar, ¿el qué? ¡Si llevas con lo mismo unos años! ―Tyler comenzó a irritarse―. Es verdad que le he dicho que fuera a por ti, pero para que Charlotte no te diera la noche. ¡Llevabas un buen rato hablando con ella!
―¡¿Pues sea ha jodido todo?! ―Por fin dejó libre a Tyler―. Quedaba poco para el plazo y hoy… ¡hoy!, ha comenzado a ceder, diciendo que cambiaba las condiciones y cuando nos hemos sentado… ―gruñó entre dientes―: ¡Aparece la señorita Brenda, jodiéndolo todo!
No entendía nada.
―¿Qué he fastidiado? ¡¿Solo ha sido una broma?! ―chillé con fuerza―. Estoy segura que ella se ha dado cuenta de que era un juego.
Niall se giró y me señaló.
―Cállate, Brenda.
―¡No me da la gana! Lo siento si la broma no te gustó, pero no comprendo el por qué dices que lo he jodido todo.
Aproveché que no tenía cogido a Tyler para situarme en medio de los dos. No quería otro posible enzarzamiento.
―¿Qué fue lo que dijiste Brenda? ―preguntó Tyler detrás de mi y con voz calmada.
―Dijo e hizo ―apuntilló Niall.
Seguí sin comprender su actitud tan descarnada. La rigidez de su cuerpo que, de un momento a otro podría estallar en mil pedazos.
―Si a hacer te refieres por el beso, déjame recordarte que te gustó ―afirmé.
Dio dos pasos al frente y levanté la barbilla. Me encontré en medio de dos titanes y no me quedó otra que ser la titánide del sándwich formado.
―El whisky no me gusta.
Que mostrara una sonrisa cerrada al hacer referencia a mi aliento, me molestó.