Parte 122

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Es curioso, ¿no?

Pasamos toda nuestra vida viendo y leyendo situaciones dramáticas con grandes escenas, y acciones descabelladas por el perdón o reconocimiento de otros, que nos perdemos por completo de la realidad.

Y la realidad es que todo es tan sencillo como hablar.

Claro que lleva su proceso.

Hablar no es sencillo.

Primero tienes que pensar en la otra persona y lo que tus palabras le han hecho.

Después tienes que reconsiderar si todo lo que tú profesas es verdad y correcto. Tienes que aprender a ceder. Tienes que entender que no siempre tendrás la razón y que, a veces, es mejor admitir el error con valor a mantener la mentira con descaro.

No esperes grandes acciones, los actos grandes pronto pasan, las grandes parafernalias solo sirven para sorprender y hacerte ceder más rápido.

No digo que las acciones no digan nada, es el hecho de que tienen que ser constantes y no solo una gran acción que arregle todo el problema.

Y el mejor acto que pueden hacer por ti... Es hablar con la verdad.

El tomar el coraje para dar la cara y rendir cuentas es el mejor acto que puedes esperar de otros.

No cosas materiales.

No un gran anuncio en el cielo.

No nada.

La verdad.

La simple verdad.

Y eso es todo.

Escuchas a tu padre desvelar el misterio de su rechazo contra los homosexuales. La vida en la fábrica. El constante acoso. El miedo que le provocaban.

Y lo entiendes.

El pide perdón por las palabras dichas (sin pensar) de la noche pasada y te confiesa con serenidad.

"No puedo entenderlo por completo, quizás es porque soy mayor, no lo sé, pero tú eres mi hijo, y nada va a cambiar el amor que siento por ti."

Sonríes entre lágrimas.

Ni siquiera te esfuerzas por aclarar que no eres gay. Desde del beso con Alfred no estás tan seguro de eso. Pero si estás seguro de que no quieres arruinar ese momento.

Tu padre te da un abrazo que enseguida correspondes, y no te importa las lágrimas del ayer, o la angustia que sentiste, o lo incomodo que es abrazar a alguien dentro de los asientos delanteros de un auto, no le das importancia a nada de eso.

Papá se ha disculpado.

Papá te quiere.

Y todo vuelve a la normalidad.

La vida de adolescente de Arthur Kirkland. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora