Sky se encontraba trasteando unos documentos prohibidos en la sala donde ella investigaba, en el seminario. En él había de todo un poco, desde invocaciones, hechizos, rituales... Por ello, Sky debía tener mucho cuidado. En una de estas, encontró un un papel escrito por un tal Adler White, un exorcista que últimamente estaba siendo influyente en el mundillo eclesiástico. En él, salía información bastante valiosa, que Sky no tardaría en copiar en sus apuntes en limpio. Guardó el papel en el bolsillo de su chaqueta.
Ella estaba agotada, pues no había hecho nada más que trabajar y trabajar todo el día. Salió del seminario y se encontró a Lorenzo en la puerta, un exorcista bastante famoso. Él trabajaba con ella, y cuando coincidían en la hora de salida del trabajo, a lo mejor iban a tomar algo tranquilamente.
–Lorenzo –sonrió Sky al ver al hombre, de cabellos oscuros y con una sonrisa brillante, complexión media y alto.
–Sky, me alegra verte. Se te ve bastante agotada, ¿qué has estado haciendo hoy?
–Estaba terminando mi investigación acerca de los híbridos. Es complicado porque no hay casi nada al respecto.
–Vamos, Sky, no es algo que suela existir, ¿por qué te molestas?
–Me interesa el tema. No deberías ser tan ligero al hablar y afirmar que no "suelen existir" cuando nos pasamos la vida deshaciéndonos de demonios, ¿no crees? –sonrió ella de forma sagaz.
Lorenzo hizo una pequeña risita irónica, y luego asintió.
–Siempre tan perspicaz, Sky. –sonrió Lorenzo–. ¿Te apetece un café?
–Me temo que voy a tener que rechazarte esta vez, pues tengo mucho papeleo que arreglar en casa. Si me disculpas...
Sky se despidió de Lorenzo dirigiéndose hasta su coche. No es que le cayese mal, pero no tenía ganas de aguantar a una persona con la personalidad de Lorenzo, que iba casi siempre con segundas intenciones. Algo de lo que se dio cuenta recientemente.
Lorenzo no entendía por qué últimamente Sky parecía reacia respecto a ir con él a cualquier parte, pero insistiría menos a partir de aquel momento. Apenas le dio tiempo a decirle adiós cuando la vio caminar hasta su auto.
Cuando Sky se subió en el coche, arrancó el coche y puso la radio con intención de escucharla un poco en el trayecto de ir a casa. Le gustaba escuchar música relajante, sobre todo mientras atardecía, pues le hacía olvidarse de sus problemas. Al llegar a la casa, solitaria, se sentó en el sofá y se quitó sus zapatos, suspirando, estaba harta de todo. Sacó de su bolsillo el papel de Adler White, y le echó un vistazo. No entendía mucho su letra, pero algo podía sacar. Trató de leer la información que le brindaba aquel hombre que no conocía.
* * *
En el Infierno, todo estaba tranquilo. Lucifer se encontraba pintando a su hermana en un lienzo rectangular y de forma vertical. Él se fijaba en cada detalle para hacer el dibujo cada vez mejor.
–¿Está quedando bien? –preguntó Aradia.
–Pues claro que sí –sonrió Lucifer, girando el caballete como pudo para mostrarle el cuadro–. ¿Te gusta?
–Salgo más bella en tu cuadro que en la vida real –dijo ella con honestidad y rió.
–No digas estupideces –murmuró Lucifer, girando el cuadro para seguir pintando–. No te muevas.
De pronto, Leviatán entró en la sala. Parecía nervioso.
–Lucifer, tenemos visita de un arcángel.
–¿Qué? –Lucifer dejó el pincel, levantándose de la silla–. ¿Dónde está?
–No te alarmes, viene en son de paz. Solamente viene a comunicarnos algo. Es Uriel.
ESTÁS LEYENDO
Day & Night
Teen FictionDan ha vivido toda su vida pensando que algo extraño había en él. Las cosas que ocurrían a su alrededor e incluso aquellas que le pasaban eran tan extraordinarias que no fue hasta que Asmodeo quiso llevárselo al Infierno que decidió averiguarlo todo...