• Ue-Chan •

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"—Takashima-San... ¿Puede escucharme? —"

Escuché una lejana voz, todo daba vueltas, todo estaba oscuro, santo cielo, ¿Qué demonios acababa de pasar?

Abrí los ojos de golpe, parpadeando varias veces al sentir que las luces me cegaban por un momento, traté de voltear a mi alrededor, pero un collarín cervical me impedía mover la cabeza.

—Relajese, está bien. —Me dijo una muchacha vestida de blanco a mi lado, tragué saliva, respirando profundo. A mi mente llegaron de golpe los recuerdos de todo lo que estaba pasando, del suceso que me llevó a estar en este lugar.

Yuji está muerto.

La voz en mi mente susurró, me senté en la camilla, ignorando los intentos de la enfermera por llamar mi atención. Dios, eso explica el collarín en mi cuello, eso explica que mi cuello duela, no siento nada, no siento su pulso.

—Soy... ¿Libre...? —susurré, sintiendo mis ojos humedecerse de nuevo, una felicidad inmensa me oprimía el pecho, dios, ¿Esto era real? ¿Se había vuelto verdad mi sueño?
Comencé a llorar, con fuerza, como no lo había hecho en muchísimo tiempo, como debía hacerlo.

Comencé a sonreír, las lágrimas seguían saliendo, pero en mi rostro había una gran sonrisa, por fin, todos esos años de maltrato se acabaron.

—¿Se encuentra bien? —Pregunta la enfermera, me saca de mis pensamientos, su rostro se ve mortificado.

—Estoy... Mejor que nunca. —Le dije, secando mis lágrimas. Tomé mi pecho, pero me alarmé al no sentir mi collar en el cuello—. ¿D-donde está mi collar? —Pregunté tratando de girarme, pero la enfermera me dio una mirada confusa.

—No venía con ningún collar. —Dijo con un rostro neutro—. A cada persona que se ingresa, se le quitan todas las pertenencias y se guardan, en caso de traerlas. Usted no traía más que un pendiente de perforación en la oreja derecha, y está guardado aquí a su lado. —respondió apuntando a una caja de madera que parecía un joyero.

Eso quiere decir que... ¿Lo perdí?

¿Perdí el anillo de Ue-chan? No, ¡No!

—Mi anillo... —susurré a la nada, sintiendo mis mejillas humedecerse más, perdí lo único que me quedaba de mi mejor amigo, de aquel que nunca me dejó de la mano.

°•°•°•

Todo había empezado bien, éramos una feliz pareja, estábamos bien, era amoroso, cariñoso. Me quería, o por lo menos eso parecía.

Cuando cumplí 19, me mordió. No me opuse, ya que obviamente creía que él era mi destinado, dejé que hiciera su voluntad con mi cuerpo, con mi alma y corazón, con todo lo que era mío.

Ahí, me dio la sugerencia de dejar todo atrás, de mandar un último mensaje pidiendo que ya no me buscasen, que me dejaran solo. Y la tomé, como una orden, como un "Nuevo comienzo", ya no tengo idea. Solo recuerdo que me había dejado engatuzar por aquellas dulces promesas que me hacía. Cómo dije, todo al principio fue hermoso, me daba regalos, me sacaba a pasear. Cosas, que uno toma como muestras de cariño cuando está con alguien que ama, y siente que el sentimiento es recíproco.

Al cumplir 20... Llegó mi despertar.

Y con ello, el golpe de realidad. Yuji Watanabe no era mi destinado.

Pero no por eso dejé de amarlo.

Nuestro cuarto frecuentemente se llenaba de feromonas, de las agrias que él emitía, de las dulces que emitía yo.

Mi primer celo llegó con fuerza, años de represión sexual, sumado a la carga que era mi mordida, resultaron en un desastre del cual no salí en una semana.

Niño de mi corazón [the GazettE; ReitUha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora