Capitulo 7

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—Como sea —murmuró fastidiada sin bajar su ceja perfecta y sin mirarme mientras se quedaba desparramada en su asiento mirando a cualquier cosa con un aspecto arrogante y despreocupado.

—¿Entonces? —la incité después de unos minutos para que dijera algo, pero ella sólo se encogió de hombros y se quedó callada—. ¿No piensas decir nada?

—No tengo nada que decir —musitó rodando los ojos. Demonios, la chica ya me odia.

—Bueno, dado a que yo seré la nueva Señora Genova por un tiempo, deberíamos de empezar a comunicarnos abiertamente y todo eso —empecé a decir con una sonrisa floja en los labios. Lauren sólo volteó su vista hacia mí hasta que deje de hablar, así que seguí hablando—: Deberíamos de empezar bien. Hagámoslo de nuevo ¿te parece? Mucho gusto, yo soy Camila.

—Lauren —dijo. Eso nada más dijo la muy desgraciada. ¿Qué demonios?

—Duh, eso ya lo sé, est… —me detuve, porque decirle estúpida sería ilegal, por lo menos mientras estuviéramos ahí adentro—. Podrías empezar a hablar bien ¿No crees?

—Estoy hablando bien —dijo de nuevo, sin ningún indicio de sonrisa en su cara. Suspiré para no matarla y me relajé en mi asiento, coloqué mis codos en el escritorio y recargué mi cara en mis manos.

—Mira, no soy precisamente la chica más paciente del mundo, así que si te dispusieras a ayudarme todo sería mucho mejor. Solamente dime cuál es tu problema ¿Por qué tienes que estar aquí obligatoriamente?

—El director me odia, ese es el maldito problema —murmuró con enfado y tomó aire para por fin mirarme con una cara que no era de enojo, pero tampoco de simpatía exactamente—. Mira, no te lo tomes personal. No me gusta hablar con personas desconocidas, mucho menos con alguien que quiere sacarme secretos que no puedo andar contando por ahí.

—Te entiendo, de verdad—musité y le sonreí— a mí tampoco me gustaría contarle cosas a una extraña que parece ser muy entrometida, pero digamos que realmente necesitas hablar conmigo de las cosas que no puedes andar contando por ahí, no puedes venir aquí todos los días y limitarte a responder mis preguntas con menos de cinco palabras.

—¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué tengo que hablar contigo de esas cosas? —preguntó, rodando los ojos.

—Porque ahora yo seré tu psicóloga, consejera o lo que sea. Mi obligación es ayudarte, y no te puedo ayudar si no me das nada para hacerlo —expliqué, obteniendo nada más que una mirada enojada de su parte—. Mira, si lo que te preocupa es que vaya a decir algo a alguien, puedes irlo olvidando. No puedo hacerlo, es ilegal. Firme un contrato de confidencialidad, lo que significa que puedo ir a la cárcel si hablo con alguien acerca de lo que tú me digas aquí.

Lauren soltó una carcajada, pero no parecía muy divertido. Era más como una risa triste, vacía o algo así.

—Y tú jamás harías algo ilegal ¿cierto? —se burló y volvió a soltar otra risa como la anterior. Como si tuviera su propio y genial chiste interno—. ¿Sabes cuánto tiempo me tomó para poder contarle algo estúpido como los nombres de mis hermanos a la señora Genova?

Yo negué con la cabeza sin alejar mi vista de su rostro.

—Medio año o más, ni siquiera me acuerdo, y siempre he venido diariamente —vociferó cansada—. No esperes mucho de mí, no soy alguien de quien puedas sacar provecho.

—Bueno, quien sabe. Soy muy buena haciendo este tipo de cosas, puedo sacarte algo más importante en mucho menos tiempo —aseguré, y antes de que empezara a hablar levante mi mano para que se callara—. No creo que tu vida sea tan… complicada como para que no quieras decir nada, pero no importa, voy a intentar comprenderte, de todos modos aunque no me cuentes nada, ahí tengo tu expediente y puedo leerlo cuando quiera.

Pew pew (Camren versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora