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Como todas las mañanas Zee se alistó para ir a estudiar, sentándose después en el comedor a desayunar con su madre.

— ¿Cómo dormiste anoche, cariño? — Cuestionó la mujer tomando un sorbo de su café caliente.

— Bien. — Dijo simple, aunque no era verdad, pues no había podido moverse tanto como quisiera porque prácticamente cada movimiento le dolía, su vientre le dolía, su rostro le dolía, a veces dolores punzantes lo hacían fruncir él ceño en medio del sueño y otras veces despertarse dolorido por los roces bruscos que recibía su cara contra las mantas y la almohada cuando se movía para obtener una posición más cómoda, había sido la peor noche.

— Que bueno, cariño. Por cierto, anoche tu padre no vino, me llamó y me dijo que no vendría por un largo tiempo porque se fue de viaje por trabajo. — Ratana sonrió con desgano, siempre que hablaban de él las cosas se ponían incómodas.

Zee asintió masticando su pan lentamente y dejó el pedazo que quedaba de lado, ya no quería comer nada.

— Okey, al menos que se acuerde de llamarnos de vez en cuando, no le quita mucho tiempo. — Salió de su boca y sonrió con pesar.

Ratana se quedó callada, no sabía que responder ante eso, pero antes de que pudiese al menos abrir la boca, Zee ya se había levantado de su silla y llevado los trates a la cocina.

Ratana solo se quedó sentada en su silla con los dedos de ambas manos entrelazados sobre la mesa, pensativa, realmente ese era uno de los temas que no le agradaba hablar con su hijo porque después de eso las cosas siempre eran incómodas.

— Adiós mamá, nos vemos en la tarde. — Dijo Zee tomando su maleta y dejando un beso en la frente de su madre.

Ella solo asintió una vez para ver como Zee salía de la casa.

El chico salió acomodándose sus zapatos y se colgó la maleta para luego subir la mirada y ver a alguien recostado sobre un poste mientras fumaba, Zee abrió grande sus ojos y se acordó de lo que había pasado el día anterior, casi maldijo porque no se había acordado por estar pensando en la noticia que le había dado su madre recién.

Respiró hondo y se fue girando lentamente con la ventaja de que el otro estaba centrado en su cigarrillo, finalmente quedó mirando la puerta de su casa y decidió dar un paso al frente que pronto detuvo cuando escuchó la voz detrás suyo.

— Hey. — Exclamó el chico acercándose a Zee y botando el ya desgastado tubo de cigarrillo al piso.

Zee cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior gracias a su infortunio, se quedó unos momentos más en esa posición y luego quitó aquella expresión de fastidio de su rostro y puso una sonrisa, las más falsa y forzada que había puesto nunca. Se giró y levantó un poco las cejas denotando alegría y sorpresa.

Claro que Saint notó la falsedad que se escondía detrás de esa expresión, había vivido y conocido lo suficiente como para saber cuando las personas eran hipócritas y falsas, ya no le molestaba, de hecho le daba igual.

— Perdón, creí que se me había olvidado algo en casa. — Excusó un nervioso Zee.

— No importa. — Se encogió de hombros despreocupada mente. — Vamos.

Zee asintió y fue tras Saint para ponerse a su lado y dar inicio a su camino.

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Los pasos de ambos chicos eran tranquilos, aunque había cierta tensión en el ambiente, Saint a veces ponía temas variados y de su poco interés, tales como; hablar sobre lo hermoso que son los arboles o lo fresco que estaba el día, pero solo lo hacía para que el camino no fuera tan silencioso, le estresaba un poco tanto silencio y más si estaba con una persona que literal apenas y conocía su nombre.

por ti ;; saintzee (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora