Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)

Capítulo 2: ¿Rose Weasley un águila?

La primera noche de Rose en Hogwarts había sido agotadora. Primero, cayó en la casa de Ravenclaw en lugar de Gryffindor; segundo, Dominique le dejó sola para irse con sus amigas; y tercero, era la protagonista de su curso y casa por el mero hecho de ser hija de los magos Ron y Hermione Weasley cuando ella era mucho más que eso.

Rose despertó de las primeras de su habitación, ese día era domingo, lo que significaba que hasta el día siguiente no daría su primera clase y ese día solo era un día para relajarse.

Puesto que no llevaba más de una noche, Rose aún no conocía a nadie con exactitud y aunque hubiera hecho buenas migas con algunas chicas prefirió pasar el día con Albus.

Bajó al Gran Comedor donde lo encontró junto a... ¿Scorpius Malfoy? Rose se acercó, cada vez más segura de que aquel chico que acompañaba a su primo era él.

—Buenos días —saludó Rose con una sonrisa tomando sitio al lado de su primo—. El desayuno no es hasta media hora, ¿qué te ha hecho levantarte tan pronto, Albus?

—Scorpius es más de levantarse temprano —explicó Albus—. Y me ha preguntado si quería bajar con él y bueno, hay que acostumbrarse al horario escolar, así que he aceptado.

—¿Aún siendo un domingo? —preguntó Rose extrañada y ligeramente molesta por una razón que no lograba explicar—. Eso no es propio de ti.

Albus se encogió de hombros como respuesta, lo que molestó aún más a su prima.

—Te presento a Scorpius —dijo Albus—. Nos conocimos en la cena de ayer.

—Hola —saludó Scorpius con una sonrisa, Rose frunció el ceño.

—¿Caes en Slytherin y ya te juntas con un...? —Rose observó a Scorpius y bajó la voz—. ¿... Malfoy?

—Vamos, Rose, estás de broma, ¿no? —cuestionó Albus—. Scorpius y yo nos conocimos ayer, nos caímos bien y hemos bajado a desayunar juntos, no dramatices.

Rose miró a Scorpius no muy convencida, éste tenía el ceño ligeramente fruncido. Rose volvió a dirigirse a Albus.

—¿Recuerdas lo que dijo mi padre? —preguntó en un susurro, Albus respondió encogiéndose de hombros de nuevo.

—Rose, me da igual, Scorpius me cae bien —respondió el chico—. Ahora si podemos dejar esta conversación al menos hasta que Scorpius no esté delante...

—No importa, Albus —intervino Scorpius—. Así que no confías en mí, ¿no, Weasley? ¿Por qué motivo?

—Tu padre nunca fue bueno con los míos —respondió Rose—. Y mi padre me alertó.

—Necias palabras procedentes de una Ravenclaw —dijo Scorpius—. A no ser que te parezca lógico tu argumento. Aquel que dice que los hijos son réplicas de sus padres. Aunque espera que recuerde, no puede ser así... ellos fueron de Gryffindor.

Dicho eso el Malfoy se levantó con una maliciosa sonrisa, mientras los ojos de Rose se llenaban de lágrimas.

—Rose, deberías haber sido más amable con él —le regañó Albus—. Has conseguido que actué como lo que esperabas.

—¿Y la culpa es mía? —cuestionó Rose enfadada.

—Perdona que te lo diga, pero en parte sí —musitó Albus—. Oye, ¡estamos en Hogwarts! Somos mayores. ¿No puedes olvidar por un momento las órdenes de tu padre y divertirte? No ser Gryffindor, ser amiga de un Malfoy... ¡Debería...!

—¿Amiga de un Malfoy? —inquirió Rose, confusa—. ¿Ahora pretendes que seamos amigos? Oye, Albus, confío plenamente en mi padre y mi padre dice que...

—Rose, lo estás volviendo hacer —protestó Albus—. Está bien que sigas las normas de tu padre, pero discriminar de esa forma, Rose. ¿De verdad crees que está bien?

Rose miró hacia abajo avergonzada. Albus estaba en lo cierto. El padre de Rose solo hablaba desde su experiencia y ella y Scorpius no tenían nada que ver en el enfrentamiento de sus padres en el pasado.

—Lo siento, Albus —dijo Rose en un hilo de voz—. Quizás he sido demasiado dura con él.

—¿Quizás? —repitió Albus—. Bueno Rose, creo que es a él a quien debes disculpar.

Rose se levantó con un largo suspiro. Sabía que lo que había hecho había estado mal, pero odiaba reconocer sus errores porque odiaba tenerlos.

—¿Dónde puedo encontrar a Scorpius?