Capitulo 28

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Narra Villa..

Después de otra mini pelea por parte de el hermano mediano de los Vargas y Valentina, la comida siguió tranquila.

Terminando de comer, Juan y Alicia jugaban en el patio trasero, mientras que Paulina y Valentina le intentaban explicar algo a Martín. Y nosotros, lo que hacemos siempre que tenemos un rato libre con instrumentos.

-¿Pero no sería más?- preguntaba Martín.

-¡Qué no! ¡Más por menos, es menos!- explotó Paulina.

-Siempre que haya un menos, el resultado es menos. Solo si es multiplicación- explico un poco más tranquila Valentina.

-¿Se pueden callar por un momento? No me dejan concentrar- dijo frustrado Martín.

-Ustedes y sus gritos tampoco son de tanta ayuda- reprochó Isaza.

-En sus conciertos siempre va a haber gente gritando, ¿Se van a estar parando cada dos segundos?- dijo un poco más enojado Martín.

-Van a hacer nuestras canciones, no las leyes de los signos- espetó Simón.

Narra Valentina..

-Marto- llamo Alicia un tanto asustada por el griterío que se estaba formando.

-Dime, princesa- respondió con voz suave volteandola a ver.

-Awww-dijo Paulina con ternura al ver aquella escena. Todos la vimos sorprendidos por su sensibilidad hacia las cosas -¿Pueden dejar de verme así cada que pase algo lindo?- pregunto a la defensiva.

-Amiga, estás muy sensible el día de hoy- dije dándole una palmada en la espalda.

-¿Valentina?- pregunto Juan jalandome de la ropa.

-Dime, pequeño- dije cargándolo y sentándolo en la mesa.

-¡Dios, por qué son tan tiernos!- volvió a decir Paulina.

-Amor, parece que en tu casa no hay amor- dijo gracioso Martín.

-Con Ali queremos jugar, pero necesitamos que alguien nos cargué, ¿Me puedes cargar?- pregunto Juan con una sonrisa.

-¿Ali?- susurré alzando las cejas.

-Solo amigos- dijo guiñando un ojo.

-Calma, Romeo- dije graciosa.

-Sigo si entender tu comentario- dijo negando con la cabeza.

-¿Aceptó?- pregunto emocionada Alicia, quién ya estaba encima de la espalda de Martín.

-Si- dije con una sonrisa y Juan se subió a mi espalda.

Martín y yo corrimos hacia el patio y empezamos a dar vueltas con los pequeños en los hombros, haciendo ruidos extraños con la boca. Me daría gusto decir que así paso toda la tarde, pero a los cuarenta minutos de estar haciendo eso, Martín y yo estábamos muertos.

-Pero niños, ya estamos cansados- dijo Martín con la poca fuerza que tenía. Apoyando sus manos en sus rodillas, tratando de sostenerse en pie.

-Denos un tiempo para descansar y seguimos- dije de la misma forma que habló Martín.

-Pero nosotros no estamos cansados- reprochó Alicia.

-Por que ustedes no se estaban cargando- respondió Martín dándole unas palmaditas en la cabeza a su hermana menor.

Entramos a la casa, y nos sentamos de la peor manera posible en el primer sillón encontrado. Mientras que los pequeños hacían alguna extraña cosa.

Una Vida Juntos- Juan Pablo Villamil/Morat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora