bonhomía

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˗ ˏˋᥲfᥲbιᥣιdᥲd, sᥱᥒᥴιᥣᥣᥱz, hoᥒrᥲdᥱz,
ᥱᥒ ᥱᥣ ᥴᥲrᥲᥴtᥱr ყ ᥴomρortᥲmιᥱᥒto  ˎˊ -

única parte.

Había algo que, Frank, no podía comprender de Bastián

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Había algo que, Frank, no podía comprender de Bastián.

Quizás era la forma en que se expresaba, o la manera en que sus piernas se cruzaban cuando caminaba. Quizás eran su fascinación hacía las bandas de rock pesado o era su cara cuando mostraba total seriedad a la hora de tomar alguna foto; o quizás el maquillaje que le gustaba usar de vez en cuando.

Frank no comprendía ese algo que tenía el chico; no lograba entender porque lo quería tanto, porque tenía ganas de abrazarlo y de besarlo hasta sofocarlo cada vez que lo veía.

Su pecho duele y su corazón le pide a gritos que se confiese ante él. Pero no puede, no es capaz de hacerlo porque el simple hecho de salir con Bastián parece un escenario muy imposible y alejado de su realidad.

— O simplemente eres un tonto.

Su hermano no tardó en decirle, arreglaba su cabello enfrente del espejo mientras lo miraba en el reflejo del mismo. Frank se encontraba recostado en la cama viendo las estrellas pegadas en el pulcro techo.

— Simplemente ve y dile: Bastián, estoy tan enamorado de ti que seguramente te clavaria el diente.

El mayor se sentó en la cama y aventó una almohada al chico. Sus mejillas delataban su vergüenza ante el comentario.

— ¡No digas algo así, imbécil!

Max rodó sus ojos.

— Escucha; si yo pude decirle a mis padres que lo que hay entre mis piernas no es lo que me identifica por quien soy y salió bien. ¡Tú puedes decirle a ese chico que estas enamorado de él! — Frank jadeo ante lo último.

— ¡No estoy enamorado de él! — Rápidamente respondió. Luego soltó un fuerte suspiro y llevo mechones de su cabello hacia atrás. — Ni siquiera entiendo que siento.

El menor miró a su hermano mayor, su rostro mostraba miedo y desesperación, el pobre pelirrojo buscaba una respuesta para todas sus preguntas y parecía que el universo no quería estar de su lado. Podía entenderlo, sabía lo que era sentirse atrapado en una cabeza llena de dudas e incógnitas las cuales difícilmente podían ser resueltas.

Max se levantó, fue a su cama y pasó un brazo alrededor suyo.

— Hey. — le llamó con delicadeza mientras acariciaba su espalda — Está bien, tranquilo, no es el fin del mundo tonto. Bastián puede esperar.

— Bas no podría esperar a alguien como yo.

— Entonces Bastián es un tonto.

Frank soltó una suave risa. Alzó su rostro para mirar a su hermano. Tenía una sonrisa en su rostro, de esas que demostraban apoyo y cariño, cálidas como el fuego en invierno.

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Él no pensaba que el teñido era un tonto. Bastián nunca lo podría ser, era el ser más inteligente que ha conocido y él más analista. El único tonto (sí es que había uno) era él, incapaz de hablarle e invitarlo a salir.

¡Pero tenía una buena excusa! pues cada vez que lo veía caminar enfrente suyo, cargando en su cuello la cámara que usaba y en brazos su mochila, todo su ser temblaba. Era incapaz de hacer que su sistema reaccionara. 

Todo en él se desconectaba con tan solo pensar en el chico, tenerlo enfrente suya y verlo en primera persona, no era algo bueno para su pobre y frágil corazón.

Cada que lo miraba, tomaba su mano o simplemente le hablaba sentía un gran presión y como el aire le faltaba, era tan horrible que no podía aguantar y salía corriendo de cualquier lugar donde se encontraba.

Intentó imaginar un escenario donde Bastián y él eran pareja; dos tortolitos agarrados de la mano, compartiendo abrazos y besos en la mejilla. Yendo a todos lados juntos y teniendo citas después del colegio. imaginó su primera cita en el parque en un verano caluroso, Bas llevaría una larga falda holgada de color café y una camiseta sencilla blanca, él por otro lado vestiría una camisa de flores y shorts cortos.

Imaginó todas las cursilerías que le diría al día y la forma en que besaría cada parte de su rostro, sus finas manos y sus suaves y esponjosos labios.

Max volvió a darle un golpe con la almohada.

— ¡Tierra llamando a frank! — Grita en su oreja, ocasionando que el mayor se hiciera a un lado por su sensibilidad. — Te perdiste por unos momentos. creí que te perdíamos. 

El pelirrojo rodó sus ojos. Iba a protestar, pero el llamado de su madre desde la planta baja lo hizo detener pues debían bajar para apresurarse e ir al colegio. Max volvió a su trabajo de alisar su cabello y Frank se levanto listo para bajar encontrándose a su madre y saludarla con un beso en su mejilla.

— Raramente te levantas de buen humor. — Ella comenta, sorprendida por la alegría de su hijo un lunes por la mañana. El chico alzó sus hombros.

— Las maravillas de acostumbrarse. — Dice, la mujer suelta una risa, se dirige al mesón y toma el almuerzo que le tocaba para entregárselo. — Gracias. Nos vemos, dile a Max que no se distraiga mucho en el camino.

 Nos vemos, dile a Max que no se distraiga mucho en el camino

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Puede sentir como sus manos tiemblan. El sudor resbala por su frente y no tiene duda alguna que en cualquier momento podría caerse por la poca estabilidad que estaba teniendo ahí mismo.

¿Desde cuándo era tan dificil tocar una puerta? ¡Y no era ninguna! Llevaba tocando esa misma desde hace unos ocho años, por lo que, era ridículo el estar tan nervioso.

Aunque claro, hace ocho años no estaba confundido por sus sentimientos hacia el chico de hebras moradas.... Soltó un suspiro y despabilo.

No seas ridículo, solo es un timbre. 

𝐛𝐨𝐧𝐡𝐨𝐦𝐢𝐚 「fonnie」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora