Duerme en una cama de rosas rojas.
Sangra cada noche al acostarse.
Sonríe acariciando los pétalos suaves que la rodean.
Y cuando nos besamos,
yo sangro junto a ella.
Sus espinas dejan más que cicatrices...
dejan la marca en el alma.
La marca de un amor que jamás pasará.
Ni con mil cortadas encima.
Ni borrando la historia de las mil memorias de la gente.
Duerme debajo de la luna llena,
y cuando no la hay,
la pinta bajo su techo.
Intentando sentirse completa.
Pero no se da cuenta
(aún)
que cuando me caigo encima de ella,
cuando sus pulmones quedan sin aire
yo le lleno de oxígeno la sangre.
Ella me llena el corazón...
y ya somos dos