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lección ocho

(sigue narrando en tercera persona)

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Harry bajó de su auto y cerró la puerta, poniéndole seguridad a éste. Vio el cartel gigante colgado desde los extremos de la puerta del colegio y frunció el ceño.

"Instituto Dempsey
 Festival escolar"

Se sumergió en la muchedumbre de padres y estudiantes, y vio la cantidad de puestos de comida juntos con las personas que disfrutaban de ello. El bullicio era impresionante y pensó en las palabras de Louis, que eso no era gran cosa y que se iba a aburrir.

"Así que me mintió" pensó Harry. Sonrió estúpidamente. Normalmente él se vuelve más curioso cuando la gente trata de ocultarle cosas y sólo lo hizo querer ir más cuando pidió que no lo hiciera. La mentira del castaño la otra noche no se la había tragado para nada, porque éste se ponía realmente nervioso cuando trataba de engañar a alguien, Harry lo conocía. Se mordió el labio tratando de reprimir una carcajada. Louis era tan idiota y adorable cuando quería.

Se fijó en las miradas y suspiros que lo rodeaban mientras caminaba de parte de las chicas. Sonrió cuando notó que los novios de estas lo miraban con una chispa de envidia y molestia. No les hizo caso y agarró un folleto que llevaba un pequeño mapa de la escuela. Nunca le había interesado la atención femenina que su belleza atraía. Primero porque a él no le interesaban chicas de preparatoria qué recién estaban aprendiendo cómo ponerle un preservativo a un chico. Segundo, porque tenía a un muchacho de ojos azules y pómulos notorios que lo hacía feliz, punto.

El mapa del instituto mostraba que estaba cerca del aula de Louis, así que sonrió y se encaminó a la puerta que se dibujaba allí. Pero su caminata se paró justo en la puerta. Vio a una estudiante disfrazada de una coneja con los pechos desbordantes hacia arriba. Quiso reírse en su cara por lo ridícula que se veía, pero se contuvo.

La muchacha vio cómo él la miraba y sonrió coqueta, acercándose a Harry.

— ¡Bienvenido! ¿Mesa para cuántos? —Harry miró hacia arriba de la puerta dónde había un letrero que decía "Café Animal". Frunció el ceño cuando entendió, así que eso era un café dónde había gente disfrazada. Se imaginó a Louis disfrazado de un animal y rió levemente, a lo que la chica lo miró confundida.

— Ah, disculpa ¿está Louis por aquí? —la estudiante lo miró triste y decepcionada, bufando.

— ¿Louis? Espera un momento, por favor. —Él asintió y la chica rodó los ojos cuando se giró. Asomó su cabeza por la puerta y trató bien de que su trasero se exponga hacia atrás, dándole, lo que creyó, una buena vista al hombre parado atrás suyo. Pero era todo lo contrario.— ¡Louis! ¡Alguien te está buscando!

Louis dejó la bandeja en la mesa limpia y frunció el ceño. Debía de ser algún amigo suyo de otra división pidiéndole algo. Suspiró y caminó hacia la puerta. 
Se veía ridículo con ese disfraz de perrito faldero. Las orejas las tenía levantadas y dobladas al final, cómo todos los cachorros arrepentidos. Tenía un short marrón que, como no había estado en las mediciones del cuerpo para el disfaz la otra semana, le quedaba chico. Las chicas habían adivinado su talla incorrectamente y aquello provocó eso. Su culo casi reventaba ahí dentro. La remera era de igual color que el short pero más grande que ese, al menos podía respirar un poco. 

Cuando vio a Harry en la puerta, su corazón se encogió. ¿Qué hacía allí? ¡Le había dicho que no! Pero lo que él no entendía que era un muy mal mentiroso y su engaño había traído consecuencias. Cómo un Harry con orbes oscurecidas de la lujuria y su boca llena de saliva, casi babeando.