Capítulo 18.

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Yo era cenizas. Tu me tocaste. Volví a arder. —Alejandro J.

Nicolás.

Tener su cuerpo en mis manos, saber que iba hacer mía sin ninguna resistencia me engrandecía, todo de ella prendía cada poro de mi piel. Al fin unos de mis más malvados fetiches se efectúa; te tengo Alessia, luego de esto no podrás escapar de mi fuego abrasador, serás y eres mía.

Comencé por su cuello, la parte más aclamada por mis labios; succiono su cuello de manera pausada haciéndolo temblar como nunca, jadear y estremecerse, chupo sin ninguna restricción, al punto que dejo marcas sobre él, es mía desde el primer día, desde que mi voz la hacía reaccionar y la ponía ansiosa.

Le voy a cumplir lo que le prometí la última vez: inflare su apetito, causare una turbación viciosa y haré que lo disfrute, haré que la ola de placer en sus entrañas sea la más placentera que ha vivido.

Posiciono mis manos en su cintura girándola hasta que sus labios choquen con los míos, uniendo nuestra respiración, alzándola para abrirla de piernas alrededor de mi cintura. Me encanta martirizarla, desesperarla, las yemas de mis dedos suben por su espalda, arrancando los botones de su blusa. En tanto mi otra mano sostiene sus glúteos, masajeando esa zona, guiando mi boca a sus labios para succionarlo y besar su boca, degustar su saliva, su lengua exquisita y sugerente.

—¿Dónde quieres que te bese, Moretti? —gime cuando muerdo su labio inferior, sus ojos azules se abren haciendo que mis manos vibren al verlos tan oscuros, tan azules como la profundidad del mar y tan perversos como los míos. Y sus labios rojos e hinchados no hacen más que avivarme—. Respóndeme.

—Nicolás... —jadea electrizando mi miembro con su voz.

Beso su cuello, movilizo mi nariz al centro de sus senos, sacando mi lengua para lamer su orilla; su cabeza se va hacia atrás dándome más acceso.

—¿Aquí, quieres que te bese ahí? —Muerdo una de sus tetas por encima del pezón, asimismo ella muerde su labio inferior.

—Si, ahí...

Mis pies se mueven por si solos hacia mi habitación mientras beso todo su cuello y rostro, sin perderme ninguna de sus expresiones, grabando cada mordida, cada jadeo y cada temblor que ocasiono.

La tiro en la cama sin portar delicadeza, me abro espacio entre sus piernas besándola y apretando mis manos en su pequeña cintura. Mi boca al sentir su lengua se volvía irreconocible, como si no le importara quien llevara el control y solo quería chupar rápidamente hasta cansarse y sentirla en todas las maneras. Ella me corresponde el beso y lo mejor era que no sentía nervios de su parte, es muy raro ver esto y más en alguien como ella, quizás los oculta muy bien.

Mis manos parecían tener vida propia manoseando sus senos por encima de la ropa, gimió al sentir mi tacto ardiente. Mi lengua seguía moviéndose en su boca y ella disfrutándolo como si fuera el mejor beso de su vida.

Chupe su labio inferior y solté su labios. Utilicé mi lengua para bajar a sus pechos, decidí bajar mi cabeza hacia ellos y por medio de su ropa olerlos, olían a vainilla, vainilla que se acopla al olor natural de su cuerpo. Y tenía decirlo, tenía que admitir que me seduce el aroma que ella emana.

—¿Te gusta, te gusta que pueda incinerar tu piel, te gusta que te haga mía? —bisbiseo halando su pezón, arqueando su cuerpo y trasladando mis dedos a su boca—. ¿Lo disfrutas, quieres más?, respóndeme, nena...

—No puedo responder lo que mi cuerpo contesta, Lombardo —susurra en un jadeo lento.

No lo soporto más, no soporto esta tortura mal habida. Quito su blusa con mucho cuidado y sus senos quedan completamente a mi merced, es mucho más de lo que imagine, son tan rosados y redondos, mis manos los abarcan perfectamente, como si fueron diseñados con mi molde.

A través de ti  [COMPLETÁ] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora