Una semana después, mi día había iniciado levantándome muy de madrugada, para ser exactos a las 6:00 de la mañana de un lunes inmensamente sofocante por aquel smog que visiblemente era espeso en los horizontes donde reposaban aquellas monstruosas construcciones creadas por los hombres.
Fue evidente que mi estado de ánimo fue afectado por el olvido del aniversario de mi matrimonio el día anterior. No puedo negar que la culpa me carcomió los sentidos, teniendo un sentimiento de desagrado por mi falta de atención y poco ímpetu para recordar tales fechas. Pero por azares de la vida, había recibido una invitación por parte de la universidad donde había concluido el doctorado en psiquiatría, la cual se celebraría el día de hoy. Dicha convocatoria nos reuniría para escuchar una conferencia por aquel que fue mi docente en mi época de aprendiz, el doctor Victor Sablatzky, médico neurocirujano y doctor en psiquiatría, múltiples veces reconocido y premiado por sus grandes investigaciones en la rama de Psicopatología. No podía dejar pasar una oportunidad de semejante importancia, ya que, esto me sería útil para mis conocimientos.
Al igual, mis esfuerzos se mostraron reducidos para no re memorizar los hechos contados por la señora Brown, pero mi excitación por el saber más allá de los mismos iba en aumento, tal cual pensé que podría brindarle ayuda profesional a la persona que mencionó en aquel relato y hacer una investigación ambiciosa que podría demostrar el comportamiento de la mente ante sucesos paranormales y presentarla a tan semejante eminencia como lo es el doctor Sablatzky.
Pero no podía dejar pasar semejante insolencia, no después de todo el tiempo que Eliette y yo llevábamos juntos. Eliette había salido junto con sus padres de Francia, cuando ella tenía tan solo 14 años de edad, dado que, la situación económica que azotó dicho país resultó cada vez peor, provocando la migración de ellos y estableciéndose en la mancha urbana donde actualmente me encuentro. Mucho tiempo después, los señores Laforêt lograron de manera solemne establecer comercios medianos en la ciudad. Una parte de las ganancias estuvieron destinadas en los estudios de Eliette y así consiguieron colocarla en la misma universidad donde yo fui aceptado, gracias a una beca que había ganado por mis excelentes resultados en las pruebas aplicadas.
Fue ahí donde la conocí. Cabe resaltar que fui huérfano de madre, esto a su vez afectó en mi desarrollo provocando una terrible carencia de afecto emocional hacia los demás, caso que estropeó mi relación con mis compañeros. Pero gracias a Eliette pude mejorar mi conducta, jamás me hacía falta un consejo o una pequeña porción de almuerzo en los tiempos que teníamos para ingerir alimentos después de clases, fueron estas acciones que hicieron que quedara perdidamente enamorado de ella. Así que, antes de partir del apartamento, dejé todo preparado para una cena con mi esposa.
De camino a la universidad, mientras conduje, me sentí aliviado al dejar aquella metrópolis horrendamente asfixiante por los olores que emanaban de las coladeras y sus exasperantes atolladeros en las avenidas principales. Hacía mucho contraste con el amplio camino que observé de la carretera y sus verdes y pastosos campos, que a su vez lo acompañó una tarde despejada, con una corriente de aire puro que desembocó en los árboles.
Una vez llegando a la universidad, las rejas de aquel lugar fueron abiertas por el viejo cuidador del campus. No tardó en reconocerme y me dio un cálido y febril saludo diciendo "Buenas tardes señor Ellis", mientras que yo le regresé un saludo con gesto amable desde el auto. Después de haber estacionado, caminé por aquellos patios verdes donde se encontraron un montón de estudiantes reposando en las sombras de los árboles de la zona, cuando de pronto sentí una mano en mi hombro.
—Joven Ellis.
Di la vuelta y me percaté que era el doctor Sablatzky
—Profesor, cuánto tiempo sin vernos. —Contesté mientras estreché su mano.
ESTÁS LEYENDO
LAS NOCHES DE MARTE©
Mystery / Thriller🥇 #1 En categoría Impactante 28/08/20 🥇 #1 En categoría Alucinante 04/09/20 LAS NOCHES DE MARTE. Alguna vez te has preguntado ¿Qué trecho existe entre la locura y la cordura? ¿Hasta dónde somos capaces de diferenciar entre la realidad y la ficci...