• 𝕃𝕒 ℂ𝕖𝕝𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕒 𝕕𝕖 𝔼𝕔𝕠𝕞𝕠𝕕𝕒 •

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Cuando Roberto Mendoza decidió retirarse de la presidencia, también lo hizo su secretaria. Eso significaba que Armando Mendoza debía contratar a otra mujer que cumpliera las funciones que Carmencita venía desempeñando desde hace casi 35 años.

"―Seguro que la siguiente secretaria que don Armando va a ser una mujer 90-60-90, como las que le gustan a él."

Esos eran los rumores que corrían por toda Ecomoda esa mañana, pues muchas mujeres hermosas estaban desfilando por los pasillos de la empresa de modas, buscando el puesto de "secretaria de presidencia".

Entre aquellas bellezas se encontraba Beatriz Aurora Pinzón Solano, conocida simplemente como Betty entre sus pocos allegados. Era una genio de las finanzas, con tesis laureada y el mejor promedio de su generación, además de hablar dos idiomas con fluidez además de su lengua nativa; En fin, toda una computadora humana que estaba altamente sobrecalificada para el puesto que aspiraba.

Al ver aquella hoja de vida tan asombrosa, todo el mundo se maravillaba con los grandes conocimientos y aptitudes, y si no fuera por "eso" seguramente ya habría sido contratada en un alto puesto financiero. Pero, ¿Qué era "eso"? No existía mejor explicación que no fueran sus propias palabras:

"―Pues que soy fea, Nicolás. Somos feos, por eso no nos contratan en ningún lugar.

―¿Y si intentamos buscar un trabajo como barrenderos? -preguntó divertido.

―¿Cómo barrenderos? ―se cruzó de brazos― ¿Y eso por qué? ¿por nuestra "gran" condición atlética?

Preguntó de manera irónica, soltando una de s características risas.

―No, no, Betty ―chasqueaba la lengua negando―. Es porque a nuestro lado, la ciudad se va a ver divina así esté a reventar de basura.

Ambos rompieron a carcajas por el chiste de Nicolás. Era tan malo que llegaba a ser bueno, como la mayoría de los intentos de comedia de la "versión" masculina de Beatriz. "

Durante su trayecto en el ascensor hasta el segundo piso de Ecomoda, la "fea" recordaba este momento, esperando por fin tener suerte en la empresa número ¿16? que visitaba en busca de empleo.

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Mario Calderón también esperaba tener suerte. Tal vez era muy pronto para comenzar a tener celos, pero él más que nadie sabía el tipo de hombre que era Armando Mendoza.

Temía que el mal humorado nuevo presidente de Ecomoda terminara cortejando a su nueva mano derecha, e incluso aunque solo fuera cosa de una noche, le ardía pensar que lo arrebataran de sus brazos. Pero sobre todo le aterrorizaba darse cuenta estaba celoso, no era algo que hubiese experimentado jamás, ni siquiera cuando Armando le relataba sus encuentros con mujeres en el pasado.

"―Quizás sea porque ahora es mio."

Pensó de forma un tanto posesiva, pero tan solo la idea de pensar que ahora era suyo le daba un calor interior que si bien no sabía explicar con claridad, le gustaba experimentar.

Eso era algo que reflexionaba mientras se sentaba en su oficina, a la espera que su "tinieblo" ―como dirían las del cuartel― arribara a las instalaciones de la empresa, aunque ahora más que nunca sentía que necesitaba es escuchar su voz.

―Sandra, comuníqueme con Armando, por favor

Ordenó mostrando su cabeza por la puerta, sacando a la secretaria de la interesante conversación que sostenía con Mariana.

✤ El hombre que yo amo ✤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora