46. Mrs Blue

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Mis párpados pesaban y mis oídos solo eran capaces de escuchar un zumbido

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Mis párpados pesaban y mis oídos solo eran capaces de escuchar un zumbido. Abrí los ojos y mire a mi alrededor, la pintura blanca y el sillón de color café, me causaba jaqueca, odiaba los hospitales, su olor y sus colores blanco y azul me daban náuseas.

- Bella durmiente, ya era hora que despertarás - mire a Evan, su expresión alegre y vivaz me mareo.

- ¿Que paso? - le pregunté - me incorpore para poder quedar sentada en la camilla.

- Bueno, llevas dos días dormida, tienes una herida profunda en tu hombro y una alta cantidad de pastillas para dormir en tu organismo - ¿Sabes lo mucho que se molestó Katrina cuando escucho eso? Ella te dió las pastillas para poder conciliar el sueño, no para que te drogaras con ellas.

Rodé lo ojos ante sus palabras y lo mire molesta.

- Lo que yo haga con mis medicamentos es mi problema - ¿Cuando podré salir de aquí? - pregunté.

- Katrina está arreglando las cosas, no sabíamos cuando despertarás así que puede que tarde un poco - explicó.

- ¿Tanto problema hay para sacarme de este lugar?

- Pues al parecer si, estan intentado ver cómo procesar eso - señaló mi pecho el cual se encontraba vendado - Tienes suerte de tener mucha masa en los pechos, si no ese cubillo hubiera dado justo en tu corazón - Bromeó

Golpeé su cabeza con mi mano y lo mire furiosa.

- Está bien, calma - suspiro y siguio hablando - Los amigos de la loca esa dicen que fue un accidente, que la chica se encontraba fuera de si en ese entonces y que por eso hizo lo que hizo - hizo una pausa y me miró - los chicos con los que ahora te llevas, dicen que no fue así, que esa loca intentaba matar a la rubia y que tú la salvaste.

Los recuerdos de esa mañana vinieron a mi, solté una carcajada al recordar a Edith tan fuera de si.

- ¿Por qué te pusiste en medio? ¿Que te hizo hacer eso? - me preguntó Evan.

- Tengo mis razones - respondí tajante - ¿Esa ropa es mía? - pregunté intentando cambiar de tema.

Señalé el bulto de ropa que se encontraba en el pequeño sillón.

- Si, la pareja con la cual te estás quedando la trajo hace unas horas - contestó.

- ¿Que te paso en el rostro? - le pregunté señalando su rostro lleno de golpes y rasguños - ¿Te peleaste con alguna gata?

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- Deberías de volver a dormir, te levantaste muy habladora - me sujeto de los hombros e intento acostarme en la cama.

Tome la almohada y golpeé su rostros con ella.

- Anda dime qué te pasó - insistí.

- Íbamos a pasar por tu instituto para despedirnos, Katrina tenía que viajar al pueblo vecino para hacer unos trámites, cuando llegamos lo primero que vimos fue a ti con mucha sangre y otra chica muy asustada diciendo que no quería hacerlo - Resopló fuertemente - Me enoje demasiado al verte en esa condición y ver a Leo a un lado mirando sin hacer nada, que no pude aguantar el enojo y me lance a golpearlo y a culparlo por dejarte sola en este maldito lugar - Tome la mano de Evan y la acaricié con mi pulgar - Me jode mucho que el sea así, era tu amigo, los dos se querían y mira todo lo que has pasado, ese imbécil que decía ser tu amigo no tuvo el valor de ayudarte - agachó su cabeza apenado.

- Hay que dejar ir a las amistades que no hacen bien, esas que solo están en los momentos bueno y luego desaparecen, esas son las que tienes que deja ir de tu vida - puse mi mano en su mejilla y alcé su rostro - yo dejé ir esa amistad, ellos no merecían estar a mi lado, Leo no merece ser más mi amigo - le confesé.

El movimiento de una sombra en una de las esquinas de la habitación llamo mi atención.

Fruncí el ceño

- ¿Que pasa? - me preguntó Evan al ver mi cara.

- Nada, creo que debería cambiarme, detesto estás batas de hospital, ¿Podrías salir para poder cambiarme? - le pregunté.

- Está bien, iré a ver si Katrina necesita ayuda, tu más que nadie sabe cómo se pone - se levantó de la silla que colocó junto a mi cama y camino hacia la puerta - Una cosa más - dijo girandose - Lo mire esperando a que hablará - No se cual fue la razón por la cual dejaste que esa chica te apuñalara, pero por favor asegúrate de devolverles a todos ellos cada herida que te han causado, has que sufran el doble de lo que tú los has hecho, todos ellos merecen rogar por sus vidas - aseguró- Estoy segura de que tú los harás pagar - dicho eso se dió la vuelta y salio de la habitación.

Una sonrisa apareció en mi rostro una vez que Evan abandonó la habitación, el era un buen chico, había tenido una vida dura como la mayoría en nuestro orfanato. Su padre había hecho destrozos en la vida de él y su madre, lastimosamente su madre no sobrevivió para contarlo, ella siempre quiso el bienestar de su hijo, lo quiso tanto que terminó ofreciendo su vida para que Evan pudiera salir del infierno que llamaba vida. Aún recuerdo cuando llegó al orfanato, un chico tímido pero lleno de problemas, un alma que buscaba amor, un cálido abrazo y una madre que le pudiera volver a decir te amo. Evan ha crecido mucho y estoy muy orgullosa de la manera en la que lo ha hecho, personas como el merecen segundas oportunidades en esta vida.

Suspire y me frote mis ojos en señal de cansancio, la herida me empezaba a picar, recordé la sombra en la esquina de la habitación

- Ya puedes salir - solté para darle a entender que estábamos solos.

- Vaya, pensé que ese chico nunca se iría. Lleva todo este tiempo viéndote dormir, ¿Es algún acosador o algo así? - preguntó burlón.

- Es solo un viejo amigo - afirmé - ¿A qué se debe tu visita? - pregunté.

- ¿Acaso no puedo venir y preocuparme por mi sobrina?- inquirio.

Los Reyes Del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora