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C A P I T U L O   26
Sabana Morton.


—Oye Sabana...— escuché la voz de Dylan. Me sobresalte y mire en dirección a la puerta, lo ví ahí parado sosteniendo a su mono de peluche.

—¿Que ocurre, pequeño?— talle mis ojos con ambos puños.

—Mamá está hablando sola de nuevo, se está riendo muy fuerte... No me deja dormir ¿Puedo dormir contigo?.

No podía negarme, Dylan estaba cansado había tendido un día duro en la escuela, escuchando las burlas sobre nuestra familia de la boca de sus compañeros. ¿Porque los niños serán tan malos y crueles? Apuesto que ellos ni siquiera saben de lo que están hablando solo repiten lo que sus petulentos padres dicen.

—Claro, puedes venir a acostarte conmigo.

Mi cama era pequeña, pero para mí edad era muy delgada así que el bien podría ocupar todo el espacio de la cama que quisiese.

Sonrió feliz, corrió hacia mi lanzandose sobre mi cuerpo, solté un quejido y como si fuera un pequeño conejo se escabullo entre las mantas.

—Bueno, es hora de dormir pequeño.— besé su frente y acaricié sus mejillas.

—No, Sabana. Hablemos por favor.

Yo también había tenido un día duro en el trabajo pero él no estaba consiente de ello. Era pequeño, no comprendía muchas cosas.

—Esta bien ¿De qué quieres hablar?.

Lo medito un momento y luego hablo

—¿Porque papá se fue?.

Procese lentamente sus palabras, no tenía respuestas para eso, ni siquiera yo sabía porque se había marchado, era una niña de quince años que no entendía nada de el mundo, que jugaba con muñecas y pensaba que su familia iba a ser siempre perfecta.

—Papá— titubee unos minutos —Fue por cigarrillos.

—¿Para ti? ¿Y porque no ha vuelto? Venden cigarrillo a unas cuantas cuadras de aquí ¿Porque no compro de esos?.

—Si, cigarrillos para mí. Y no ha vuelto porque yo fumo calidad— pellizque su nariz — algún día te llevaré para que lo veas. Eres muy pequeño para entender muchas cosas.

—¿Puedo preguntar algo más?

—Claro— asentí —Lo que quieras.

—¿Porque ya no estás triste?. Ya no lloras en las noches ¿Porque? ¿Ya eres feliz?.

—Dylan, no existe la felicidad absoluta, solo somos felices por momentos. Hay ocasiones en que sentimientos de ira, tristeza, soledad aplacan nuestra felicidad y a veces no podemos hallar la manera para ser felices, no hundimos poco a poco hasta que una luz o una persona te da la fuerza para salir.

—¿Oliver? ¿Oliver era tu luz?.

Fue ahí que entendí todo, Oliver era mi luz en la noche más oscura, la única persona que se preocupaba por mi en mucho tiempo y no buscaba nada a cambio, solo una sonrisa y de eso se trataba todo, de sonreír, de sonreir ante las adversidades, enfrentar estás con una gran sonrisa por qué la tormenta no dura mucho tiempo siempre cesa. Oliver le había dado sentido a mi triste vida, de una manera inesperada.

Su filosofía era: Si te caes levántate y corre con más fuerza.

Hasta ahora lo entendía todo

Diablos pero que lenta que soy.

Si, Oliver es mi luz. Mi luz al final del túnel.

Eleven Minutes ©️  [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora