"Realmente lo extrañaba y no podía entender la razón de por qué sucedió todo"
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➳ omegaverse
➳ yoonmin
➳ angst
➢Obra completamente original, no permito la copia ni adaptación de la misma.
➢Cualquier similitud con otra obra es simplement...
Todo eso sentía en ese momento, algo usual para su situación.
En aquel momento estaba en la oficina que tenía en su casa, comentando lo que había sucedido con sus palabras, como testigo principal.
Todos se encuentran trabajando lo mejor que podían y a contrarreloj.
Lastimosamente la situación era algo que se presentaba todo el tiempo, para este tipo de casos trabajaban específicamente. Aunque ahora era peor, ya que la situación lo estaba pasando su capitán de escuadrón.
Siendo más exactos, la pareja de su capitán.
Min Yoongi era el capitán de la Unión Antisecuestros de Seúl. A sus veintinueve años, había logrado llegar a ese puesto trabajando con sangre, sudor y lágrimas. Por suerte, desde el primer día lo vieron como un buen líder y pronto confiaron en él para las misiones. Aunque no lo demostrara, los casos que tenían siempre le dejaban un sabor amargo en la boca. A veces no podía siquiera lograr descansar en la noche pensando en sí los que sufrían ese tipo de situaciones, eran su familia o amigos muy cercanos. Por suerte, nunca pasó algo así.
Hasta ahora.
Un suspiro lo sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada y la dirigió en dirección a la persona que lo soltó. Su segundo al mando y mejor amigo, Jung Hoseok, lo miraba de manera consternada.
— Vamos otra vez... ¿Podría repetirme nuevamente lo que sucedió, hyung? —preguntó al capitán.
Yoongi cerró sus ojos, frunciendo ligeramente el entrecejo y bajó la cabeza. — Estábamos hablando por medio de una llamada, justo había salido de la escuela. Había ido porque hubo un problema con unos papeles y necesitaban su firma, sabes muy bien que por su condición ahora no está brindando clases. Escuché como se despidió del guardia de seguridad de la entrada del edificio; mientras planeábamos lo que íbamos a cenar, me di cuenta que se estaba dirigiendo hacia su auto. De paso le dije que tuviera cuidado al conducir, no quería que le pasara algo. — hizo una pausa. — Escuché como le quitó el seguro con el mando a distancia y... — nuevamente paró. Lo sucedido se volvía a reproducir en su mente. Las voces, los gritos desgarradores y desesperados que emitía. Hasta que de un momento a otro, no sintió nada. Es justo decir que su pecho le dolió demasiado, como si su corazón fuera arrancado. — Luego escuché como un vehículo se acercaba a máxima velocidad y frenaba de golpe, produciéndose un chirrido fuerte a causa de sus neumáticos frenar de golpe. Escuché sus gritos, puertas abriéndose y luego vidrios rompiéndose. Hasta que luego no sentí nada más. Nada. Por un momento pensé que su móvil estaba apagado, pero luego escuché personas venir corriendo y gritar que llamaran a la policía. — Cerró sus puños de golpe, tratando de controlarse. — Gritaban que habían secuestrado a una persona. Que se lo habían llevado en un abrir y cerrar de ojos. — sin poder controlarlo, golpeó fuertemente el escritorio, levantándose a la par y tirando la silla corrediza en la que se encontraba sentado hacia un rincón de la habitación. — ¡¡SE LO LLEVARON!! ¡¡SE LLEVARON A MÍ OMEGA Y NO ESTUVE AHÍ PARA EVITARLO!!
Se llevó las manos a la cara y caminó hacia una ventana, —decorado con unas cortinas de color durazno, amarradas por el medio con un gancho—, apoyó sus manos en el borde que tenía la misma, bajó su cabeza para mirar al suelo y trató de tranquilizarse.
Habían pasado ocho horas de lo ocurrido, por lo general se debía esperar veinticuatro horas para reportar un secuestro, pero al tratarse de la pareja del capitán, debía tratarse rápido.
Debía encontrarlo y asegurarse de que estuviera bien, no aguantaba estar un minuto más sin él, lo necesitaba. Sobre todo, debía asegurarse de que seguía vivo.
Desde lo ocurrido, no podía sentirlo y eso le ponía los pelos de punta. No sólo a él, sino que a su lobo interno también. Su lobo no dejaba de gruñir, demandando tomar el control para ir en busca de su omega, pero trataba de controlarlo. Estaba consciente de que si eso pasaba, solo sería un desastre.
— Yoongi... Por favor, trata de calmarte. Estamos haciendo todo lo posible, conoces al pie de la letra el proceso. Te necesitamos consciente y sé que es complicado. Lo encontraremos y estará bien, entiendo que no lo puedas sentir y eso te está carcomiendo, pero te aseguro que está vivo. Él tiene que estarlo.
Cuando Hoseok terminó de hablar, escuchó como su mejor amigo soltó un sollozo, sintiendo el dolor por el cual estaba pasando llegar a su corazón. Lo que más quería todo el equipo era encontrar al omega, pero era impresionante como aquellas personas no habían dejado ni un rastro de pistas.
Decidió salir y dejarlo solo, cerrando la puerta detrás de sí. Un suspiro escapó de su boca, no podía imaginarse si el que estuviera pasando todo esto fuera él. No aguantaría, Yoongi era muy fuerte. Echó un último vistazo a la puerta de la oficina y emprendió camino hacia el área en donde el resto del equipo se encontraba y ver cómo estaban.
Habían pasado unos cuantos minutos desde que se encontraba solo.
Aprovechó y trató de tranquilizarse para poder volver a intentar ver si lograba sentir algo, frustrándose al no sentir nada y eso le aterraba.
Miro sus manos y no pudo evitar sonreír ligeramente al ver la alianza dorada en su mano derecha, acción que provocó que sus ojos volvieran a aguarse y su lobo aulle dentro suyo.
Realmente lo extrañaba y no podía entender la razón de porqué sucedió todo. Su omega era un amor de persona, sobre todo con sus pequeños alumnos. Cuando iba a recogerlo, siempre escuchaba como los padres lo elogiaban. Siempre recibía regalos y sobre todo, le tenían respeto. Así que, no creía que alguien quisiera dañarlo.
Por su parte, no lograba recordar a algún enemigo. Descartó a parejas anteriores de ambos, ex compañeros de escuela, vecinos.
Simplemente no entendía cómo sucedió.
Tomó aire y exhalando lentamente, se alejó de la ventana. Recorrió con su mirada la habitación, sus ojos viendo el desastre que hizo y lo acomodó. Necesitaba calmarse para poder concentrarse bien y encontrar a su pareja. Dio una última mirada a su oficina y salió a encontrarse con su equipo.
Había trabajo por hacer.
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Se sentía muy mareado y el cuerpo le dolía demasiado, sobre todo desde su pecho hacia abajo.
Trató de espabilarse un poco más e intentó ubicarse en donde se encontraba. Era una habitación apenas iluminada por una pequeña ventana asegurada con rejas, —con un fuerte olor a humedad que le provocaba náuseas—, tenía una puerta que seguramente comunicaba con un pasillo y unas cadenas que estaban enganchadas en una de las paredes. Procuró recordar cómo terminó en aquel lugar pero no pudo, no recuerda nada de lo que sucedió después del estacionamiento de la escuela. Aquello provocó que sus ojos se humedecieran y sus labios tiemblen; su lobo aullando, asustado.