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Habían prometido ese día el no perder ni un solo instante. Los pasitos de ser tímidos y negarse a creer que sentían algo muy fuerte el uno por el otro no eran un lujo que pudiesen darse con el poco tiempo del que disponían. No eran más que un par de críos, pero eso no cambiaba el hecho de que sabían la realidad, y que su amor no serviría de nada si no podían saberse cerca, un amor frágil de adolescente que sufriría por el pasar del tiempo y la madurez.

No perdieron el tiempo, no se dejaron oxidar y decidieron pasar lo poco que les quedaba juntos. Seis semanas del verano, muchas citas y una auténtica muestra que guardarían en su corazón.

- Llegaré tarde, así que cenen sin mí-avisó a la mujer que terminaba de arreglarse para salir a trabajar.

-Está bien, querido-respondió despreocupada la dama mientras se fajaba la blusa de suave tela que tanto le gustaba- Tenemos que pasar a por algunos víveres, se están agotando. Por favor encárgate de ello.

No era un matrimonio para nada empalagoso. Tenían su propia vida, eran personas individuales que compartían parte de ella y se profesaban amor sincero que no requería de palabras cursis o constantes contactos, la costumbre no era más fuerte que el amor.

Se vistieron en calma total, desayunando en medio de charlas triviales y regaños a un joven heredero Min que deseaba poder enfermarse, un pequeño preguntón e insistente que hizo prometer a un hombre de aspecto tenebroso a que le siguiese contando esa linda historia de su juventud.

El clima apenas empezaba a volverse lo suficientemente caluroso como para obligarle a usar un chaleco en lugar del saco, el camino al trabajo siendo tan pacífico con esa suave y bella voz saliendo de su estéreo. No había forma de ignorar eso, no le cabía en la cabeza un camino que le hiciera olvidarse de esa hermosa voz añorando un suspiro de vuelta.

Los cerezos de la avenida habían dejado de florecer y ahora cubrían con una hermosa cúpula de hojas verdes, silbantes con el viento que les golpeaba cada cierto tiempo y anunciando el inicio del verano, la temporada en que podría ver todos los festivales de su pequeño y cuando podía desvelarse de vez en cuando en brazos de su amada esposa. Sí, el verano era clara señal de algo bueno que le llegaría junto a viejos recuerdos que le daban una sensación de calor inagotable; Mochi jamás dejó de hacerle sentir en su hogar.

El ambiente en su trabajo no era sino adorable, siendo rodeado de personas que trabajaban duro para poder ser parte del equipo principal, los productores que no hacían mejor trabajo por simple falta de tiempo. Nunca imaginó que podría ser un CEO, pero la vida da tantas vueltas que buscó hasta lo más loco para encontrarle de nuevo, y, sin embargo, acabó encontrando una familia que le amaba y él amaba... Pero la inconformidad no encontrar a quien tanto deseaba seguía carcomiendo su memoria.

Se consolaba cada mañana al trabajo, se consolaba con la voz de alguien quien le hacía recordar su pasado, pero ahora solo con un toque de melancolía por algo que pudo ser más, pero que se quedó en un simple "Te quiero".

Jamás olvidó lo que se sentía ser un adolescente con ganas de amar y vivir a su manera, como un muchacho que deseaba encontrar a alguien como él. Pero la vida le dio la espalda, o eso había creído, cuando se la dio y arrebató nuevamente.

Solo quedan sus memorias tan vívidas y dolorosas, memorias que compartió en la primera cita con la mujer que ahora amaba con locura, con la dama con quien esperaba pasar el resto de sus días.

-Señor Min, Callo se niega a grabar hasta que usted llegue. No hemos podido convencerlo de lo contrario-habló con angustia una de las chicas de edición mientras lo seguía hasta que llegaron al estudio.

Tan pronto su presencia hizo sonido en la sala, el barullo de discusión paró abruptamente y callaron en un incómodo silencio, haciéndole arrepentirse de poner una expresión de palo.

Whalien 52- YoonMin/JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora