16 de Enero

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—Soy tonto.

—Nada nuevo...

—No, Joaquín, que soy muy tonto.

El chico suspiró, sentándose más receto en la cama de su amigo, suponiendo que había llegado el momento clave de la tarde.

—¿Por qué?

—Porque a lo mejor le asusté, y se cree que quiero que me lleve al mejor restaurante, que yo con una hamburguesa voy genial... y claro, ahora no sé qué ponerme tampoco...

—¿Pero no te había dicho el lugar?

—No, o sea, sí, pero no a donde vamos, un lugar para vernos e ir desde allí, para que sea sorpresa, ya sabes...

—Os conocéis.

—Hombre, pues sí.

—Quiero decir —apuntó— que te conoce, sabrá a donde llevarte para que no sea raro.

—Nunca sería raro, o bueno si, pero sería en casos muy extremos.

—¿Entonces?

—Estoy nervioso, y esta chavala no llega.

Como por arte de magia, el timbre sonó, y al minuto su amiga estaba en la puerta con una gran sonrisa.

—¡Tenemos cita!

—¡No grites! A ver si te van a oír y luego me preguntan y la lio.

La chica puso los ojos en blanco, empujando a su otro amigo para sentarse junto a él en la cama y chasqueó la lengua mirando fijamente el armario, ya abierto, frente a ella.

—Es una primera cita, no te tienes que arreglar demasiado. Pero es una cita, no puedes ir como cualquier día.

—Si supiera a dónde va...

—Ya soy consciente de ese problema Joaquín, cállate.

—Callaos los dos —concluyó Lucía poniéndose en pie de un salto—. Vamos allá.

Era media tarde, casi la hora a la que habían quedado para dar una vuelta e ir a cenar. Agoney caminaba demasiado deprisa, iba con tiempo de sobra, pero los nervios no le permitían tomárselo con calma, y la voz al otro lado del teléfono no ayudaba mucho...

—Estás yendo a tu cita con Raoul.

—Lo has dicho veinte veces ya.

—Sigue siendo bastante fuerte.

—Nico, por favor...

—Va a ir todo bien.

—Hace mucho que no tengo una cita.

—Es Raoul, Raoul Vázquez, el de comerse medio paquete de galletas cuando queda con un chico, deja de preocuparte.

—¿Y si no le gusta? ¿Si le parece muy cutre?

—No voy a volver a responder a eso, además cuélgame ya, que debes estar llegando.

—No puedo.

—Si puedes, anda, cuidaos y esas cosas.

—¡Nicolás!

—Lo has malinterpretado tú solito. Tú. Solito. Pero eso, que adiós, y suerte, aunque no la necesites.

El canario suspiró y se apoyó en la pared de la esquina donde habían quedado, conteniéndose para no morder sus uñas, estaba ridículamente nervioso y no quería que se le notase tanto, pero le era imposible disimular. El plan era sencillo, a lo mejor había ido muy a lo seguro, a lo mejor quería que fuese una cita de las de las pelis con restaurante con velas y rosas. Aunque bueno, una rosa si había...

My best friend's brother (#MBFB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora