02. Búsqueda

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Arthur, el sheriff, abrió su despacho. Se acercó a su escritorio lleno de documentos revueltos y carpetas desordenadas. Llegó al final y tomó asiento en la silla acolchada en piel negra. Resopló y tomó su taza con café. Miró la foto de su familia al final del escritorio y paso su mano por su cabello castaño. Estaba tenso y visiblemente metido en un apuro. Ellen Fabre, madre de Zoe, le había dado 24 horas para encontrar algo sobre su hija o lo echaría del pueblo junto con su hija Polly. No era difícil creerlo pese al poder que habían adquirido los Fabre sobre Laketown. Sólo había que buscar un rastro, una señal de vida. O bien, un cuerpo y a un culpable. No podía perderlo todo por el capricho de una familia adinerada. No debía rendirse.

Tomó una pluma de su portalápices con la bandera de los Estados Unidos y empezó a hacer rayones en unos papeles. Pasaron minutos y él seguía pegado al papel. Diseñaba lo que parecía su pase de salida.

Tomó su llave oculta al fondo del bolsillo de su pantalón y abrió el cajón debajo del escritorio, justo de su lado derecho. Dentro había una grande caja blanca, la sacó del cajón y la guardo dentro de una bolsa que parecía ser de basura.

- Saldré un momento, voy a tirar la basura – dijo el sheriff a Melinda, su secretaria; dejando un azote de puerta tras su salida.

Salió y rodeó gran parte del lago hasta quedar perdido entre el humo de la niebla, era como si los árboles se lo hubieran tragado. Al fondo del inmenso bosque sus botas negras se detuvieron y sacó la misteriosa caja de la bolsa, la abrió y sacó de ella las zapatillas de Zoe. Las miró una última vez y las arrojó al inmensurable lugar.

Regresó a su guarida y miró con detenimiento a Melinda – reúne a un par de voluntarios, saldremos en una exhaustiva búsqueda por la tarde. No vamos a parar hasta encontrar indicios de la chica. Hoy demos hallar su cuerpo.

- Es decir que... - se tapó la boca y la descubrió poco a poco – ¿usted no cree que siga con vida? – logró concluir entorpecida.

- Cualquier otra chica sí, pero Zoe, todos sabemos quién era, por eso no dudo que el valiente que la haya asechado la dejara callada tres metros bajo tierra.

- ¡Santo dios! – empezó a rezar consternada por la frialdad del sheriff ante tal situación.

- No te alteres Mel, nadie la quería aquí. Nadie – recalcó.

Eméli y Lia seguían en las regaderas tratando de borrar todo rastro de sangre sobre la piel de Lia

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Eméli y Lia seguían en las regaderas tratando de borrar todo rastro de sangre sobre la piel de Lia. Seguía contraída al reencarnar la escena emblemática de Carrie.

- Debió ser una estúpida novatada – afirmó Eméli.

Lia seguía perdida en sus indagaciones.

- Estoy segura que no ha sido... una broma para novatos. Nadie más salió avergonzado, querían exhibirme. Sólo Zoe haría cosas semejantes.

- ¿tú crees que...? - no pudo terminar la pregunta sin sentir un escalofrió recorriéndole la espalda.

- No lo sé – contestó Lia a la pregunta inconclusa como si hubiera leído la mente de Eméli.

Roullete's game "Comienza el juego" (Trilogía parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora