Capítulo 5

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Nuevamente tarde a clases, por fortuna eran clases de cocina y a pesar de no ser la mejor, ayudar a Taif resulto ser muy útil, toda gran dama debe saber lo básico de cocina.

Después nos dirigimos a clase de equitación, pero como Sieen tiene mayor experiencia, se dirigió al circuito con todos los demás, dejándome sola en el área de principiantes.

El instructor me ayudó a subir las primeras 4 veces, pero cuando se trataba de hacerlo yo sola, las cosas terminaban en desastre y prueba de eso era mi vestido que ahora tenía tierra en todas partes.

— Si apoya todo su peso en la pierna derecha, perderá el equilibrio con facilidad —el instructor dio unos pasos atrás permitiendo al entrometido acercarse para que nos saludáramos con una reverencia casual.

— ¿Entonces que debería hacer según su admirable conocimiento?

— Admirable —dijo para sí mismo con una pequeña sonrisa—, distribuya la fuerza en las piernas, pero lleve toda su fuerza a los brazos, son ellos quienes le impulsaran, las piernas solamente le darán equilibrio.

No muy feliz accedí a seguir su consejo y por muy ilógico que parezca, después de 15 intentos, finalmente logré subir al caballo.

— ¡Enhorabuena! —exclamo con algunos aplausos.

— Supongo que debería agradecer su gentil concejo.

— Supone bien madam.

— Entonces, gracias —asintió con alegría.

— Permítame acompañarla en su primer recorrido, temo que pueda verse en alguna complicación y nadie se encuentre cerca para ayudarle.

— Agradezco su oferta.

Continuó dando instrucciones por lo que supuse era su mayor cualidad, dar instrucciones a los demás sin importar que las quieran o no recibir.

— Escuche que existe una biblioteca con libros poco comunes.

— Así es, la biblioteca de Ved, pero es de uso exclusivo para el Rey.

— Me parece poco agradable ese gesto, considero que muchos habitantes en Ved se ven atraídos por el conocimiento y la cultura, además dudo que puedan leer tantos libros como los que seguramente guarda esa biblioteca.

— Habla usted con mucha ligereza sobre asuntos de sus soberanos.

— ¿Acaso he dicho algo que perjudique la imagen de los mismos?

— Me temo que no directamente, pero un viajero de otras tierras podría pensar lo contrario.

— Me parece bien, siempre y cuando mi corazón no hablase con dicha intención creo que cualquiera podría pensar lo que mejor le convenga pues yo estaría tranquila.

— ¿Y cómo podría mantener tal tranquilidad mental?

— Cuando el corazón se encuentra libre de sentimientos negativos, entonces puede tener tranquilidad mental.

— ¿Va a decir entonces que usted jamás a deseado mal a una persona?

— Jamás, ¿para qué desear el mal? ¿Cambiaría algo? Simplemente sería un pensamiento que impediría ver lo hermoso de la vida.

— Me parece madam, que usted ha sido una persona con bastante suerte, ya que no se ha visto involucrada con personas de mal corazón.

— Creo que sí, pero temo que mi mente se preocupa por otros temas y no puedo recordarles ahora.

— Permíteme ayudarle, bajar siempre resulta un poco aterrador por la altura.

— ¿Y que no es más aterradora la altura de un árbol? —dije tomando su brazo como apoyo.

— Me temo que sí.

Caminamos de regreso al pasillo, me recordaba un poco a Taif, claro si ella fuese un chico.

— Perdone mi educación, ¿Cuál es su nombre?

— Soy lady Evel.

— Aquí te encuentro, necesitaba hablar sobre un asunto que requiere especial atención —en cuanto vi el rostro del Rey frente a nosotros, realicé una reverencia apresurada y bajé la mirada.

— Estaba un poco ocupado —contestó.

— Lo puedo notar, buen día lady...

— Evel Faely su majestad.

— ¿Faely? Claro, la menor de los hijos de Urek Faely.

— Así es su majestad.

— ¿Faely? —dijo el chico que no mostraba ninguna reverencia.

— Supongo que no le molestara compartir una taza de té conmigo y mi hijo.

— Será un honor su majestad.

— Perfecto, perfecto.

— ¿Señor? —preguntó el joven y entonces una idea terrible apareció en mi cabeza, rogaba estar equivocada.

— Seth, escolta a lady Faely por favor.

— Sí señor, ¿madam?

Caminamos por el pabellón, los estudiantes se encontraban en sus habitaciones y de esa forma no nos verían pasar por todo el jardín.

— ¿Príncipe Seth? —finalmente susurre cuando creí que el Rey no podría escuchar.

— ¿Lady Faely? ¿Así que sos la hija de Urek?

— Yo le pregunté primero.

— Creí que había sido suficientemente obvio y me sorprende que hablé con tanta libertad sin usar alteza al terminar su frase.

— Lo lamento, Urek es mi padre, alteza.

— Perfecto... —su tono fue sarcástico.

— Evel, tú padre dijo que tenías gran interés en las plantas, espero que no te moleste que tengamos tan poca variedad visible.

— Claro que no su majestad, realmente disfruto de plantar cualquier semilla y verla florecer, me parece una dicha inigualable.

— Pediré a Seth que te acompañe a ver el invernadero el día de mañana, estoy seguro que encontraras cosas interesantes.

—Estaré agradecida por tal gesto su majestad. 

EVEL - LA MAGIA ESTA EN TU INTERIORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora