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Ya habían pasado un par de días desde la sorprendente (según, Fed) invitación de Gold, y para mala suerte del azabache, penas y habían podido verse. Los entrenamientos habían sido movidos de horario; ahora serían por la mañana para durar más y evitar las altas temperaturas. La cancha estaba techada pero el salón se calentaba horrores con el sol sobre ellos, y lo que menos quería el entrenador era que alguno de sus jugadores sufriera un golpe de calor días antes del partido que (esperaban) le diera el oro y gloria a la escuela por quinto año consecutivo.

Y con la ceremonia para fin de año encima, complicaba la situación. Gold asistía a los ensayos por las tardes, y Fred, aunque había asistido un par de veces, con todo el pesar de su enamorado y loco corazón, ya no pudo seguir yendo, pues, a parte se tener tareas escolares, mismas que últimamente había estado descuidando y que probablemente le hubieran traído más problemas de los necesarios, de no ser por Foxy, que siempre estaba ahí para salvarle el trasero. Y otra razón importante era, que después de los entrenamientos, clases y ensayos, el albino terminaba sumamente cansado. Lo último que le había escuchado decir, era que iban a disminuirles las clases y las usarían solo para repaso del examen final que se les haría.

En fin, no era la mejor semana para ambos.

Enredos De Un EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora