9: Volví con más preguntas.

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Habían pasado exactamente dos días desde que había vuelto del campamento con mi padre, aunque no había salido cómo me lo esperaba estaba conforme con el resultado, había tenido una charla tranquila con el ojidorado, no había recibido muchas pistas de cómo era mi madre, pero pude relacionarme más con mi papá.

Al avisarle al profesor Pines que estaría de campamento no quise presentarme a la escuela estos días, no quería llegar y decir algo como "¡Hey! Todo salió mal, pero me divertí un poco". Hoy me decidí a ir para quitarme el aburrimiento de estar en casa. Todo lo que me pasaba parecía estar planeado y cagarme la vida al comienzo de mis 12 años era una profecía que se estaba cumpliendo.

A casi dos calles el colegio, como en las otras veces apareció el reconocido profesor Masón con su portafolio, sus cabellos algo mojados y aquella sonrisa deslumbrante.

— Félix que extraño verte por aquí. Creí que vendrías la semana que viene. ¿Cómo la pasaste?

— Me entretuve a mi manera, me asusté bastante, pero el verdadero misterio de ese pueblo es el Chico Desaparecido.

— ¿Hay un chico desaparecido en Gravity Falls? — El castaño acomodo sus lentes para caminar junto a mí, su expresión de duda generaba una extraña sensación de miedo.

— Cuando fui a comprar madera con mi padre note demasiados carteles de se busca con la foto de un chico, la foto era bastante vieja, pero lleva desaparecido varios años según escuché de conversaciones ajenas. No quería preguntarle a mi padre si sabía algo, no quería que se volviera loco con los temas de secuestro y desaparición.

— Vaya, no recuerdo haber visto ninguno de esos carteles antes, hace mucho que no voy por el trabajo. No me reiré por el hecho de que compraron madera en un bosque abierto. — Sonrió cambiando de asunto repentinamente suponía que era porque estábamos dentro de la escuela y no quería tener problemas. Me dirigí a mi salón mientras el profesor pines iba a su clase.

Las clases estuvieron tranquilas, parecía que nadie había notado mi ausencia, aunque después de todo, era normal que faltará bastante.

La clase del profesor Pines ya había comenzado, el profesor Pines pidió disculpas por su ausencia y paso listado de la clase, aunque ahora que observaba

— Estamos un poco atrasados con el libro aunque de igual forma debemos seguirlo. — Toda la clase había a excepción de mí habían suspirado pesadamente.— ¿Qué pasa? ¿Acaso tienen otra cosa en la mente?

— ¿Podemos hacer la clase afuera? Hace mucho calor aquí adentro. — Dijo una niña haciendo un abanico con una hoja de apuntes.

— ¿No podemos retirarnos cómo siempre? — Hablo el típico chico desinteresado de la clase, era bastante arrogante y molesto.

— Lo de retirarnos lamentablemente no se puede, pero podríamos hacer la clase afuera, también estoy muriendo de calor aquí adentro. — Todos guardaron sus cosas y había empezado a salir al patio de la escuela junto al profesor Masón.

Terminamos yendo a la sombra de un árbol grande, todos nos sentamos y escuchamos atentamente el relato que el profesor Pines iba a leer, habíamos cambiado de planes con el libro.

Era hace muy poco que un muchacho había llegado a la Tierra, las cosas le parecían sumamente interesantes a cuando era antes.

Aunque no se encontraba del todo feliz, recordar que tuvo que abandonar una parte muy importante de él realmente le dolía. Lastimosamente, sentía que aquel chico de ojos dorados lo seguía buscando, pero...

¿Cómo decirle todo lo que pasó en su ausencia?

¿Cómo contarle por qué se fue?

          

¿Cómo revelarle qué está atrapado para siempre en la oscura y estrellada noche?

No merezco volver a su lado, luego de lo que le cause, luego del sufrimiento y carga. — Había contestado aquel chico soltando lágrimas que caían lentamente por sus pómulos.

El chico suspiro para mirar la oscura noche, poblada de millones de estrellas, cada una con los sueños de cada habitante.

Si volviera a su lado, quién sabe que podría ocurrirle...

En un momento inesperado, sintió el poder de una estrella desvaneciéndose, alguien había completado su deseo más preciado que mantenía sus anhelos en los cielos. Fue tan extraño que aquel desvanecimiento lo hubiera reencontrado con el ojidorado. Cuando lo tuvo en frente, él...

El profesor Masón terminó cerrando aquel libro de notas que tenía y seguidamente suspirar. Todos lo miraron con una cara de sorpresa.

— ¿Qué sucedió? ¡¿Quién era el chico dorado!? — Habían empezado a formular preguntas mis compañeros con dudas sobre la lectura.

Yo observé la cara del profesor Pines y noté aquella tristeza en sus ojos, como si cada narración que había soltado había sido una herida abierta. Con tal resentimiento aferró su mano a su pantalón.

— ¿Profesor Pines? — Musite en voz baja esperando una reacción del castaño.

— Oh — Había reaccionado el mencionado y se había levantado de su asiento. — Bueno ese es el final, las dudas y preguntas pueden hacerlas en una hoja, en la próxima clase veremos sus comentarios.

— ¿En dónde podemos encontrar el cuento? ¿En internet? — Fueron algunas de las preguntas de mis compañeros.

— En ningún lado, lo escribí yo. — Respondió Masón sonriendo para sí mismo, todos se habían sorprendido con aquello.

Quién diría que el profesor pines escribía, aunque su lectura parecía un cuento, yo lo sentí más como una poesía oculta, un desahogo resentido. Imaginar al profesor pines ocultando aquella carga me dolía de alguna manera, el cariño apegado que le tenía me daba curiosidad cada parte de su vida, cada experiencia y cada temor.

¿Era absurdo, verdad?

Jamás le había contado algo de mi vida, ni siquiera mis temores o preocupaciones del día a día.

El día por fin había acabado, habíamos hecho algunos ejercicios y algunos aclamamos al profesor Pines por su buena narración mientras que otros tuvieron que volver a leer para poder hacer el trabajo para la clase próxima.

Todos nos habíamos retirado, pero yo quedé solo con el profesor Pines, siempre sucedía. Le había pedido permiso a mi padre de empezar a volver solo a casa, aunque tenía que aguantar sus llamadas telefónicas.

— Siempre quedamos aquí. — Dijo el profesor Pines para empezar a caminar.— ¿Te acompaño a tu casa?

— Okay. — Dije caminando con la frente caída.

— ¿Pasa algo Félix? — Pregunto poniendo su mano en mi cabeza.

— ¿Usted se siente, de alguna manera triste? Al terminar su lectura pude notarlo - pregunté levantado la cabeza para observar su rostro.

Él simplemente dio como respuesta una risita Sin despegarme un ojo.

— Para nada, me siento feliz de poder enseñar mi escrito. Espero algún día poder publicar un libro o algo mejor haha. — Un sentimiento de paz recorrió mi espalda al escuchar su risa y la vista de sus ojos chocolate hicieron que mi mente se confundiera por un momento.— ¿Por qué lloras?

Había tocado mi cara y algunas lágrimas bajaban sin control alguno por mis ojos.

¿Qué sucedía conmigo?

— Cielos. No sé que me pasa hoy, debo estar muy sensible o algo así... — Dije para limpiarme las lágrimas como podía.

— Aquí tienes. — Observé la mano extendida del profesor Pines viendo que me había ofrecido un pañuelo blanco. Yo la tome y me limpie para guardarlo en mi bolsillo.

—G-Gracias. — Me limité a caminar junto a él, estaba algo avergonzado por aquel suceso. Era cierto que siempre me la pasaba solo y era muy raro que hablara de algo triste, sentía una conexión con el profesor. Algo en mi interior me decía que aunque llorará, él me animaría.

— Sabes yo también lloro, y no soy muy bueno escondiendo eso. — Lo miré algo sorprendido por la confesión.

— ¿Entonces ese sentimiento qué tenía cuando terminó de leer era de tristeza profesor?

— Tal vez... — Al mirar al frente miré que a tres casas estaba la mía.— Bueno será mejor que ya te vayas.

Quería decir algo más, pero no sabía si era el momento indicado, además que mi celular había empezado a sonar, tenía una llamada claramente de mi padre. Suspiré algo nervioso por el sonido del celular y al ver al profesor Pines dando la vuelta me atreví a hablar sin pensar las consecuencias.

— Profesor Pines si usted un día está muy desesperado y termina llorando, yo le daré una servilleta.

El profesor se dio la vuelta y me sonrió, asintiendo.

Mierda, me sentía tan avergonzado.

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Editado (✓)
26-12-21.

Vuelve. | 𝙱𝚒𝚕𝚕𝚍𝚒𝚙 - (𝚃.𝟸)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora