CINCUENTA Y OCHO

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La navidad siempre le había gustado a Romina, pero ésta en particular, no había sido de sus preferidas, pues se la había pasado bien, pero su novia le hacía mucha falta.

Durante los regalos, la cena y el abrazo, solo se podía pensar en que bien la estaría pasando al ver la cara del pequeño Max al abrir la consola de videojuego que sus hermanas habían comprado para él. O que bien se la estaría pasando al escuchar los chistes que contaba la madre de Yaqui cuando estaba pasada de tragos, y por supuesto, al padre que la miraba enternecida aun estando ebrio y contaba una y otra vez como su llegada mejoró la vida y actitud de la mediana de sus hijas.

Pero estaba en familia y le tocaba agradecer eso. Quizás los chistes del padre sobrio de Memo no se comparaban con los de la madre ebria de Yaqueline, pero la risa era el mismo objetivo.

No todo fue neutro en aquella navidad.

Memo había comenzado a beber dos años atrás, disimulaba muy bien lo cabreado que se ponía cuando estaba inundado en alcohol y por eso sus padres no se oponían a que el chico bebiera. Pero esa madrugada, algo sucedía en él.

Cuando eran las tres de la mañana, nadie veía al chico sentado frente al televisor ni en la mesa.

"Quizás se fue a dormir" propuso la madre de Romina. Pero ella sabía que no era así, entonces se levantó a buscarlo en cuanto le fue posible. Y lo encontró recostado en la banqueta de la calle.

-¿Qué haces ahí?

-Jódete- se limitó a decir

-Va a picarte algo, entra a la casa.

-No me dices que hacer.

-No, pero arruinarías la navidad de mi familia si llegase a pasarte algo así de estúpido

-Ya me parecía raro que te preocuparas por mí. Pero claro, como siempre, solo te interesa tu bienestar

-No estás pensando lo que dices.

-Sí lo hago. Estoy ebrio nada más. Sobrio también lo pienso. Te dejó de importar la felicidad de nuestros padres y decidiste hacerte lesbiana por una chica a la que le doblo el tamaño y la popularidad, me das asco- murmuró con repulsión

-¿Eso crees de mí?

-Sí, eso y muchas cosas más que no puedo pronunciar sin trabarme justo ahora.

-¿Quieres saber que pienso yo de ti, Memo?

-No

-Pienso que eres un mimado, caprichoso, chocante y egoísta. Tú si eres un egoísta. Porque solo quieres que esté contigo por mi apariencia, no porque me quieras. Nunca me has podido amar, ni siquiera cuando intentábamos querernos de verdad. Cuando éramos niños, antes de saber que nuestros padres fantaseaban con casarnos, tú y yo nos la pasábamos juntos, teníamos una amistad.

-Siempre me gustaste

-No es lo mismo que quererme

-Yo te quería

-No, no lo hacías, Memo, por favor admítelo ya. Tú solo necesitas a alguien para no sentirte solo y la opción con mayor puntaje era yo. Pero no voy a cambiar toda la felicidad que siento cuando estoy con Yaqueline por cumplirte un capricho a ti. Bastante mal han hecho tus padres al maleducarte de esa manera.

-Ahora vienes a insultar a mis padres, menuda plática estamos teniendo, ¿No?

-Solo escuchas lo que quieres escuchar, eres imposible- murmuró mientras su labio empezaba a temblar por el frío-. Adentro, Memo

-Que esté aquí te salva a ti también. Estoy tan cabreado y pasado estoy considerando tremendamente el entrar ahí y decirles a todos el chistecito por el que Romina Oliva está pasando.

-Entonces quédate aquí- soltó sarcásticamente. No se movió, intentó esperar a ver si el chico tenía intenciones de levantarse, pero al parecer no.

-¿Te has acostado con ella?- la chica lo miró incrédula ante la pregunta

-¿Disculpa?

-Nunca me dejaste tocarte, ¿Ella sí puede hacerlo?- preguntó poniéndose de pie

-No voy a contestar eso

-Entonces ya lo hicieron, vaya- asintió curveando los labios

-No, Memo, no lo hemos hecho

-Entonces tampoco la quieres en realidad a ella. No hay tanta diferencia entre...

-¡Es que la amo, Memo, y porque la amo no quiero quitarle a ella algo tan valioso como eso! ¡Esto no es por mí, esto es por ella, siempre va a ser por ella, siempre la voy a poner a ella por encima de mis necesidades o mis caprichos, algo que tú nunca hiciste conmigo!

-Entonces princesita número uno también es virgen según tú- rió sonoramente-. Pobre niña, aún cree que Yaqueline se está guardando para ella

-La conozco y tú no, es todo en lo que creo

-Lancelot no cuenta lo mismo

-Lancelot no es Yaqueline. La única verdad que me importa es la de ella. Me estás colmando la paciencia, hablo en serio...

-¿Has dicho que la amas?- preguntó acercándose a ella

-No, no he dicho eso

-Sí, sí que lo has dicho- asintió

-La quiero más de la cuenta, la quiero más de lo que pensé que era posible querer a alguien. No espero que lo comprendas- Memo sonrió burlón y le acarició la mejilla-.

-Qué asco me dan- contestó con toda sinceridad, provocando que Romina lo empujara con fuerza.

-¿¡Cuál es tu maldito problema, Guillermo!?

-¡Nunca me quisiste y no veo el por qué! ¡Soy todo lo que una chica puede querer!

-No eres Yaqueline y yo la quiero a ella.

-Ay, por Dios, Romina, a otro perro con ese hueso- manoteó- ¿Consideras al menos que soy alguien importante para ti?- preguntó un poco más sereno

-Lo fuiste, sí. Ah... conviví contigo toda mi vida... y... pues importante sí fuiste.- suspiró

-Entonces déjame ser el primero- Romina abrió los ojos como platos y frunció el entrecejo de golpe

-¿Qué mierda dijiste?

-Si me dejas ser el primero, prometo dejarte a ti y a tu chistecito en paz, y además puedes olvidarte de que le diga algún día a tus padres, o a los míos lo cual resulta igual de peligroso para ti, todo esto que estás viviendo.

-¿Por qué crees que mi vida privada necesita ser negociada con mi virginidad, inepto?

-Lo necesitas si quieres seguir siendo novia de Yaqueline. Lo necesitas si quieres que mi padre envíe cartas de recomendación en tus empleos, en tu universidad... también si quieres seguir siendo parte de tu familia, porque que yo recuerde, a tus padres no les fascina esa idea...

-Lo que opinen mis padres sobre mí, será por mí, no por mis preferencias, eso no me define

-Oh, créeme, lo hace.

-La respuesta es un rotundo no, y lo seguirá siendo siempre- contestó segura de sus palabras.

-Vale, pues tú has elegido- asintió sacudiendo su ropa y acercándose a su oído-. Si las princesitas deciden tener pronto su primera vez... procura unirme. O al menos envíame una copia.

-Qué asco me das...

-Oh, ya somos dos. 

Into The UnknownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora