XLVII

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Dos meses de vida—

—Mi solcito, hoy conocerás a tus abuelos, y creo que el vestidito azul que te compré, ya no podrás usar —sonrió mientras la cambiaba.

Su pequeña ya tenía dos meses, tiempo suficiente para poder viajar ambas en avión, y volver a Kanat'ma. Había hablado con sus padres la noche anterior, diciéndoles que les tenía una sorpresa.

Y aunque habían tratado de adivinar de que se trataba, jamás sabrían que era.

Giselle se había ido hacía ocho meses de Kanat'ma, cuando recién estaba embarazada casi de cuatro meses. Los cálculos no le darían a sus padres para creer que ella había quedado embarazada luego del viaje.

Quisiera o no, tendría que contarles la verdad... Y hablar también con Zhanda.

—Ay Kanat'ma —suspiró mirando a su bebé, que estaba chupando su puñito—. Rubia tenías que nacer, mi amor —sonrió.

***

—¿Pero podrás llegar para la hora de la cena? Gisse me avisó que llegaría esta tarde.

"—Sí, tal vez llega a la casa eso de las nueve."

—¿De qué crees que se trata la sorpresa, Seba? —le preguntó Charlize, mientras preparaba el almuerzo para su hija menor—. Lo único que espero, es que no haya cometido una locura, y se haya casado con cualquier tipo de por ahí.

"—Estaba pensando en lo mismo, Charie, no sé porque tuve el mismo presentimiento. Qué no quisiera que la visitáramos estos meses, alegando que nunca estaba en su casa, y que se fuera de Kanat'ma de forma tan repentina, me hizo pensar desde un comienzo que se fue por un tipo."

—Sólo espero que ella esté bien, y que al menos sea feliz —le dijo preocupada—. Es lo único que importa.

"—Y yo que sea un buen tipo, es lo único que me interesa —gruñó—. Ya bastante tuvimos con el otro infeliz de su primer novio."

—Mart no era mal chico, era sólo... Estúpido, inmaduro, no lo sé —sonrió divertida, buscando algo en el refrigerador.

"—A mi su cara de pendejo no me engañaba, no era bueno, Charie."

***

—No entiendo porque no es positivo, porque no puedo quedar embarazada. Creo que Kanat'ma no ha bendecido nuestro matrimonio —lloró con amargura.

—Cálmate, Deismy, tal vez-

—¿Tal vez qué, Zhanda? ¡¿Tal vez qué?! ¡Son meses sin conseguir nada! —le gritó histérica—. No puede ser que no pueda quedar embarazada, hay mujer que en la primera lo logran, y nosotros llevamos más de cuatro meses intentándolo.

—Cariño, los nervios y la ansiedad influye mucho en estos casos. Si tú no te calmas, y dejas que la naturaleza fluya por su propia cuenta, a su ritmo, no conseguirás quedar-

—¡Quiero un hijo! ¡No que me analices! —le gritó antes de entrar en la habitación, y cerrar de un portazo.

Zhanda apretó la mandíbula, y mandó al carajo el cenicero que estaba sobre la mesa, haciéndolo añicos contra el suelo. Lo exasperaba cuando se ponía así de intensa, al ver qué la maldita prueba de embarazo era negativa.

Gruñó con molestia al escuchar que lo llamaba, y fue hasta la habitación, viéndola llorar en la cama, de una forma muy escandalosa.

Se subió, y se acostó junto a ella, abrazándola.

—Ya, tranquila.

—Si no te doy un hijo, vas a dejarme —lloró.

—Claro que no voy a dejarte, Deismy, eres mi mujer.

—Quiero un bebé, Zhanda, lo quiero.

...

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora